El arte de dilatar el tiempo

Color Municipal es la muestra individual de Florencia Caiazza, que se inaugura el sábado 27 de julio en la galería Hilo. La escultora, que venía trabajando con cemento y yeso, se arrima al tejido para buscar imágenes pausadas que propongan otra temporalidad.

Aletargar el espacio, ralentizar el tiempo, convertirlo en una masa chiclosa, densa, darle la propiedad de extenderse hasta el límite sin que se rompa. Generar hiatos -como charcos- en la temporalidad acelerada de la ciudad, adentrarse en la postergación, relamerse en el paso cansino de un segundero somnoliento. Esta es la propuesta de Color Municipal, la muestra que Florencia Caiazza inaugura este sábado en la galería HILO.

Una tarde de verano espeso es la escenografía -en loop- de la obra. Una estética que se repite día a día en las oficinas públicas bonaerenses. A partir de su participación en la beca Kenneth Kemble en 2017, Florencia se propuso trabajar en un proyecto gestado en un espacio municipal, dado que “me interesaba estar en un lugar que si bien es público, para muchos es su trabajo y se convierte en un ámbito privado. Mi idea era ser receptiva a lo que sucedía dentro del edificio, hacer una mimesis, una digestión de lo que había alrededor, la relación entre personas y de éstas con el espacio”, cuenta la artista.

Fue entonces cuando Florencia -cuya obra escultórica ya venía ligada a la relación entre el espacio, la itinerancia y el nomadismo- trasladó su taller a la Casa de la Cultura de Boulogne en San Isidro. Ante la falta de actividades -por el receso escolar de verano- y la imposibilidad de expandirse físicamente, Florencia comenzó a trabajar en base a la arquitectura del edificio, donde previamente habían funcionado un hospital público y un colegio.

Camuflándose en la quietud de la casona vacía, la artista comenzó a tejer, una técnica propia del cemento y del yeso a la cual se había arrimado durante su residencia en Hamburgo (Alemania). “Estando en el frío de Alemania necesitaba una práctica que me contuviera y me llevara a un hacer más cálido y apareció el tejido como posibilidad, por lo que ahí empecé a explorar la idea de dibujar tejiendo”, cuenta Caiazza, quien formó parte del Programa de Artistas de la Universidad Di Tella en el año 2015 .

Dibujos y piezas tejidas del año 2016 en Hamburgo, Alemania

De dibujar tejiendo, en el frío del invierno germánico, pasó al verano bonaerense donde la lana se convirtió en hilo y el tejido en un mantra con el cual atravesar la quietud de las pesadas horas del verano. Entonces comenta: “la práctica del tejido es un acto automático, mecánico pero meditativo, donde te perdés”.

Siguiendo la idea de trabajar en el contexto -interviniendo y siendo intervenida-, Florencia utilizó la paleta de colores de la Casa de la Cultura de Boulogne como nexo entre el espacio y la obra. “El color es una marca, un indicio, contexto y afectividad”, escribe Jimena Ferreiro, curadora de la muestra en su texto.

Florencia habla de su trayectoria como algo orgánico, que muta, y de las muestras como si fueran detenimientos, demoras que permiten datar el proceso. Habla de la demora también cuando explica su propia obra, una imagen estática en un mundo de imágenes dinámicas que se capturan, se suben, se mandan y se descartan en el enjambre cibernético.

Color Municipal se propone alterar la vorágine de imágenes en una época donde las historias de Instagram caducan cada 24 horas. Tonos, detalles, planos y matices de la obra se descubren lentamente ante los ojos cuando uno se demora, como si se acostumbraran a la oscuridad.  “La intención fue hacer una investigación cromática, empecé a tejer con colores muy similares entre sí, de cantidad de luz y así se genera una vibración con el color en la que también te perdés. Las obras están atravesadas por otra temporalidad porque son muy lentas de hacer y el tejido mismo te desacelera, son obras que si uno las mira con la temporalidad acelerada que tenemos, no ves absolutamente nada”.

Como una de las premisas fue no despegarse totalmente del espacio donde la obra fue gestada a la hora de llevarla a la galería Hilo, Florencia decidió montar junto a la curadora los tejidos sobre rectángulos pintados en la pared del pantone exacto de la Casa de la Cultura de Boulogne. “Para que la arquitectura de la galería no se hiciera presente no pinté toda la sala, la idea era generar diálogo entre las obras y no con el espacio que las está alojando ahora”, explica la creadora, quien también anticipa que existe un guiño con la teoría del color de Josef Albers, según la cual el color es contexto.

Color Municipal abrirá el sábado 27 de julio a las tres de la tarde, una hora inusual para las inauguraciones del mundillo artístico pero elegida especialmente para contemplar las obras con luz natural. Luego podrá visitarse hasta el 27 de septiembre en Scalabrini Ortíz 1396 y el sábado 3 de agosto como parte del recorrido de Abre Lista. Color Municipal podría ser todo esto o nada: una estructura itinerante o una instalación nómada, una obra trashumante que absorbe su contexto o que lo traslada, un bulbo desraizado que brota donde se lo germine o un tejido orgánico que se adecua al lugar que habita, como la hiedra.

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios