El Chirolita del PRO

En medio de feroces críticas, se desarrolló la convención radical que ratificó la pertenencia a Cambiemos y exigió mayores espacios de representación. Un paraguas para protegerse de la "lluvia de inversiones", un sepulturero y de música de fondo MMLPQTP.

Primero fue la ex diputada Lucía Alberti, abajo de un paraguas que llevó para protegerse de una «lluvia de inversiones». Después fue el turno de Carlos Fascendini, vicegobernador de Santa Fe, quien se calzó el traje de funebrero para sentenciar que «Cambiemos es un cadáver que ya tiene mal olor». La convención radical fue menos picante de lo que se esperaba, pero dejó una serie de perlitas que retratan el estado de situación del centenario partido. Finalmente, la decisión mayoritaria fue la que se preveía: continuar formando parte de la alianza Cambiemos y acompañar a sus candidatos y candidatas en la elección presidencial.

La parada venía con la historia de la anterior convención radical -el histórico mitín de Gualeguaychú-, hecho fundacional de la alianza Cambiemos donde el radicalismo refrendó su condición de partido nacional y puso a jugar su estructura en favor del macrismo. Con un dato no menor: a pesar de las resonantes críticas por parte de sectores de su propia militancia (referentes históricos y jóvenes), logró contener a todos los detractores adentro del partido. Un hecho encomiable frente a la dispersión que solía primar del lado de enfrente de la grieta y una decisión política que reforzó el mito del radicalismo postalfonsinista de funcionar como estructura política de los ajustes económicos neoliberales.

En la tarde de ayer, por amplia mayoría y a pesar de las voces que -durante la semana y en el recinto- quisieron mostrarse «moderadamente críticas», la convención de la Unión Cívica Radical ratificó su pertenencia a la alianza Cambiemos, bajo la premisa de su presidente, Alfredo Cornejo, de «frenar el populismo». Ricardo Alfonsín, exponente de una minoría condenada al aislamiento, abandonó el predio de Parque Norte antes, incluso, de que comenzara el cónclave.

Con guiños a la apertura partidaria, el documento que se trabajó por consenso no esconde las críticas a la gestión de Macri ni repara en señalar la mala situación que pasa el sujeto por excelencia del radicalismo: la clase media. Sin embargo, primó el acuerdo impulsado por la mayoría de los sectores encabezados por los gobernadores radicales (Gerardo Morales de Jujuy, Gustavo Valdés de Corrientes y el propio Cornejo de Mendoza), la estructura nacional radical y los representantes del Comité de la provincia de Buenos Aires, alineados tras la figura del vicegobernador, Daniel Salvador, tal vez el más macrista de los radicales.

«Fuimos la cenicienta del PRO desde 2015», vuelve a la carga Lucía Alberti, y más de uno, desde el salón, traga saliva. Abajo y a la izquierda, un grupo minoritario agita el hit del verano y en el salón resuena el MMLPQTP. La discusión por los cargos en las provincias tensó la relación entre la UCR y el macrismo durante el último año. En Córdoba fueron separados en dos listas, una fragmentación que contribuyó al triunfo cómodo del peronista Schiaretti. Ahora se redefine el tablero y los de boinas blancas quieren negociar más arriba. De hecho, una de las resoluciones del plenario tiene que ver con la creación de una comisión encargada de llevar la negociación interpartidaria con la Coalición Cívica y el PRO. Es una de las claves de la jornada: los radicales seguirán en Cambiemos, pero pedirán más espacios.

Al fondo del fondo quedan los sectores menos macristas, que pugnaban por una alternativa propia. «Nos quedamos dentro del partido para seguir dando la batalla de las ideas», declaró Juan Manuel Casella, quien junto con Alfonsín y Federico Storani representan las voces más críticas. Acallada pero latente, queda la esperanza Martín Lousteau que impulsan el Coti Nosiglia y Emiliano Yacobitti, desde la UCR Capital, para lavar la cara de un gobierno en crisis. El ex embajador en los Estados Unidos dijo que no integra Cambiemos, aunque declaró que «si se arma algo grande voy a estar».

Ésta es la apuesta de un sector importante del radicalismo: la posibilidad de ampliar Cambiemos al GEN, el socialismo, los peronistas de Alternativa Federal e incluso Roberto Lavagna. Varios congresistas lo repiten como un mantra, pero en realidad suena difícil: sólo los tontos o los obtusos se suben a un barco que se hunde de a poco.

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