Los goles no se cuentan, los goles se festejan

Después de 28 años de práctica amateur, el fútbol femenino firmó sus primeros contratos profesionales en el país. ¿Qué lugar ocupan las disidencias en este deporte? En una charla con El Grito del Sur, el equipo de Fútbol Militante contesta: “Hubo un Mundial y lo vio un montón de gente, pero la propuesta sigue siendo binaria, cisexista y heteronormativa”.

Ilustración:

El verdadero fútbol disidente sí existe. Todavía lejos de las grandes pantallas y de los contratos profesionales de la Superliga, está protagonizado por personas trans, no binarias, neurodiversas, gais y lesbianas que durante años creyeron que el deporte no era para elles.

Fútbol Militante nació al calor del XX Encuentro Nacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans, realizado en Mar del Plata en el año 2015. Allí se conocieron les integrantes del equipo que, una vez en Buenos Aires, comenzó a tomar las canchas del Parque Los Andes, en Chacarita, donde se reúnen cada martes al atardecer. Uno de los pocos parques de la ciudad que aún no está cercado por rejas.

“Ocupar la calle siempre fue una forma de poner el cuerpo como una grupalidad. Juntarnos a la noche en Chacarita implica poner nuestras corporalidades en lugares o espacios donde, en otras circunstancias, pueden correr peligro. Y también reconfiguramos nuestra presencia en un parque público”, cuentan en conjunto a El Grito del Sur. “Muchas veces nos encontramos con otros grupos y ponemos en cuestión esos espacios que se ocupan, los disputamos y generamos un ambiente de cuidado”.

Futbol Militante

En un primer momento, Fútbol Militante se pensó como un equipo de mujeres. “La ola feminista recién empezaba a rozar las costas de nuestras propias realidades, y esta propuesta emancipatoria del feminismo empezaba a hacerse presente en nuestro propio recorrido, en nuestro propio estar en el mundo”. Con el tiempo, el equipo creció y se transformó. Hoy está conformado por masculinidades trans, lesbianas y mujeres.

Para les integrantes de Fútbol Militante, anotarse en un torneo de fútbol femenino siendo un equipo que ya no se identifica puntualmente de esa manera también es un gesto político. “Es parte de la militancia que hacemos. Nos gusta tomar las categorías femenino/masculino como asalto, hackearlas con nuestros cuerpos siendo lo que son y habitando esas categorías que se imponen, y que pasan un poco al ridículo cuando la foto muestra otra cosa”.

Su frase de cabecera es : “Los goles no se cuentan, los goles se festejan”. “Esta frase nos hace volver a la idea del fútbol como excusa para compartir otras cosas que suceden incluso afuera de la cancha. Lo que pasa una semana antes del partido o después del entrenamiento. Queremos salir de la competencia, de esa cosa capitalista que lleva todo a la cuestión de la competitividad del todes contra todes. No invertimos tiempo en querer ganar, porque el capitalismo se apropia de todo a partir del tiempo”.

Si bien reconocen que este año el fútbol dio un gran paso en materia de inclusión e igualdad, abriendo la posibilidad de profesionalización de los contratos a las mujeres en el fútbol y con la participación del seleccionado femenino en el Mundial de Francia, también señalan que aún queda mucho trabajo por hacer para que se integre a las disidencias. “No se puede negar la aparición de las mujeres cis jugando a la pelota. Hubo un Mundial y lo vio un montón de gente, pero la propuesta sigue siendo binaria, cis y heteronormativa”.

“El beso lesbiano que se viralizó durante el Mundial es el de dos mujeres rubias, hegemónicas, y eso adentro de lo que decimos que es el fútbol de la igualdad, les ganadores de siempre, quienes nacieron con la parte de la torta y además se la llevan”, expresan en relación a la foto que se viralizó en las redes sociales en la que la pareja de jugadoras Magdalena Eriksson (selección de Suecia) y Pernille Harder (selección de Dinamarca) se besan al finalizar un partido que las enfrentó y que dejó afuera del torneo al seleccionado danés.

Magdalena Eriksson (selección de Suecia) y Pernille Harder (selección de Dinamarca)

A pesar de esto, coinciden en que el fútbol sí comenzó a deconstruirse. “Nos parece importante reconocer cuáles son nuestros pisos e ir subiéndolos, cambiando esas estructuras y pilares que nos sostienen y que nos enseñaron durante tanto tiempo. El ejercicio consiste en generar una gimnasia de hacernos preguntas sobre esto”.

Un entrenamiento queer

Queer Fit surgió en el 2017 con la necesidad de generar un espacio de entrenamiento cuidado para cuerpos disidentes. Ese mismo año, Luca BamBam, el instructor físico de esta propuesta, comenzó su transición. “Junto con dos amigues queríamos generar un espacio para que les cuerpes diverses se sintieran contenidos y seguros. Queremos que quienes se acerquen sepan que sí pueden hacer deporte”, explica a este medio.

Su propia experiencia lo llevó a darse cuenta de la poca información que circulaba en la comunidad trans sobre los modos de entrenar los cuerpos. “Lo que me choca del deporte profesional de alto rendimiento es lo segregador y jerarquizador que es. Cuando las personas se acercan a Queer Fit, vienen sufriendo ese rechazo desde hace mucho tiempo y llegan con una conexión fatal con elles mismes”.

Foto: Nicolás Cardello

Luca creció en una familia de futbolistas de segunda y tercera división. Su padre deseaba tener un hijo varón, y si Luca lloraba, no le permitían jugar con los chicos. A la joven edad de 10 años presenció la primera escena que lo marcaría para siempre. “Un entrenador extranjero llegó a mi club y le cerró el futuro a una de mis compañeras porque no era olímpica”, cuenta. En otras palabras: por gordofobia.

Luca también tuvo que desaprender. Y sus alumnes le enseñaron mucho.

Lección número 1: respetar el espacio personal. “Lo que cambia en el entrenamiento queer es la relación humana”, explica. “Muches de mis alumnes son neurodiverses y eso implica otro abordaje sobre el cuerpo. No podés tocarle el hombro a alguien o decirle ‘¡contraé el abdomen!’ mientras le presionás el estómago. El acercamiento no puede ser imperativo”.

Lección número 2: cambiar el tono de voz. “En el fútbol, retar es muy común. Eso hay que desaprenderlo. Hay muchos chicos que tienen temas de autoestima baja, que llegan con mensajes de ‘no lo puedo hacer’. Se trata de buscar las progresiones de acuerdo a cada persona”.

Lección número 3: lo importante es disfrutar. “Ser neurodiverse implica tener ataques de pánico, ansiedad social, problemas de sobreexigencia y frustraciones. Una vez fuimos a un torneo de fútbol con 40 personas y mis alumnxs estaban contra la pared, pálides. Les dije ‘si hoy jugamos y salimos sin tener ningún ataque, ya ganamos’. Eso los hizo sentir más tranquiles. Al final, la competencia y la neurodiversidad no son amigues”.

El sueño de Luca es poder armar un equipo de fútbol formal, disidente y diverso, y participar en torneos. Por eso afirma, contundente: “Estamos trabajando para hacerlo realidad”.

Ilustración: Honolulu
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Alejandra Zani

Es licenciada en Comunicación Social UBA, docente en UNTREF Virtual y Universidad de Moreno. Cofundadora de La Primera Piedra, colabora con Agencia Presentes. Autora de "El cero es un número natural" de Concreto Editorial.
@alejandramzani