Bajo el mantra de «revolucionar el mercado del cuidado de la salud”, la aplicación Rappi desembarcó en Colombia con el servicio de médicos a domicilio. La propuesta inicial consiste en un delivery de medicamentos que, en una segunda etapa, impulsaría suscripciones para productos recetados y visitas de médicos a domicilio. Desde el sindicato de médicos se pronunciaron a través de un comunicado público y denunciaron la «precarización de la salud como derecho humano», tal como declaró a este medio Carlos Wechsler, secretario de Prensa de la Asociación de Médicos de la República Argentina (AMRA).
Wechsler reúne dos condiciones que lo hacen una voz jerarquizada en la materia: es médico y sindicalista. Por un lado, denuncia la precarización laboral que implica el sistema de trabajo que propone la app y señala que la relación laboral encubierta «existe pero no es reconocida». Por el otro, defiende el derecho a la salud: «Defendemos el humanismo de la medicina. La profesión médica es muy compleja: hay que mirar actitudes de la persona, cómo se siente, qué expresa su rostro. No puede ejercerse una profesión desde la pantalla, desde la telemedicina. Hay cuestiones que requieren de un examen físico, clínico o un interrogatorio», agrega Wechsler, quien también oficia como secretario general de AMRA en Zona Norte.
Las aplicaciones están en el centro de la escena desde principio de mes, luego de que el pasado 12 de abril falleciera Ramiro Cayola Camacho, un joven de 20 años que circulaba en bicicleta con su caja de Rappi, por la Avenida Eduardo Madero, en Puerto Madero. El fallecimiento se dio apenas unos días después de que el juez Roberto Gallardo aprobara un fallo – luego apelado por la Ciudad- que suspendía el uso de estas apps. A partir de esta situación se desataron una catarata de críticas al sistema de plataformas y, esta misma semana, el dirigente político Juan Grabois denunció penalmente a Juan José Mendez, secretario de Transporte de la Ciudad, por «estrago culposo seguido de muerte» e «incumplimiento de los deberes de funcionario público».
Ahora los propios directivos de la empresa colombiana Rappi anunciaron su intención de expandirse al campo de la salud. «Esta empresa oferta médicos como si se pidiera un taxi y sin considerar que para ejercer la profesión medica debe haber un registro», explicó Wechsler. «Nosotros, de conjunto con los colegios médicos, ya hemos descubierto 36 médicos falsos, pero hay muchos más en situación irregular (sin inscripción en las instituciones que regulan la profesión)», añadió. Si bien el servicio de los Rappimédicos aún no desembarcó en el país, desde AMRA se mantienen alertas y denunciaron la anomia que podría generar una hipotética aplicación del sistema médico a través de las nuevas tecnologías: «Instalar este nuevo servicio causaría que en el actual modelo multifragmentado se superpongan una suma de “ofertas” para la atención de la enfermedad en nuestra sociedad».
A su vez, agregaron que la empresa Rappi ya tiene contrato con un laboratorio transnacional con el que arreglarían el reparto de medicamentos. «La sociedad de la inmediatez compra estas cosas: es mejor comprar que esperar un proceso que tome tiempo pero que sea más seguro», concluyó.
