La muerte de la agente de tránsito Cinthia Choque destapó una olla que, para muchos funcionarios y grandes medios, parecía invisible hasta hace poco tiempo. Tal como informó El Grito del Sur, el 74% del personal de la Ciudad de Buenos Aires está precarizado y esta situación no escapa a las comunidades educativas, los hospitales y menos a los cuerpos de seguridad. La situación del Cuerpo de los Agentes de Prevención es particular y ha cobrado poca notoriedad.
Creado en 2017 por medio de la Resolución 440, el Cuerpo de Agentes de Prevención depende de la Subsecretaría de Prevención del Delito y responde a Mariano Sirito, quien fuera candidato a comunero por el PRO en 2015 por la Comuna 9. El cuerpo tiene como funciones el monitoreo y la prevención en el espacio público, el cuidado del mobiliario urbano y la comunicación con otros integrantes del sistema de seguridad pública, tanto policías como agentes de tránsito. Suelen distinguirse por su chaleco celeste, similar a la Policía de la Ciudad, y porque trabajan en la vía pública: cuidan desde espectáculos masivos hasta senderos escolares o realizan controles en estadios de fútbol. Sus tareas son las de un servicio de policía complementaria, brindando funciones auxiliares, pero sus condiciones de contratación son lamentables.
«El 90% de los 850 trabajadores está precarizado», explica Javier Adrián Urey, delegado de ATE y miembro del Cuerpo de Agentes de Prevención desde 2017. «Comenzamos trabajando 160 personas en senderos escolares, pero con el tiempo crecieron el Cuerpo y las potestades», agrega. Y de la misma manera, como suele suceder en el Estado, aumentó la precarización. Al día de hoy los agentes perciben un salario de 24.000 pesos por 7 horas de trabajo de lunes a viernes y 5 horas el sábado o el domingo. El último aumento -con el que se redondeó esta cifra- fue de apenas el 11%. «Sólo alcanza para pagar el monotributo», señala Urey.
Asimismo, los trabajadores denuncian la situación de exposición que viven en las canchas de fútbol, donde deben cumplir funciones de admisión y control pero sin ningún tipo de respaldo policial. «Cuando detectamos una persona con derecho de admisión o pedido de captura sólo podemos levantar la mano», señala el delegado de ATE y enumera distintos hechos de violencia que los trabajadores debieron afrontar. «Además, hay una mala organización: en eventos lucrativos, como partidos de fútbol, el GCBA solicita que se abone nuestro servicio pero a nosotros no nos pagan horas extra ni viáticos», sentencia.
A su vez, los agentes denuncian que no recibieron uniformes nuevos durante dos años y que recién el mes pasado comenzaron a llegar pero por partes: primero la camisa, más tarde el chaleco, tiempo después los borceguíes. «Peleamos por un sueldo digno, hoy en día estamos por debajo de la línea de la pobreza. Hay madres solteras a las que se les complica muchísimo llegar a fin de mes y compañeros que no tienen para más de una comida diaria», concluye Urey.
Este viernes los agentes de prevención analizan sumarse a las medidas dispuestas por los agentes de tránsito en protesta por la muerte de Cinthia Choque y la masiva precarización que se vive en el sector.
