El grado cero de las denuncias

En el sector de diversidad sexual de la Feria del Libro se realizó el panel "El grado cero de las denuncias", que abordó la violencia de género en el ámbito de la literatura. La importancia de generar un nuevo concepto de justicia y la posibilidad de separar el artista de la obra sobrevolaron toda la charla.

Fotos : Catalina Distefano

Recién el último domingo y penúltimo día de la Feria del Libro, los pasillos de la escenografía que transforman la Sociedad Rural en un shopping bibliográfico efímero estuvieron llenos. Salvo por episodios excepcionales, como la presentación del libro “Sinceramente” de Cristina Fernández de Kirchner o la apertura de la feria con la antropóloga feminista Rita Segato, desde la organización aseguraron que tanto la concurrencia como las ventas de este año fueron bajas.

A las cuatro de la tarde del domingo, en el stand de diversidad sexual “Orgullo y prejuicio” -una de las joyitas del evento- se realizó la charla “El grado cero de la denuncia. Reflexiones sobre violencia de género en el campo literario”. Este panel, que fue la primera acción organizada por la comisión de Género de la “Unión de escritores y escritoras”, contó con la presencia de Thelma Fardín, Mabel Bellucchi, Cynthia Castoriano, Maia Epstein, Melina Varnaboglou y Enzo Maqueira.

Thelma, quien editó recientemente su libro “El arte de no callar”, fue la primera en tomar el micrófono. La joven explicó que su intención en el libro fue generar una herramienta para casos de violencia de género, especialmente enfocado en el abuso sexual, teniendo en cuenta que cada persona atraviesa un contexto diferente. Fardín hablo de las dificultades para acceder a la Justicia, comenzando por el hecho de que en Argentina sólo 1 de cada 100 denuncias de abusos llega a una sentencia. “Lo más difícil a lo que te enfrentás es al sistema, mucho más difícil que lo que te sucedió”, explicó. “Nos dicen ‘vayan a la Justicia’, pero es una irrealidad. Tomar medidas legales requiere poner el cuerpo por siete años, que es lo que aproximadamente duran los procesos, a diferencia de las otras denuncias que duran tres. Otra cosa que hay que desmitificar es lo que hay que invertir para un proceso judicial. Constituirse como querellante lleva 10.000 dólares (…) Además la mayoría de los casos prescriben: recién en el 2015 se aprobó una ley que permite que los casos de abusos en la minoría de edad de la víctima se puedan denunciar mucho tiempo después. Una víctima tarda aproximadamente 33 años en poder hablar, ese es el único estudio que se ha realizado y fue en casos de abusos eclesiásticos. No se condice lo que le sucede al ser humano con lo que dictamina la Justicia”, contó Fardín, quien lanzó una petición junto con la plataforma change.org para que los delitos sexuales no prescriban. Además, Thelma aprovechó para aclarar sobre el tratamiento periodístico de su caso: “Después de denunciar, tener todo el tiempo una cámara en la cara, es otra forma de violencia y todos tenemos un rol en eso”.

La siguiente oradora fue Melina Varnaboglou, escritora, librera e integrante del colectivo “Sangría”. Este colectivo, forjado al calor de la denuncia de Actrices Argentinas y el lema ‘Mirá como nos ponemos’, nuclea mujeres y disidencias de la industria editorial. Aunque a partir del encuentro colectivo se conocieron diferentes situaciones de abusos, por ahora se avanzó solamente en el caso de Damián Ríos, por decisión de las denunciantes. Las integrantes de “Sangría” decidieron hacer pública la situación, luego de enterarse de que Ríos sería jurado en el certamen de poesía de la “Bienal Joven”, organizado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. “Nos parecía un despropósito que alguien sea jurado cuando está siendo denunciado por violencia de género”, contó la escritora y explicó que, aunque el acusado intentó denunciar por calumnias e injurias a la Bienal, finalmente fue desvinculado del jurado y reemplazado por una editora mujer.

Maia Epstein es parte de la comisión interdisciplinaria que redactó y aplica el ‘Protocolo en violencia de género’ de la CTA, el primero de este tipo en una central obrera latinoamericana. La trabajadora social subrayó que, en los casos de violencia de género en los ambientes laborales, por lo general el abusador -más allá de su puesto laboral- cuenta con ventaja frente a su víctima ya que, si ésta denuncia, puede perder su trabajo. “Nos parece fundamental que haya un tercero de apelación para que se pueda dar un corte a la situación y este tercero siempre tiene que ser colectivo”, aseguró Epstein.

El siguiente momento fue el de Cynthia Castoriano. Cynthia, más conocida en redes cono Susy Qiu, es integrante del colectivo de comunicación feminista “Manifiesta” y creadora de la serie web “Caja de Herramientas», desde donde conjuga humor y feminismo. Castoriano habló de la justicia feminista y la tensión sobre el punitivismo. “Una de las principales discusiones de los feminismos tiene que ser cómo construir una justicia que no se puede parecer a la Justicia que tenemos, aún cuando queremos que la Justicia que existe se entrometa en nuestros casos y juzgue. Tenemos que empezar a hablar de otras formas de reparación”. Además, la cineasta le puso palabras a un tema que sobrevoló todo el panel: ¿Qué hacer con los consumos culturales cuyo creador ha sido denunciado por abuso? “Cuando uno politiza sus consumos culturales cambian tus gustos”, dijo Cynthia luego de confesar que había regalado su buzo con la imagen de Woody Allen.

A la intervención de Maqueira acerca del rol de los varones en el feminismo, le siguió el turno de Mabel Bellucci. La comunicadora social, activista queer y cofundadora de LatFem, presentaría horas después en la Feria su libro “Historia de una desobediencia”, editado por Capital Intelectual. Bellucci habló de ser conscientes de los privilegios del feminismo blanco, universitario y citadino, que muchas veces también oprime. Llamó a renunciar a los esencialismos del feminismo biologicista y afirmó que cualquiera que considere un grado de subalternidad y explotación es feminista. “Mi contacto con Carlos Jáuregui, con Lohana Berkins, mi participación en el área de ‘Estudios Queer’ en 1996, me llevó a entender que no puede haber feminismos sin disidencias sexuales, como no puede haber disidencias sexuales sin feminismo”.

Además Bellucci aseguró que el régimen heterosexual generaba violencia, tal como lo hacen el capitalismo y el racismo. “El régimen heterosexual nos oprime pero lo reproducimos a diario. Nadie se pregunta por qué es heterosexual, porque es la hegemonía. Los que se resisten a este régimen lo hacen con su cuerpo. Como dijo Marlene Wayar, son identidades cloacales”. Antes de dar lugar a las preguntas finales, Bellucci instó a armar cofradías político-afectivas dentro del feminismo.

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