En los últimos cuatro años, las pymes se acostumbraron a pasar malos tragos. La recesión y la brutal caída del consumo interno fueron una constante entre los años 2016 y 2019, y los comercios que lograron sobrevivir a los embates del gobierno de Mauricio Macri empezaron a ilusionarse con las primeras medidas de estímulo a la demanda por parte de la nueva administración de Alberto Fernández. Sin embargo, la sorpresiva llegada del coronavirus al país complicó todos los planes de recuperación e inclusive sumió en una parálisis casi total a la economía, aunque esta vez forzada por una situación sanitaria de fuerza mayor.
En este contexto, el Gobierno busca evitar un quiebre en la cadena de pagos de las pequeñas y medianas empresas, y lanzará créditos blandos para que puedan afrontar en los primeros días de abril el pago de los sueldos. La línea de créditos tendrá una tasa de interés del 24% anual y estaría direccionada a firmas que tengan inconvenientes financieros tras la apertura del clearing de cheques. Esto se complementaría con la ampliación de los Repro, el programa del Ministerio de Trabajo con el que se subsidia una parte de los salarios de las empresas en crisis (dicha iniciativa abarcaría en principio a las pymes de hasta 25 empleados).
¿Cómo sobrelleva el sector semejante situación inédita? Dos empresarios pymes analizan el escenario y las estrategias para sobrevivir a esta pandemia.
Rubén Pallone es propietario de la marroquinería “Denisse Marroq” y se desempeña como tesorero de la Cámara Industrial de las Manufacturas del Cuero y Afines de la República Argentina (CIMA). “Estamos muy complicados. Nosotros fabricamos un producto que es sumamente suntuario y, por lo tanto, fácilmente prescindible. Todo el sector está prácticamente 100% parado en este momento”, cuenta en diálogo con El Grito del Sur.
Ariel Casaubon es dueño de Energía Global y Mega Red, dos compañías que se dedican a la generación de grupos electrógenos. “La situación es compleja, tenemos la fábrica cerrada. Aún tenemos la posibilidad de hacer alguna acción, pero en relación a la cantidad de gente que demanda el pago de sueldos y servicios, se está haciendo muy difícil”, explica a este medio.
Sobre las medidas anunciadas hasta el momento por el Gobierno, Pallone señala que “estamos obteniendo todos los beneficios que reciben las pymes, que son las postergaciones de vencimientos de los cheques. Ahora reclamamos que los cheques sean cobrados para no cortar la liquidez en el mercado, pero eso no está sucediendo todavía, y esperamos mayores precisiones respecto de que los sueldos para los empleados licenciados forzosamente por la pandemia sean considerados no remunerativos, por lo que no tendríamos que pagar cargas sociales y accesorias”. Por su parte, Casaubon opina que “todas las medidas que se comunicaron no tienen un impacto inmediato ni abarcan a todos los sectores. Cuando no podamos pagar los sueldos, no sé qué va a pasar. No es un momento en el que podamos despedir gente porque sería inhumano, pero tampoco podemos afrontar una cadena de pagos cuando ya venimos de cuatro años de deterioro”.
Rubén Pallone coincide en que “si hubiéramos venido con épocas de mayor bonanza, como veníamos antes de estos últimos cuatro años, seguramente tendríamos algún colchón mayor para poder sobrellevar esta situación, pero eso se fue perdiendo», explica. «No somos un sector imprescindible, como puede ser la alimentación o la medicina, y en ese marco entendemos que no estemos en la línea de prioridad, pero vamos a tener que recibir alguna ayuda porque sino nuestras empresas no van a poder sostenerse con los gastos fijos, impuestos y sueldos sin generar ninguna venta”, agrega el empresario del cuero.
La situación hacia delante no es alentadora, dado que la crisis sanitaria podría agravarse y -si bien no se anunció aún formalmente, ya es un hecho- la cuarentena se extenderá al menos hasta el 13 de abril. “Tampoco se puede pedir al Estado, que está presente y resolviendo una coyuntura sanitaria, que pueda atacar todos los frentes al mismo tiempo y con el mismo nivel de eficacia. Sin embargo, necesitamos una mejor comunicación: en este momento la AFIP está cerrada y no existe a quién comunicarle los problemas del día a día de una pyme. Vamos directamente a un quiebre de la cadena de pagos y de producción”, concluye Ariel Casaubon.
