¿Cómo se sostiene el consumo cultural en cuarentena?

Seguramente dentro de unos meses saldrán los primeros libros, películas y obras de teatro fruto de esta cuarentena. Pero, ¿en qué situación se encuentran el cine, la radio, los centros culturales? ¿Se pueden sostener sólo a través de consumo online?

La cuarentena se desarrolla en una sociedad desigual. Existen trabajadores/as con todas sus necesidades básicas cubiertas y en una relación laboral formal de dependencia. Para ellos y ellas, con licencias y permisos, no existe una pérdida económica significativa. Pero para muchos otros/as, como los y las trabajadoras del mundo artístico, la cuarentena implica un riesgo de sostenibilidad del propio trabajo y del espacio físico en donde se desarrollan las actividades. Así, el aislamiento social afecta de manera grave a los y las productoras de arte.

Para los espacios culturales autogestivos e independientes, el coronavirus no llega en el mejor momento. Venimos de cuatro años difíciles sin Ministerio de Cultura, con tarifas que aumentaron de forma exponencial, la inflación anual más alta en los últimos 28 años y una reducción del 18% de financiamiento estatal a espacios culturales. Además, como la calidad de vida y el salario real de la población argentina se vio negativamente afectado, los consumos culturales se redujeron afectando directamente al ingreso ordinario de los centros culturales y del universo artístico. A todo ello, se le suma ahora la limitada posibilidad de generar ingresos: “los espacios culturales tomamos precauciones desde antes de anunciada la cuarentena obligatoria. Aumentamos los recaudos de higiene, disminuimos el público en sala e incentivamos al cuidado propio y ajeno desde nuestras redes sociales y espacios de trabajo. Como trabajadores/as de la cultura tenemos una responsabilidad muy grande con la sociedad. Pero también necesitamos trabajar, por lo que tuvimos que migrar nuestra programación a todo lo que sea redes sociales pero el gran problema es que éstas en sí mismas no generan ingresos”, explica @JJCircuitoCultural.

Desde inclusive unos días antes de la mencionada cuarentena obligatoria, no hay teatros, no hay cines, no hay bares, ni veredas para los artistas que las eligen. Las medidas de salud y la emergencia sanitaria, la disposición estatal a la no circulación y al aislamiento, limitan a la comunidad artística y de gestión cultural. Y ello es un problema porque el mundo del arte no emplea solamente a pintores y músicos, sino a técnicos/as, gestores/as culturales, talleristas, montajistas, catering, productores y productoras. “En JJ trabaja mucha gente, no sólo los y las artistas. Desde hace 10 días no tenemos ingresos por venta de entradas, de comida, de talleres o actividades. Es difícil la situación porque nuestros sueldos se ven en una situación muy crítica. Hace unos días lanzamos una Plataforma de Financiamiento Colectivo porque entendemos que la salida no es individual y que no podemos depender únicamente de los subsidios extraordinarios. Estamos intentando ser creativos para sobrellevar esta situación de la mejor manera”, agregan los y las trabajadoras del centro cultural ubicado en el barrio del Abasto.

En el mundo del cine, la coyuntura también es delicada. Recientemente, diferentes asociaciones le pidieron al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) la implementación de medidas para garantizar la salud, el trabajo y el salario de los y las trabajadores. Además, se propusieron pensar respuestas concretas para los y las productores nacionales que atraviesan una crítica situación económica. “A nosotros nos pegó muy duro la cuarentena. Cortamos un rodaje y estamos viendo cómo seguir” dice Néstor de @DelToroFilms, una productora de cine argentina. Productoras internacionales o grandes productoras seguramente tendrán más margen de acción y de espera que aquellas nacionales e independientes: “hay que preguntarse qué pasó con cada producción, qué pasó con quienes estaban en pre y post-producción, aquellos que tenían contratos firmados, quienes invirtieron mucha plata, quienes estaban por estrenar sus películas”, agrega.

En una situación tan crítica es necesaria la presencia y determinación del Estado y del INCAA para liquidar subsidios, para fomentar diferentes líneas de financiación, pero también es necesario que los y las usuarias de arte y cultura consumamos la industria nacional: “el Fondo de Fomento Cinematográfico del INCAA se compone en gran parte con el impuesto del 10% a la entrada (consumo) de cine y desde hace 10 días que la gente no va al cine. En un contexto de aislamiento social, les invitamos a vernos. Nosotros tenemos un montón de películas para gente grande y también para jóvenes en cine.ar pero también en Netflix o Mowies. Es importante que las vean, que las compartan y que, cuando termine la cuarentena, vayan a los cines a ver nuestras películas, películas donde hay un montón de trabajo y esfuerzo. Nosotros queremos seguir produciendo” dice Néstor. Además, un punto a destacar es que las y los productores de cine están discutiendo una Ley para que las OTT (over-the-top, plataformas de transmisión de audio, vídeo, etc a través de internet como Netflix, YouTube, etc), que son exhibidores audiovisuales y cobran por su plataforma, tributen ese 10% para el fondo. Si hoy ese impuesto estuviese en marcha, la situación sería distinta.

Radio, internet y cómo consumir cultura responsablemente en tiempos de coronavirus

El consumo cultural en nuestro país no parece haber encontrado particulares dificultades en estos días de aislamiento social. De hecho, en Argentina, casi el 80% de la población tiene acceso a internet (casi el doble que la mayoría de los países de América Latina) y se estima, a nivel regional, que el 40% de los hogares de menores recursos monetarios debe destinar casi el 10% de sus ingresos mensuales para abonar la banda ancha. En apenas dos días, el consumo de internet aumentó entre un 20% y 25%, de acuerdo con datos de la Cámara Argentina de Internet (CABASE). Una buena parte del aumento en el uso de internet se debe al trabajo a distancia o “home office”, pero también la recreación en estos días se ha visto estrechamente vinculada con el uso de internet. Los y las más jóvenes estuvimos abriendo nuestras redes sociales, scrolleando e interactuando con distintas páginas de espacios culturales. ¿Obras de teatro online?, ¿conciertos virtuales?, ¿un cine a distancia para compartir con amigos y amigas que están en sus casas?, ¿conferencias virtuales? Sí, a todo.

La era de la digitalización democratizó en algún punto el acceso a la cultura, achicó distancias geográficas y generó nuevas formas de prácticas culturales. Es válido mencionar que la democratización no es para todos ni todas: hay que poder comprarse un celular o una computadora, hay que pagar internet y hay que saber usarlo (las personas de tercera edad o los “analfabetos digitales”). Pese a ello, pese a las extensas excepciones que pueden encontrarse, es cierto que internet y, en especial, las redes sociales son un medio de difusión del mundo artístico y cultural en tiempos de cuarentena obligatoria. La radio, otro bastión indiscutible de la cultura, también se ve afectada por la situación: “es muy difícil hacer productos radiales en cuarentena. Sobre todo si se trata de un podcast autogestivo. Las Femirulas no tenemos los recursos suficientes en nuestras casas, no tenemos consolas de sonido, ni micrófonos, ni una buena fuente”, comenta @locutorta_ de @Femirulas, una producción autogestiva de podscast que se difunde a través de la Asociación Civil el Vahído: actualidad y cultura LGTBI”.

Muchas veces, los subsidios o financiación se otorgan en función de la cantidad de espectadores/as, por lo cual es importante que consumamos industria nacional, que habitemos las propuestas que nos invitan los diferentes centros culturales o casas de teatro/música, que miremos las películas de los y las productoras nacionales. “No se está viviendo una situación fácil ni en Argentina ni en el mundo. En nuestro caso la cuarentena entorpece el común desarrollo del podcast, baja la calidad del producto y hasta nos empuja un poco más a buscar otras alternativas comunicacionales y aprovechar las redes sociales. Pero por suerte tenemos la posibilidad de, a pesar de las trabas, realizarlo a distancia. Porque podemos quedarnos en casa porque tenemos un trabajo formal que a su vez nos permite continuar con el trabajo en Femirulas. Pero no todes tienen esta posibilidad. Vivimos en un país donde hay gente que, si no sale a laburar ese día, no come. Entonces lo fundamental es quedarnos en casa les que tenemos el privilegio de poder hacerlo para bajar el flujo de gente en la calle y así la cantidad de contagios”, concluye el equipo de Femirulas. Se vienen tiempos más difíciles, nunca fue mejor momento para ser un/a usuario/a y consumidor cultural responsable.

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Lucía Sánchez Barbieri

Escribo sobre economía pero no me preguntes por el dólar. Latinoamericana, lesbiana y militante. Tomando mates y viajando.