Por un ecologismo popular y latinoamericanista

La juventud, sin lugar a dudas, ha sido uno de los principales actores emergentes de la política en el último tiempo y se ha volcado de lleno a discutir temas que van desde el feminismo hasta el ambientalismo. Para abordar este último fenómeno hablamos con Mercedes y Bruno, de Jóvenes por el Clima.

Mercedes Pombo tiene 19 años y estudia la carrera de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Bruno Rodríguez tiene 18 años y se encuentra cursando dos carreras en la UBA: Ciencia Política y Derecho. Ambos militan en Jóvenes por el Clima, una organización internacional que reúne a pibes y pibas movilizades por el cambio climático para concientizar y promover el cuidado del medio ambiente. En nuestro país esta propuesta ha tenido una gran acogida entre el público joven y se han desarrollado, desde distintas partes del país, núcleos de activismo por la causa.

Foto: Virginia Robles

“El movimiento tiene referencia en un colectivo internacional que se gestó recientemente, pero en Argentina nuestro movimiento local tiene la inquietud particular de resignificar el ambientalismo porque consideramos que hoy en día tiene una implicancia sumamente superficial y banal que lo relaciona con una conducta individual“, explica Mercedes. “Al enterarnos que se estaban impulsando movilizaciones en Europa, encabezadas principalmente por jóvenes de nuestra edad, lo que hicimos fue juntarnos con compañeros y compañeras de distintos recorridos y militancias en base a la inquietud acerca de cómo la crisis climática y ecológica que está avanzando a nivel mundial afecta particularmente a nuestro país”, complementa Bruno.

El crecimiento y la organización del colectivo fue tan cuidadosa como apresurada: en febrero de este año empezaron a reunirse en la casa de uno de los amigos de Bruno, se organizaron en distintas comisiones y se comunicaban por WhatsApp. Así fue como el 15 de marzo realizaron la primera marcha internacional, que en la Ciudad de Buenos Aires reunió a 5000 personas frente al Congreso de la Nación y que fue replicada en las distintas provincias de nuestro país. Esa misma fecha presentaron a la presidencia de la Cámara de Diputados un petitorio con distintas reivindicaciones del sector.

Actualmente Jóvenes por el Clima tiene sedes en distintos lugares de la Argentina y algunes de sus referentes y referentas se encuentran recorriendo las distintas provincias para conocer en profundidad la situación de cada territorio. Las principales problemáticas que se presentan en nuestro país -explican- están relacionadas a la industria de los agroquímicos, la deforestación masiva, la invisibilización de las cuencas y el desplazamiento, muchas veces acompañado de represión, de los pueblos originarios. A esto se le suman también las inundaciones, un problema cada vez más común que, según alertan, se está cobrando vidas.

Partiendo de este estado de situación, los objetivos de este agrupamiento juvenil tienen que ver principalmente con la concientización y la puesta en la agenda pública de esta problemática. «Hay que llevar a cabo una tarea de resignificación para que se entienda que ésta no es una problemática abstracta ni vinculada a lo estético, sino que es netamente social y en ese sentido tenemos que llevar a largo plazo una tarea de cambio cultural y concientización de la población en su totalidad, vinculándolo también con una cuestión educativa», reflexionan.

Es mejor plantarse que ser una planta

Desde Jóvenes por el Clima vienen realizando un estudio minucioso de la situación actual en materia climática y han analizado en detalle las políticas que ha llevado adelante el gobierno de Mauricio Macri para atender la problemática. «Este gobierno se encargó de darle una impronta sumamente superficial a la cuestión ambiental tomando medidas que rozan lo banal, como utilizar el slogan “Ciudad Verde” o aplicar este tipo de estrategias para hacer pasar por ecológicas medidas que nada tienen que ver con ello», describe Pombo.

Mercedes Pombo, 19 años. Foto: Virginia Robles

En su recorrida por las distintas provincias del país pudieron observar también la desarticulación entre el Estado nacional y los distintos distritos provinciales, ni hablar de las municipalidades. En este sentido, resaltan la importancia de la aprobación de un proyecto como el presentado por el senador Fernando «Pino» Solanas, que tiende justamente a revertir esta situación y a incrementar el presupuesto destinado para dicho objetivo.

Ambos aseguran que la tan famosa como polémica performance del secretario Bergman hace algunos años atrás refleja a la perfección el tratamiento y la perspectiva con la que la alianza de Gobierno ha tomado el tema, llevándolo justamente hacia todo lo que este grupo de jóvenes activistas viene criticando.

De todas formas, tiempo más tarde el rabino buscó remediar aquella equivocación y desde hace ya un tiempo viene manteniendo reuniones periódicas con algunes de les integrantes de Jóvenes por el Clima. Acompañado por sus equipos técnicos y mediado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el funcionario oficialista se muestra abierto al diálogo y predispuesto a tratar los distintos temas que les jóvenes llevan a la mesa.

Pero el «Ministro verde» no es el único que se ha pronunciado ni tomado medidas al respecto. «Cuando hablamos de la industria de los agroquímicos podemos mencionar el caso reciente de Entre Ríos, donde el presidente defendió estas industrias alentando a que las escuelas que estaban en la periferia donde se estaban llevando a cabo estos emprendimientos se muevan y no que se dejen de llevar adelante este tipo de actividades», arroja Mercedes.

«No podemos olvidar la impronta neoliberal que tiene este gobierno y las implicancias que eso tiene con respecto a nuestra soberanía y lo que implica eso en términos de nuestros recursos naturales, que también es una problemática que está netamente relacionada con lo ambiental», agrega Rodríguez, uno de los principales referentes de la organización.

Florecen victorias, fruto de la lucha

A pesar del poco tiempo transcurrido desde el surgimiento de este colectivo, ya han logrado realizar exitosamente dos grandes movilizaciones, el 15 de marzo y el 24 de mayo. En la última presentaron un escrito en la que convocaron a pueblos originarios, sociedad civil, referentes juveniles y la comunidad científica a diseñar de conjunto políticas públicas que atiendan esta problemática. Además, tras atravesar el camino de la perseverancia y la insistencia, finalmente lograron que el 17 de julio el Congreso de la Nación declare la Emergencia Climática.

También en el plano internacional han ido tejiendo alianzas y avanzando en términos organizativos. «Tenemos la intención de asistir al SAMIT de la Juventud de Naciones Unidas, que se realizará en septiembre en Nueva York, y también ir a la Conferencia de las partes, que es la instancia de Naciones Unidas donde se juntan los jefes de Estado a discutir sobre el cambio climático», cuenta Bruno.

Bruno Rodríguez, 18 años. Foto: Virginia Robles
Ser o no ser vegane, esa es la cuestión

En medio de grandes debates a nivel nacional, en el último tiempo se ha desatado un nuevo River-Boca que contrapone nuestra actual alimentación frente a una dieta sana y respetuosa del medio ambiente. Puntualmente, se propone poner en cuestión cómo nos relacionamos con el ecosistema y en qué grado abonamos o no al deterioro del mismo. De todas formas, no todo es blanco o negro, y justamente desde Jóvenes por el Clima vienen a plantear grises interesantes para analizar.

“Queremos sacar el foco del activismo vegetariano, no porque no nos parezca bien, porque de hecho individualmente es notoria la cantidad de personas de nuestro movimiento que son vegetarianas o veganas, sino sobre todo porque es una forma de excluir”, comienza explicando Mercedes. “Si lo que queremos generar es un reclamo masivo y que se genere un reclamo de la totalidad de la población para poner en agenda este tema, tomar una cuestión bastante exclusiva como el veganismo o el vegetarianismo como bandera principal lo único que hace es excluir a mucha gente de nuestro movimiento y hacer que el mismo tenga menos fuerza”, continúa.

Ahora bien, esto no habilita de ninguna forma a restarle importancia a las críticas ciertas que se arrojan sobre los modos de alimentación y los métodos de producción, fundamentalmente la ganadera, que predominan hoy en nuestro país y el mundo. En este sentido, “también creemos que hay una relación inmediata entre el consumo alimenticio-producción de alimentos y el cambio climático: es notorio cómo la producción ganadera utiliza más recursos que la producción agrícola y al mismo tiempo los animales, a través del gas metano, contribuyen significativamente al cambio climático”, agrega Mercedes.

Bruno no quiso quedarse fuera de la polémica y contó que fue parte de la organización de la intervención en La Rural de la que tanto se habló en los medios. “Reivindicamos completamente las acciones del activismo vegano siempre y cuando estén relacionadas íntimamente con las necesidades de la gente”, dice.

En este sentido, refuerza las críticas a los actuales métodos de producción y sus efectos ambientales: “La industria cárnica, por acumulación de actividades productivas, es el principal factor de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel nacional y a nivel internacional. ¿Cómo un país que tiene una capacidad para producir alimentos y abastecer a 400 millones de personas lleva todos sus alimentos de la industria agrícola para alimentar ganado teniendo los índices de hambre y marginación social creciendo diariamente? -se pregunta-“.

De todas formas, insiste con el enfoque popular que plantean desde Jóvenes por el Clima: “Esto tiene que ser vinculado con una cuestión social y debe dejar de ser un tema que solamente pueda ser militado desde un componente de privilegio de clase, porque en un futuro va a atentar también contra los intereses de la oligarquía agraria y ganadera”.

“Ser vegane o vegetariane es más caro que comer carne”. ¿Mito o realidad?

Mucho se debate al respecto y las posturas generalmente varían de acuerdo al consumo que defiende cada une. Sin embargo, Bruno y Mercedes, ambos pro-veggie, coinciden en que la ingesta de menús que no contengan carne representan hoy en día una suerte de privilegio debido al costo que esto conlleva. “Las personas que actualmente están militando esta cuestión muchas veces tratan de poder romper esa barrera cultural que se da sobre el mito de si es elitista o no llevar una dieta vegana, y evidentemente hoy en día sí lo es porque la oferta que tenemos es de embutidos y de industrias que se dedican a producir comidas ya preparadas que lógicamente van a ser más caras”, menciona Bruno.

Foto: Virginia Robles

A su turno Mercedes sumará: “La preocupación misma de consumir exclusivamente productos veganos o vegetarianos cuando hay gente que tiene la preocupación de poder comer es sin lugar a dudas elitista”. De todas formas, coinciden en que esto se debe en gran medida a una falta de iniciativa desde el Estado, que no promueve políticas que tiendan a aumentar la demanda de estos productos y logren que el costo sea menor.

Una alternativa por fuera de GreenPeace

Consultades sobre los motivos que les llevaron a construir un espacio por fuera de los tradicionales, que cuentan ya con una gran trayectoria y reconocimiento en el tema, explican: “Nosotros consideramos que hay una serie de organizaciones con muchísima trayectoria, pero nos parece que hay una impronta de la mayor parte de ellas que tiende a un tratamiento individualista del problema”. Es decir, no acuerdan con la perspectiva de abordaje y tratamiento de la problemática.

“Además, las organizaciones sin fines de lucro por su misma naturaleza no pueden llevar a cabo políticas públicas. Nos parece que las organizaciones tienen que existir, pero también el Estado debe cumplir su labor, y al no haber una exigencia en la sociedad civil para hacer cumplir esa labor es necesario un movimiento que, sin personería jurídica, actúe como presión para que estas cuestiones estén en la agenda pública y sean abordadas de manera sistémica”, agrega el joven egresado del Nacional Buenos Aires.

No quedan dudas: desde Jóvenes por el Clima tienen muy claro lo que quieren, cómo lo quieren y cuándo lo quieren. Sin embargo, en medio de tanta confusión y rodeades de una sociedad compuesta de opinólogos que van construyendo y proliferando su propia teoría acerca de las cosas, sienten la obligación de aclarar algunas de ellas: «Estamos completamente a favor de desarrollar la industria nacional, pero sí o sí desde un enfoque sustentable y con el menor impacto ambiental posible».

Al mismo tiempo, dibujan algunas posible líneas de acción para contribuir al enorme proyecto que implica cambiar de raíz todo un sistema y un estilo de vida con el que crecemos y adquirimos casí preformateadamente. Hablan de los trabajadores y las trabajadoras de la Economía Popular, un sector olvidado por muchos y muchas que cumple un rol clave en la recoleccion y la reutilización de una enorme variedad de materiales.

Foto: Virginia Robles

Por otro lado, en el plano educativo, consideran que podrían llevarse a cabo planes de alimentación para les estudiantes que devengan, por ejemplo, en una mayor ingesta de plantas. También la realización de huertas, el reciclaje, el consumo orgánico, entre otras estrategias muy útiles para adoptar un comportamiento distinto del que venimos acostumbrades.

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Christopher Loyola

Estudiante de Edición (FFyL-UBA), Presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL).