Defender los colores ante la adversidad

Los Juegos Panamericanos disputados en Perú fueron el escenario donde nuevamente quedaron expuestas las desigualdades sufridas por los seleccionados femeninos que representan a nuestro país. En este caso el básquet y el fútbol sufrieron estas situaciones en carne propia.

En el deporte el feminismo avanza a paso lento. Las diferencias de condiciones materiales y económicas entre los equipos femeninos y masculinos prevalecen internacionalmente y tienen consecuencias en el desempeño de los mismos. En el Mundial de fútbol femenino de Francia, realizado este año, la FIFA repartió 30 millones de dólares en premios para las selecciones femeninas. Si bien parece mucho, la cifra sigue siendo nimia en comparación con los 400 millones que la federación destinó para Rusia 2018.

En nuestro país, recientemente algunos hechos sucedidos en los Juegos Panamericanos volvieron a evidenciar que el machismo no sólo incide en la diferencia económica, sino que se impone quitándole la voz a las jugadores.

Ya desde la previa a los Juegos Panamericanos, la selección de fútbol femenino vivió momentos de tensión. El fuego cruzado entre las jugadoras -que pretendían un recambio en el cuerpo técnico- y las autoridades obtuvo como respuesta la exclusión en la convocatoria de quienes reclamaban ser escuchadas. “Los conflictos no se solucionan con silencio y apartamiento”,  explicó Mónica Santino, referenta del fútbol femenino nacional.

El equipo femenino venía de una participación histórica en el Mundial de Francia, lo cual había despertado el interés del mundo entero. Pero los preparativos para el siguiente compromiso deportivo no iba a darse de la mejor manera. En la última jornada compartida en Francia, las 23 integrantes del equipo organizaron una reunión para debatir sobre el futuro. La mayoría manifestó no estar conforme con los métodos del cuerpo técnico y coincidían en la necesidad de una nueva conducción.

Tras pisar suelo argentino y ser recibidas como heroínas, las jugadoras fueron liberadas y muchas viajaron hacia sus pueblos de origen para pasar unos días en familia, antes de volver a encontrarse para comenzar los entrenamientos de cara a los Juegos Panamericanos. La intención era reunirse lo antes posible con Claudio «Chiqui» Tapia, el presidente de la AFA, para plantear su idea sobre el futuro del seleccionado, pero ésta nunca se concretó y las 23 nunca se volverían a encontrar. En el medio se conoció la lista de jugadoras convocadas para ir a Lima a disputar los Panamericanos, en la cual brillaban por su ausencia jugadoras como Ruth Bravo, Belén Potassa y la capitana Estefanía Banini. “Ellos, que son los únicos que cobran, que por tener diferencias de pensamiento han decidido dejarme afuera de la posibilidad de defender a mis amados colores”. Así se refería Ruth Bravo al cuerpo técnico en el descargo que hizo por redes sociales a la par de las otras jugadoras afectadas. Al enterarse de lo sucedido, Florencia Bonsegundo, que sí estaba en la lista, decidió bajarse voluntariamente de la convocatoria en solidaridad con sus compañeras.

Las jugadoras explicaban que Carlos Borrello, el actual director técnico, les decía cosas en el vestuario como “nos defendemos porque no me quiero comer 11 de nuevo”. Esas eran las diferencias que tenían las jugadoras y por las cuales creían que debían bregar por una renovación. La respuesta se basó en el argumento de la alternancia y sucesivas fotos publicadas por el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, en apoyo al cuerpo técnico. En definitiva, las caras visibles del pedido de recambio estaban afuera de la convocatoria.

“En este caso el gran agujero es dirigencial, porque cuando hay un conflicto de esta naturaleza lo que se espera es que los dirigentes junten a las partes para solucionar el conflicto. Esta forma de resolver los conflictos sigue siendo patriarcal, los conflictos no se solucionan con castigo y silencio. Creo que, mientras no tengamos dirigentes mujeres y entrenadoras con perspectiva de género al frente del fútbol de mujeres, vamos a seguir teniendo estos tropiezos”, explicó Santino.

Incluso en este clima enrarecido, las pibas supieron representar al país de la mejor forma en los Juegos Panamericanos . “Siempre va a haber diferencias, pero el punto clave es que no genere un efecto negativo y en este caso el equipo logró sobreponerse y hacer un gran torneo. También perder en la final por penales generó tristeza, pero eso duró muy poco porque las jugadoras enseguida se dieron cuenta de lo que habían logrado, quedaron en la historia del futbol argentino”, sentenció la periodista especializada Romina Sacher.

Por su parte, las jugadoras de la selección femenina de básquet, en el marco de la misma competencia, sufrieron otro grave incidente que forzó su pronta eliminación de la competencia. El segundo partido que debían disputar se les dio por perdido sin ser jugado por no tener la indumentaria adecuada para el encuentro.

Las Gigantes, como se conoce al seleccionado femenino de básquet, habían llegado al Coliseo Eduardo Dibós, para disputar su segundo partido contra Colombia. Pero el comienzo del partido se vio frustrado cuando quedó a la vista que las jugadoras argentinas llevaban puestas camisetas azules al igual que las rivales, aunque previamente había sido determinado por la organización que usaran remeras blancas.

Tras la falencia logística que retrasó el comienzo del partido más allá de lo estipulado por el reglamento, la organización decidió darle los puntos al conjunto colombiano. Las argentinas, a pesar de haber jugado un buen partido, habían sido superadas en la fecha debut por la dura selección de los Estados Unidos, por lo que esta segunda derrota significó su eliminación del certamen.

“Comparar con los chicos es algo que no vale la pena porque sabemos que vivimos en un país sumamente machista en el que las cosas para las mujeres cuestan un montón más”, comentó Sofía Aispurúa, jugadora de Obras y del seleccionado argentino, a la vez que reivindicó la buena predisposición de la Confederación Argentina de Basquetbol (CABB) a la hora de recibir los reclamos hechos por las jugadoras.

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Julián Rodrigo Valdez

Estudiante de comunicación social (UBA), cronista y periodista, músico