Nuevo (des)Encuentro

La organización que supiera conducir Martín Sabbatella se divide en distintas líneas internas. Nación y Ciudad ya son cosas separadas hace tiempo y ahora, les porteñes, golpeados tras el cierre de listas, se debaten entre armar una formación propia en Capital o profundizar diálogos con el Movimiento Evita.

La derrota de 2015 dejó heridos por muchos lados y su consecuente impacto en las organizaciones políticas populares generó que numerosos partidos sufrieran rupturas, líneas divisorias internas y hasta tendencias, como sucede con el célebre y cincuentenario Partido Obrero. Esta vez es el caso de Nuevo Encuentro. La agrupación nacida en Morón al calor del trasvasamiento generacional de una Juventud Comunista reorganizada en torno al intendente más joven de la provincia, Martín Sabbatella, hoy se divide en varias lineas internas que luchan por la dirección del partido.

El primer quiebre fue la expresión política de una grieta: de un lado los «Cristinistas», referenciados con Sabbatella y Mónica Macha a nivel nacional. Del otro, los que proponían saldar esa grieta, encolumnados tras la dirigencia de Ciudad de Buenos Aires, que apostaron por un armado más amplio con Victoria Donda y el PJ de Victor Santamaría. Para ello formaron el espacio «Marea», que buscaba desprenderse del histórico turquesa para resignificar su identidad en términos porteños y con la terminal clara de Matías Lammens. La primera en quedar en el otro barco fue la comunera María Suarez, que optó por permanecer en el bando sabatellista de la discusión.

Pero el cierre de listas en la Ciudad de Buenos Aires y su consecuente impacto en los distintos espacios que aspiraban a ocupar lugares también generó el cimbronazo que faltaba. Andrea Conde, la apuesta institucional de Nuevo Encuentro Capital, quedó por fuera de los cargos expectantes en la Legislatura, lo que pareció una «ofensa» para la agrupación que supo contar con Conde y José Campagnoli como representantes legislativos por la metrópolis porteña.

Los coletazos no tardaron en llegar. Un sector de la UBA, referenciado con el comunero Laureano Bielsa, decidió romper la organización y llevarse los espacios de Farmacia y Bioquímica y Derecho. Del otro lado, en la parte que quedó en la orgánica partidiaria, permanecieron el grueso de la militancia y las posiciones de poder, donde cuentan la presidencia de Filosofía y Letras y la conducción del centro de Exactas. Desde la mayoría acusan a los rupturistas de «stalinos», mientras que el espacio de Bielsa discute cuál será su terminal política. Ya hubo conversaciones con Juan Manuel Olmos, dirigente peronista de la Ciudad con importante influencia en el esquema de poder de la Ciudad.

Sin el grupo disidente, Nuevo Encuentro se debate sobre el rumbo a seguir en la Ciudad de Buenos Aires. Hay sectores que apelan a la construcción de una identidad nueva, citadina, que pueda capitalizar el acumulado de la organización tras la figura de Lammens. En este espacio estaría el ala más «izquierdista», referenciada en Campagnoli y el histórico dirigente sindical «Beto» Pianelli. Del otro lado, Andrea Conde, fue tentada por el Movimiento Evita para acercar posiciones en el distrito. Una película con final abierto que seguramente se resuelva post octubre.

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