El movimiento y cuentas pendientes: feminismo para el 99%

En el contexto de su muestra "Puede que esta vez sea diferente", la artista norteamericana Martha Rosler formó parte de la mesa de debate “Feminismo y pendientes”, junto a María Pía López, Anny Ocoró Loango y María Inés La Greca. 

En Semiotics of Kitchen, su performance realizada en 1975, Martha Rosler cuestiona el rol de las mujeres en el trabajo doméstico. En esta acción, que llega a nosotres a través de la imagen brumosa de un video blanco y negro, la artista parodia los programas de cocina de los setenta asignándole una letra de la A a la Z que los utensilios de la cocina asociados al espacio doméstico. Esta pieza, que pasó a la historia del arte como un icono de la segunda ola feminista aunque no ha perdido vigencia, cobra otro sentido a la luz de la precarización laboral y la feminización de la pobreza que se extiende hoy en Argentina y en toda Latinoamérica.

La biblioteca de Martha Rosler en BIENALSUR

Más de 40 años después de Semiotics of Kitchen, Rosler presenta en Argentina su muestra «Puede que esta vez sea diferente» como parte de BIENALSUR haciendo referencia a las deudas del movimiento feminista de los ´70. Junto con el registro de sus performances y sus fotomontajes, Rosler armó una biblioteca de libros feministas a disposición de les visitantes.

En este contexto, la artista norteamericana formó parte de la mesa de debate “Feminismo y pendientes” en la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF), junto a María Pía López y Anny Ocoró Loango, bajo la coordinación de María Inés La Greca.

Con la sala llena, las oradoras hablaron sobre la coyuntura actual del feminismo y retomaron el  manifiesto de un «Feminismo para el 99%», escrito por Nancy Fraser, Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya. “Alzando la voz por todes aquelles que son dominades, oprimides y marginades, el feminismo aspira a convertirse en una fuente de esperanza para toda la humanidad”, leyó La Greca retomando el texto que aboga por un feminismo antirracista, ecosocialista, interracialista, antineoliberal y anticapitalista.

Fotocollage de Martha Rosler

La primera en tomar la palabra fue María Pía López. La socióloga y escritora de ‘Apuntes para la militancia’ resaltó la resignificación de la huelga que realizó el movimiento feminista, evidenciando que, en un contexto de precarización, es necesario generar formas de manifestarse que apelen no sólo a las y les asalariades, sino a quienes participan de la economía informal y llevan a cabo los trabajos  de cuidado que permiten el funcionamiento del sistema capitalista. López planteó la importancia de pensar que no es casual el contexto y las condiciones en las cuales hace irrupción nuevamente el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans.

“La lógica de reproducción del capital coaliciona en contra de la lógica de la reproducción de la vida porque produce un régimen de crueldad donde un conjunto de vidas se entienden como vidas desechables. La emergencia del Ni Una Menos se dio luego de que aparecieron cuerpos en bolsas de basura y vino a reforzar que ninguna vida es desechable. Pero ninguna vida. Si no respetamos eso podríamos tener un devenir totalmente punitivista y en pos de cuidar los cuerpos de mujeres, lesbianas, travestis y trans aceptar que los castigos a personas que ejercen violencia se realicen en los antros de tortura a los que llamamos cárceles. En Argentina estamos discutiendo todos los días los temas de la reproducción de la vida. Aparecen por parte del Estado proyectos como el Servicio Cívico Voluntario, que cambia la cárcel por un cuartel para redisciplinar violentamente a les sujetes estigmatizades como peligroses. Se apunta a la población ni-ni (ni trabajan ni estudian), cuando todas las estadísticas indican que la mayoría son mujeres jóvenes que se dedican a cuidar a sus hijes, a sus hermanes y a realizar trabajos domésticos. O sea que son un conjunto de la población que hace un esfuerzo sostenido, sistemático y absolutamente desgastante en términos de la reproducción social. Cuando el feminismo politiza la noción del trabajo se muestra como el lugar de elaboración de una alternativa a la lógica de la crueldad neoliberal que sólo funciona generando muerte y lógicas de exclusión”.

Fotocollage de Martha Rosler

El segundo lugar fue para Anny Occoro Loango. La activista, Doctora en Ciencias Sociales y Master en Ciencias Sociales con Orientación en Educación, habló de la importancia de que la nueva ola feminista tenga presente la interseccionalidad del activismo. “Es necesario romper las estructuras racistas que están alojadas en toda la sociedad; un feminismo realmente plural tiene el desafío de poder articular entre los distintos actores nuevas luchas que puedan discutir otro lugar común que no sea el hombre blanco”, comentó.

“El feminismo no es sólo cuestión de techos de cristal porque hay poblaciones que nunca han llegado a tocar el techo de cristal y que aún sin participar de los sectores laborales formales son explotadas. Cuanto más se escala en jerarquías más blanca la población, eso no es por falta de mérito. ¿No es acaso el discurso de mérito un eufemismo para negar el racismo que existe en América Latina?”, subrayó Occoro, quien llamó a revisar los privilegios dentro de los feminismos.

Por último fue el turno de Rosler, quien ayudada por una intérprete automática destacó la importancia de que existan espacios para hablar de estos temas sin eufemismos y señaló que en Estados Unidos les artistas evitan sentar posición política para que no se les cierre el acceso a las instituciones. “En la década de los ´70 cualquier relación con el feminismo hacía que las artistas sean dejadas de lado, incluso las más activistas no querían ser leídas como feministas, quiero subrayar que esa época terminó”, celebró.

Sobre los feminismos norteamericanos, Rosler manifestó la importancia de tener en cuenta la interseccionalidad. “A pesar de los esfuerzos por dividir las clases -para que cada uno tenga en claro en donde debe estar- en Estados Unidos se han logrado grandes cambios, especialmente gracias a las luchas de las poblaciones de color y a la autoorganización de las mujeres en la industria de los servicios. Esto condujo a luchas específicas que nos recuerdan en todo momento que la clase trabajadora no está constituida sencillamente por hombres blancos”.

Fotocollage de Martha Rosler

“Al momento de considerar los distintos tipos de feminismos debemos tener en cuenta que no deben manifestarse en forma separada, sino como una intersección porque las identidades que nosotras representamos se presentan en diferentes vetas que no necesariamente responden a las categorías que se nos quieren imponer. En Estados Unidos ya pasamos por intentos de generar diferentes cismas internos y lo que ha logrado es dividirnos y dividió nuestra capacidad de trabajar en conjunto, por eso es importante reconstruir las alianzas. Ahora nos estamos enfrentando con la desaparición del contexto histórico, como si el pasado no tuviera ninguna lección. Obviamente depende de quien maneje las redes del poder, incluso quienes la estudian pueden llegar a no poder evitar la repetición pero sabemos que quien no recuerda la historia está condenado a repetirla”, advirtió la artista y agregó como cuestión pendiente a futuro: “Si la idea es hacer un movimiento del análisis histórico al activismo, es fundamental considerar las formas de activismos que tienen que ver con la simbolización, la cristalización y la catalización de las conductas a través de los slogans y otras formas de señalización, es decir la importancia del lenguaje y la semántica”.

El sábado, en otra conferencia, Martha había dicho: “El arte no cambia al mundo. Las personas cambian al mundo”. Sin embargo, fue una cita de Marx lo que en esta ocasión eligió para finalizar su exposición y dar paso a las preguntas. Rosler recordó que el teórico alemán ya había dado cuenta que al capital no le importan las vidas de la clase obrera, a menos que se le obligue a hacerlo y agregó que los feminismos eran los encargados de recordar al mundo en la contemporaneidad quién es la clase obrera. La frase se expandió por la sala y desde su voz anglosajona tomó un tinte inevitablemente local con sabor a lucha verde y deseo.

Performance Semiotic of the Kitchen
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