Las pibas tienen un punto

Comenzó el Mundial de Fútbol Femenino y Argentina jugó su primer partido después de doce años de no participar en la Copa. El lunes empataron contra Japón y se preparan para enfrentarse a Inglaterra. Sin embargo, este evento no es solamente deportivo. Es también político.

Aldana Cometti y Agustina Barroso se miran a los ojos y gritan. La foto, que las agencias mandan a los portales, las muestra -después de que el partido terminara-, en esa porción del campo que defendieron hasta tajearse el tobillo y hasta romperse el diente. La gambeta de Estefanía Banini a Narumi Miura y a Hina Sugita en el mediocampo del Parc des Princes se convierte en tapa de los diarios. Es que ahí en medio del suburbio del oeste parisino, la Selección hizo historia: consiguió su primer punto en un Mundial después de doce años de no participar en esta Copa.

El partido entre Argentina y Japón fue el segundo con más público en el estadio de la primera fecha del torneo con 25 mil personas, después de las 45 mil que asistieron al inaugural entre las locales y Corea del Sur. “Fue impresionante jugar en Parc des Princes, cuando entré pensé que estaba en una película. Yo me reía por momentos para aflojar pero me emocioné mucho”, dice la lateral Virginia Gómez que entró de titular, algo que hasta que Carlos Borrello se los dijo, no lo esperaba. Lo dejaron todo y eso se siente en los cuerpos. Hoy la Selección ya está en Deauville, un pueblo a cuarenta y cinco minutos de Le Havre en Normandía, donde el equipo enfrentará a Inglaterra el viernes. Y Virginia decide descansar durante la práctica. Está cansada. Le bajó la emoción del debut. “Imaginate si desde el banco lo vivimos como un subi-baja, aplaudimos cada pelota que robaban las chicas y festejamos cada rechazo de la defensa”, dice Adriana Sachs, que esta vez le tocó ser suplente. Después del partido, la 4 de la selección nacional buscó a su compañero en la tribuna. “Que él y mi cuñado estén acá, me hace sentir muy acompañada. Tanto como saber que muchos nos vieron desde Argentina”, dice. Las repercusiones llegan hasta Francia. “Mucha gente nos compartió por redes cómo se estaba viviendo en Argentina. Nos llegaron algunos mensajes de personas que no conocemos y que pidieron en sus trabajos poder verlo”. En los televisores de un supermercado del centro de Rosario, donde vive ella, sus amigas que trabajan allí pidieron que lo pasaran.

Aunque las jugadoras ya están pensando en el partido contra las inglesas y con revertir la única vez que se enfrentaron oficialmente, que fue en el Mundial de 2007, donde perdieron por 6 a 1, las repercusiones del primer partido sigue repicando acá y allá. Estefanía Banini compartió en sus redes las tapas de los diarios nacionales donde hablan de ellas y el mensaje en las redes sociales de Diego Maradona. Dos días después del empate histórico, la capitana posteó una foto suya abrazando a Aldana Cometti y volvió a dejar en claro: “No es un grito de gol, es un grito de cambios”. Así, marca de nuevo la línea de este Mundial. Un torneo donde las jugadoras de las distintas selecciones aprovechan la visibilización que tienen -el presidente de FIFA estimó que serán mil millones de espectadores que sigan la Copa por televisión en todo el mundo- para dar a conocer la situación del fútbol femenino en su país. Las reivindicaciones y el reconocimiento como trabajadoras en el caso de los países latinoamericanos son las claves de este torneo que las tiene como protagonistas.

Las jugadoras de la selección de Estados Unidos, tres veces campeonas del mundo, demandaron judicialmente a su federación en marzo de este año por discriminación de género. Su goleadora Alex Morgan, que metió 5 de los 13 goles con los que debutaron las estadounidenses contra Tailandia el martes, anunció que en caso de que Estados Unidos vuelva a ganar este año no irá a la Casa Blanca por su desacuerdo con las políticas de Donald Trump.

Por su parte, las australianas que hicieron huelga este año para visibilizar la necesidad de un contrato colectivo de trabajo, anunciaron el mismo día que comenzó el Mundial que lograron un aumento salarial y que pasarán a cobrar el mismo salario mínimo que en el fútbol masculino.

Mientras las jugadoras siguen entrenándose para jugar contra la selección inglesa, ocho de las pioneras del fútbol femenino viajan a Le Havre para estar presentes desde las tribunas y acompañarlas. Sueñan con rememorar ese Mundial de México de 1971 donde ellas fueron las que jugaron y le ganaron a Inglaterra 4 a 1.

Todas saben que este mundial se juega adentro y afuera de las canchas.

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