A un año de «las escuelas no se cierran»

El 30 de enero del 2019 el Gobierno de la Ciudad tuvo que retrotraer la medida que avalaba el cierre de 14 escuelas comerciales nocturnas. Para la Educación de Jóvenes y Adultes (EDJA) en la Ciudad significó no solo una enorme victoria, sino también un faro que visibilizó una problemática social y educativa.

*El 30 de enero de 2019 la comunidad educativa porteña logró torcerle el brazo al macrismo e impedir el cierre de las escuelas nocturnas. A un año de aquel hecho Emmanuel Farina, maestro de grado y profesor de jóvenes y adultes, y Daniel Aldave, licenciado en Educación por la UMET, analizan los saldos que dejó esa lucha, la situación actual de la Educación de Jóvenes y Adultes y las principales problemáticas de dicha modalidad.*


El 21 de diciembre del 2018 la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, anunciaba en el programa radial de Nelson Castro: «Vamos a cerrar 14 escuelas para adultos». Un mes más tarde, el 30 de enero del 2019 el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta tuvo que retroceder en su intento de cerrar las 14 escuelas nocturnas, derogando la resolución 4055/18. El retroceso no fue un acto reflexivo del jefe de Gobierno porteño. El hecho de querer cerrar las escuelas, alegando una supuesta falta de matrícula, fue consecuencia de la presión que sufriera la gestión y sus funcionarios a partir de la denuncia pública que efectuaron los sindicatos docentes y la comunidad educativa movilizada.

Foto: Catalina Distefano

La puesta en valor de la victoria la expresó en ese entonces el secretario general de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), Eduardo López: «Ganaron los estudiantes que trabajan de día y estudian de noche y toda la comunidad educativa. Se ve que el jefe de Gobierno y la ministra vieron que el consenso era en contra y no quisieron enfrentarse a la opinión pública en un año electoral».

¿Cómo estamos un año después? ¿Qué pasa con la educación de jóvenes y adultes en la Ciudad de Buenos Aires?

Lo primero que queda claro es que este conflicto dejó una victoria para las organizaciones sindicales y la comunidad educativa, denunciando en las calles y en los medios de comunicación el intento de cierre de escuelas, apoyándose en la sensibilidad social del ciudadano de a pie y dejando al descubierto el fin último del Gobierno de Larreta: reducir recursos sin medir consecuencia alguna, al punto culmine de cerrar escuelas.

Lo segundo para pensar es que ésta fue una de las primeras veces que la educación de jóvenes y adultes fue un tema en la agenda pública. Esto es, la situación educativa de hombres y mujeres de la Ciudad que intentan estudiar y trabajar o que no pueden terminar sus estudios básicos (primaria y secundaria) y buscan su segunda chance en la educación nocturna.

Foto: Catalina Distefano

La Educación de Jóvenes y Adultes: ¿una prioridad del Gobierno de Larreta?

La matrícula del nivel primario y del nivel secundario en el año 2018 fue de 73.073 personas, reunidas entre los dispositivos educativos que hay hoy en la Ciudad como lo son el Programa de Alfabetización Educación Básica y Trabajo para Jóvenes y Adultos, Escuelas Primarias de Adultos, Centros Educativos del Nivel Primario -para el nivel primario- Centros Educativos de Nivel Secundario (CENS), Adultos 2000 (a distancia) y FINES -para el nivel secundario-. Si tomamos como referencia los datos del Censo 2010, en donde se refleja la cantidad de personas sin estudios completos, se observa que más de 200 mil personas no acuden a ninguna propuesta de EDJA del Gobierno de la Ciudad. Por lo que, en suma, hay un déficit del 80,5 por ciento de adultes y jóvenes sin acceso al derecho social a la educación.

El Gobierno de la Ciudad, en su último informe “Buenos Aires en Números 2018” determina que 3 de cada 10 jóvenes y adultes -mayores de 25 años- no terminaron sus estudios primarios ni secundarios (Dirección General de Estadísticas y Censos, 2018). Esta situación es aún más crítica en los sectores populares: si vamos al sur de la Ciudad, más específicamente a las Comunas 4 y 9, el 57,2 y el 58,4 por ciento respectivamente, tienen hasta el secundario incompleto, mientras que en la Comuna 8 el 49,6 por ciento tampoco llega a completar la educación básica (Dirección General de Estadísticas y Censos, 2016). En rigor, más del 50% de jóvenes y adultes del sur de la Ciudad no finalizaron sus estudios básicos, según mediciones oficiales.

Foto: Catalina Distefano

El mismo día en que anunció mediante una entrevista radial que cerrarían 14 escuelas nocturnas, la ministra Soledad Acuña le dijo a Diario Popular: “Mi interés es dar una oferta más realista, que otorgue la opción de terminar a los jóvenes o adultos que no han podido terminar la escuela en otro momento y ahora lo necesitan por un tema laboral”. Esta declaración solo fue eso, una enunciación, ya que es notorio y de público conocimiento el fracaso en la oferta educativa del GCBA sostenida en sus 12 años de administración en el territorio porteño. El diseño de la actual política educativa tras tres gestiones consecutivas del macrismo muestran a las claras la ausencia de acciones concretas para aumentar la matrícula y sostener la asistencia de las diferentes propuestas en educación.

Podemos ver, por ejemplo, que en los últimos años no se modificaron los índices de las personas con estudios básicos incompletos y que los más perjudicados son jóvenes y adultes de los sectores populares, que siendo una población que no solo no accede al derecho a la educación, sino que tampoco accede a un trabajo asalariado, a una vivienda digna, a una alimentación saludable, entre otras, es una población que tiene condicionada la demanda educativa.

Foto: Catalina Distefano

Si no hay solución, que no haya problema.

Entre las diversas problemáticas de la educación para jóvenes y adultes de CABA, una de las principales es que no aparece en la agenda pública. Por eso, a un año del intento del cierre de las escuelas nocturnas, recuperar este hecho nos permite pensar en ese faro necesario para la EDJA. “Estudian a la noche porque trabajan durante el día”, fue uno de los puntos sobresalientes en la opinión de algunos de los comunicadores sociales que, poniéndo de relieve el cierre de las escuelas nocturnas y visibilizando la atrocidad de dejar a personas sin la posibilidad de inscribirse al primer año de inicio del secundario, demostró que la educación es una fibra sensible para la mayor parte de la sociedad. Así fue como Larreta y Acuña tuvieron que -muy a su pesar- poner en valor lo que la sociedad porteña sentía con este intento de cierre y finalmente no pudo avanzar.

La visibilidad de las dificultades que atraviesa la educación para jóvenes y adultes que se vio plasmada en la denuncia pública del intento del cierre podría permitir paliar la falta de recursos pedagógicos y económicos a la hora de diseñar políticas públicas que fomenten la oferta educativa en dos dimensiones: aumento de matrícula e incentivos para sostenerla.

Foto: Andrés Wittib

Como desafío nos quedará abordar algunas preguntas, ¿Se puede incluir socialmente a una población excluida del mercado laboral? ¿Cuál es la función del Estado y la educación frente a las desigualdades sociales? Por lo pronto, si no hay solución, que no haya problema. Seguiremos en la invisibilidad de un problema educativo sin solución que padece la tercera parte de la población en la ciudad más rica del país, la “capital cultural” de América Latina.

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