El fútbol femenino también será ley

Luego de varias décadas de invisibilización, el año 2019 comenzó con un grito colectivo por la profesionalización del fútbol femenino. Clima feminista de época, la irrupción pública de Macarena Sánchez y un debate esencial: cómo mejorar las condiciones actuales de desarrollo de la actividad.

La Primera División A de fútbol femenino existe desde el año 1991. Organizada por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), esta liga cuenta con la participación de equipos como River, Boca, Independiente, Racing y San Lorenzo, entre otros. Sin embargo, la lógica machista del fútbol y la persistencia de la actividad dentro de la categoría amateur, invisibilizaron durante años a todo grupo de futbolistas mujeres en acción. Afortunadamente, ese paradigma, que ha regido desde la fundación del «Campeonato de Fútbol Femenino», también se empieza a caer.

El pasado 8 de noviembre de 2018, la Selección femenina de fútbol dio un paso vital para volver a disputar un Mundial después de 12 años. Fue un 4 a 0 frente a Panamá, con 12500 espectadores -en su mayoría mujeres- que colmaron el estadio de Arsenal de Sarandí, pidieron por «Aborto legal, en el hospital» y entonaron un cancionero feminista para alentar al equipo. Cuatro años antes, en la Copa América 2014, la repercusión popular y mediática de las futbolistas argentinas había sido infinitamente menor, pasando sin pena ni gloria. La creciente irrupción del fútbol femenino marca un hito político en la lucha de las mujeres por lograr una participación equitativa en el ámbito deportivo y, en particular, en el más machista de todos: el fútbol.

Foto: Virginia Robles
Foto: Virginia Robles

Precisamente, el año pasado salieron a la luz la precariedad de las condiciones en que las jugadoras de nuestro país desarrollan su práctica. Dentro de la Selección Argentina, que podría considerarse un lugar de privilegio para cualquier deportista, las jugadoras denunciaron haber cobrado apenas entre 200 y 300 pesos por entrenamiento en concepto de viáticos y no haber recibido premio alguno por objetivos logrados. También reclamaron un vestuario, entrenar en canchas de pasto y pidieron que ¨no nos den la ropa vieja¨ que usaron previamente los integrantes de la Selección masculina. No es muy distinta la situación al interior de grandes clubes como River Plate y Boca Juniors, cuyas jugadoras más destacadas no llegan a cobrar ni cinco mil pesos de viáticos al mes por ir a entrenar casi todos los días.

Se estima que hoy en día más de un millón de mujeres practican fútbol en nuestro país y que esta cifra se halla muy lejos de haber tocado su techo. En ese marco, desde comienzos de 2019 las protagonistas del fútbol femenino argentino salieron a reclamar a fondo por la profesionalización de sus actividades, envalentonadas por la certeza de asistir al torneo femenino de Primera División con más equipos de la historia. El reciente enfrentamiento entre River y Boca dejó -más allá del resultado en favor de las ¨millonarias¨- una foto de ambos conjuntos reunidos con una bandera hecha a mano que pedía «por un fútbol femenino profesional». Dicha reunión de voluntades no pudo mostrarse con el Monumental de fondo ni dentro del césped de la cancha auxiliar por «sugerencia» de posibles sanciones y multas.

El episodio que marcó un antes y un después en este reclamo hasta entonces oculto tuvo lugar a principios de este año. El 5 de enero de 2019, la futbolista Macarena Sánchez, jugadora de la UAI Urquiza, twitteó : “Un 2019 nacional, popular, democrático y feminista. Que el fútbol femenino sea profesional y el aborto sea legal, carajo”. Rápidamente le sonó el teléfono. El entrenador de su club le manifestó que no iba a ser tenida en cuenta «por una decisión futbolística», a pesar de haberse consagrado tres veces campeona con el club. Este despido tomó mayor magnitud porque implicó la interrupción de su ciclo deportivo y la falta de resarcimiento económico por la ruptura de este vínculo.

«La UAI Urquiza no es una asociación civil ni tiene la estructura jurídica de los clubes centenarios en la Argentina, sino que es un conglomerado empresarial que funciona como sociedad anónima: allí se incluyen la Universidad Abierta Interamericana y ciertos colegios privados. Al no representar una voz que beneficiara a la UAI Urquiza, decidieron, como cualquier grupo empresarial, correr a Macarena Sánchez y no tener en cuenta sus habilidades deportivas», explica a El Grito del Sur Nemesia Hijós, investigadora del CONICET especializada en el área de estudios de deporte y género.

El caso Macarena Sánchez se convirtió rápidamente en un hito dentro de la lucha de las futbolistas argentinas. La santafesina de 27 años decidió hacer pública su situación, lo cual le valió como respuesta una serie de amenazas hacia su integridad física y su vida. Sumada a la gran repercusión obtenida en medios internacionales, la solidaridad de colegas y de algunos clubes que se animaron a romper el silencio, el Senado de la Nación repudió la desvinculación de la futbolista y la imposibilidad de «ser inscripta en otra entidad hasta la apertura de pases del próximo torneo (…) debido a las condiciones de informalidad y precariedad a las que fue sometida en consonancia con el universo de todas las jugadoras de fútbol profesionales, que son notoriamente discriminadas (…) por el solo hecho de ser mujeres».

A través de Twitter, la futbolista despedida reveló la semana pasada los parámetros desventajosos en que se está llevando el reclamo de sus colegas: «Fui a ver el partido de fútbol femenino entre Racing y River. En el PT la árbitra detuvo el juego porque, a un costado de la cancha (del lado de afuera), había un cartel que decía: FÚTBOL FEMENINO PROFESIONAL. Hizo retirar el cartel y en el entretiempo LA POLICIA se lo llevó».

La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió el día de su cumpleaños a la futbolista Macarena Sánchez para manifestarle su apoyo.

Del fervor feminista a la lucha por la profesionalización

Desde el impulso inicial que significó la participación en la última Copa América y la clasificación al Mundial de Francia 2019, las jugadoras argentinas tomaron un mayor nivel de conciencia sobre las ventajas de organizarse en forma colectiva para hacer oír sus reclamos. Más allá de los gestos favorables de la nueva dirigencia de AFA (el propio Claudio «Chiqui» Tapia se posicionó recientemente en favor del crecimiento del fútbol femenino en nuestro país) Nemesia Hijós destaca que «cada uno de los beneficios que fueron obteniendo las jugadoras fue resultado de una lucha colectiva: ellas se organizan y empiezan a recibir más acompañamiento. Desde allí empiezan a ser convocadas para entrenar, a ser recibidas en Ezeiza, a obtener en tiempo y forma el estipendio y, al mismo tiempo, ciertas marcas se empiezan a acercar para mejorar las condiciones de las jugadoras».

Gabriela Garton es arquera de la Selección Argentina y, además, se desempeña como becaria del CONICET. En diálogo con El Grito del Sur, reconoce que su caso es «poco común» dentro del deporte de máximo rendimiento. Varios de sus últimos trabajos académicos han consistido en abordar el vínculo entre mujeres y fútbol en Argentina. «En Primera División tenés algunos clubes que brindan una obra social, un viático mínimo y hospedaje a jugadoras del interior del país. También tenés el otro extremo: equipos que obligan a las jugadoras a pagar una cuota, que no tienen ropa de entrenamiento, que no cuentan con una cancha propia, por lo que a veces las jugadoras deben entrenar a las 11 de la noche. Allí no están dadas las condiciones básicas para que las jugadoras puedan realizar sus prácticas», cuenta la socióloga de 28 años. Si bien Garton destaca que la situación en el seleccionado es un poco mejor y que muestra de ello es la gira previa al Mundial que están por iniciar en Australia, «cuando empezás a comparar con otras selecciones, te das cuenta que estamos muy por detrás».

El fervor feminista en la búsqueda de aborto legal, la lucha por la profesionalización y la irrupción de Macarena Sánchez como protagonista de esta pelea van de la mano con la necesidad de establecer cambios estructurales que terminen con la sociedad patriarcal. Nemesia Hijós valora el apoyo que ha recibido Sánchez por parte del colectivo de mujeres feministas, pero pone en duda el alcance de la principal causa del fútbol femenino en la actualidad: «No sé si la lucha por la profesionalización es una lucha de todas. Hasta ahora parece ser más un caso individual», expresa. «Lo que hizo Maca fue de corajuda. Ella está sacrificando conscientemente cualquier posibilidad de seguir jugando a futuro. Su virtud es haber sacado toda la ropa sucia que existe en el fútbol femenino y exponerla al mundo. Maca le está metiendo mucha presión a la AFA y a los clubes, ojalá se vea una respuesta desde las instituciones», elogia Garton.

Por último, cabe destacar que el paso hacia la profesionalización implicaría una reestructuración profunda del marco organizativo del fútbol femenino, que debe incluir -entre otras cosas- un entrenamiento en condiciones y el desarrollo de inferiores. Gabriela Garton concluye: «Cuando se habla de profesionalizar el fútbol femenino, muchos se ponen a pensar en las sumas millonarias que reciben los jugadores hombres. Nosotras de lo que estamos hablando es que las chicas puedan recibir un sueldo por su práctica, que les permita dedicarse únicamente al fútbol y no tener que buscar trabajo por otro lado. Los clubes deben abrirse a esa posibilidad y dejar de ver al fútbol femenino sólo como un gasto».

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.