Judith Butler en la UNTREF

La filósofa y teórica estadounidense brindó una charla en el microestadio de la Universidad Tres de Febrero (UnTreF) junto a integrantes del colectivo "Ni una Menos", donde dio su visión sobre los movimientos feministas en Latinoamerica.

La charla «Activismos y pensamiento», organizada por la Maestría en Estudios y Política de Género de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, empieza siete y media de la tarde en el microestadio de la sede de Villa Lynch. No es la primera que dará Judith Butler, quien en el 2016 estuviera también en nuestro país charlando bajo el título «Cuerpos que importan» en la sede de Caseros de la misma universidad. Dentro del estadio, en las pantallas ubicadas en las afueras del campus y a través de la transmisión en vivo desde sus casas, cientos de personas escuchan a Judith Butler, filósofa, escritora, teórica del movimiento feminista y autora de libros como “El género en disputa” y «Deshacer el género». No sorprende la masividad del evento, cada vez resultan más usuales los teatros llenos, las aulas colmadas y los centros culturales que se saturan de público cuando habla alguna referenta. Pero esta vez son palabras mayores. En la lucha por cuestionar las estructuras de los movimientos feministas desde adentro, Judith Butler es la goleadora.

Moderado por Natalia Brizuela, y acompañada por integrantes del colectivo Ni una Menos, Butler hablará una hora y media sobre la importancia de un feminismo que incluya travestis, trans y no binaries, de la relación entre el avance del neoliberalismo y las políticas anti-derechos, y de cómo generar comunidades alternativas a la familia nuclear hegemónica. Marta Dillon, Verónica Gago y Cecilia Palmeiro serán las encargadas de las preguntas. Brizuela, profesora de la Universidad de Berkley, presenta brevemente la charla subrayando la importancia de generar lazos entre el saber académico y la lucha en las calles y no tarda en calificar la cultura de Estados Unidos como «individualismo rancio neoliberal».

No hay telón, pero la función empieza. Verónica Gago es integrante de Ni Una Menos, politóloga y autora -junto con Lucia Cavallero- del libro «Una lectura feminista de la deuda. Vivas, libres y desendeudadas nos queremos” y fue quien abrió el juego hablando de las huelgas internacionales feministas.

Si bien el último paro del 8 de marzo se realizó en 150 países en simultáneo, en estos últimos tres años Argentina tomó un lugar fundamental en estas manifestaciones: “el norte está viendo lo que ustedes hacen acá”, reconocerá Butler durante la charla.

Sin embargo, como explicó Gago, es imposible obviar las diferencias internas que se generan en un movimiento que se forja horizontal y transversal. “¿Cómo producir proximidad entre luchas tan diferentes? ¿Cómo seguir construyendo alianzas como las que hicimos -no sin diferencias- en las asambleas y que nos permitieron llegar a lugares históricamente postergados? ¿Cómo ampliar las fuerzas sin construir hegemonía?», pregunta Verónica. “No todas las luchas feministas son iguales, pero lo importante aquí es cómo se definen los poderes, no sólo los poderes a los que se oponen sino los poderes que ejercen”, responde Butler.

“Es muy importante encontrar la forma de poder con la que nos queremos identificar. No hay que evitar la fragmentación, la fragmentación es un conjunto inevitable de conflictos. Si queremos ser un movimiento más fuerte tenemos que aprender a vivir con ella. El feminismo es un movimiento que busca la igualdad, pero que a su vez debe luchar con las desigualdades internas, porque no hay un feminismo sin las mujeres pobres”, agrega.

La filosa filósofa aprovecha la concurrencia para posicionarse abiertamente respecto al feminismo trans excluyente: “Algunas personas dicen que el feminismo es un movimiento para mujeres, sobre mujeres y que representa a las mujeres y esto es verdad, pero a su vez el feminismo es un movimiento sobre cómo combatir la violencia, y la violencia no es sólo contra las mujeres sino también contra las trans y las travestis. Por eso un feminismo trans excluyente no es feminismo”.

El siguiente turno del micrófono es de Marta Dillon. La escritora habló del derecho al aborto y destacó que, gracias a la masividad del feminismo, el debate por la interrupción voluntaria del embarazo fue abarcando en muchas lenguas y regiones no sólo la necesidad de decidir individualmente sobre nuestros cuerpos, sino también y sobre todo el derecho al goce, a las familias diversas, a la visibilidad de las transmasculinidades. Sin embargo, como explicó Dillon, tras el rechazo de la ley en el Senado hubo un incremento de los sectores retrógrados en consonancia con los discursos de derecha en el continente.

«El útero es el campo de batalla privilegiado del heteropatriarcado”, definió la editora de Las 12. ¿Cómo pensar, entonces, redes de contención recíprocas más allá de la familia tradicional  frente al recrudecimiento de la derecha que ensalza la familia como núcleo y combate la educación sexual disimulada en la potestad de les hijes bajo el lema «con mis hijos no te metas»?.

“Los derechos del feminismo y del movimiento LGBTIQ+ tiene de alguna manera sus demandas políticas enmarcadas en la libertad individual, pero estos temas representan a comunidades enteras -dice Butler-. Si bien no hay política sin historias individuales, las historias no son la clave acá, sino el vínculo entre ellas y entre las historias y los individuos. La capacidad del individuo se basa en las luchas grupales, el ‘yo’ opaca la comunidad y esto está basado en las relaciones políticas y las obligaciones afectivas que aparecen en nuestra lucha. El individuo es parte del colectivo, de alguna manera todos pertenecemos a otros y tenemos deudas emocionales con aquellos que vinieron antes que nosotros”, afirmó la teórica estadounidense.

“Una característica muy importante del neoliberalismo es que quita el apoyo estatal. Esto genera una desesperanza en las personas que recurren a la Iglesia como estructura segura. Los anti-derechos nos acusan de destruir la sociedad y la familia, nosotres tenemos que buscar una solución, que no es una familia tradicional patriarcal obligatoria, nuestra solución tiene que ser producir sistemas de cuidado e interdependencia que vayan más allá de la familia, nodos de apoyo, de soporte con los cuales demostremos que podemos enfrentar al neoliberalismo. Por eso tenemos que ser una alternativa poderosa al neoliberalismo y tenemos que expresarnos como tal en la escena pública».

El último tiro antes de la ronda de preguntas fue de Cecilia Palmeiro, licenciada en Letras y doctora en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Princeton. La amistad política, las alianzas insólitas, la transversalidad, la horizontalidad, la interseccionalidad y el internacionalistmo fueron algunas de las características de los movimientos feministas que enfrentaron la avanzada del terror financiero, moral y policial-militar, planteó Palmeiro. «El disciplinamiento de los cuerpos tiene su traducción micropolítica al interior del movimiento como modos de no poder estar juntas», sumó la joven.

El rol de la corrección política como nueva forma de disciplinamiento, cómo deshacer el juego binario de victimas y victimarios y cómo imaginar una justicia feminista que tenga modos de reparación transformadores a nivel de la subjetividad, fue la ultima duda del panel realizada por Palmeiro.

«Entre los movimientos feministas tiene que haber alianzas para enfrentar el autoritarismo, que se parece mucho al neoliberalismo», explicó Butler luego de celebrar el término «marea», que pronunció en un español chapoteado. «La realidad que generan estos tipos de terrores, a los cuales sumo el sexual, son muy complejos y no se puede trasladar la lucha de un lugar al otro, pero la marea como tal por definición vuelve. Es un movimiento dinámico, puede cambiar su nombre, puede cambiar la dirección en la que está yendo, puede empezar a hablar en otros idiomas y el hecho de que todo se esté dando es una señal de éxito. Un tema importante a mencionar es la relación entre el neoliberalismo y el fascismo, que está tomando una forma nueva y no estoy segura que los trabajos del pasado -que analizaban al fascismo- puedan ayudarnos con su lucha. Por eso creo que el feminismo está en el mejor momento para ser el movimiento que se opone al fascismo«, concluyó la teórica entre una turbulencia de aplausos que produjo la marea.

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