¿Qué medidas tomó China para frenar el coronavirus?

Tras registrar 80 mil casos y más de 3 mil muertes, China logró controlar la enfermedad del momento. ¿Las claves? El rol del Estado, la tecnología y la ética colectiva para proteger a una nación.

En la jornada de ayer, la República Popular de China dio por superado el pico de transmisiones de coronavirus en el país. De hecho fue el día en que menor cantidad de casos se registraron desde el inicio de la emergencia sanitaria: solamente 15, de los cuales 6 son importados. En el país donde se originó la pandemia, las medidas de protección activadas por el Estado, el férreo control social y la aplicación de tecnología médica de punta fungieron como un combo aceitado que logró aplacar rápidamente lo que para cualquier otro país hubiese sido el inicio de una tragedia humanitaria de proporciones mayúsculas.

Pero, ¿cómo hizo China para combatir eficazmente la propagación de esta nueva cepa del coronavirus? En principio cabe destacar que la salida de fondo reside en la ética de colectividad que prima en la sociedad oriental y la fuerte presencia del Estado Nacional. En cualquier otro país occidental, centrado en la narrativa de la defensa de las libertades individuales, las técnicas de protección de la dispersión de este virus probablemente hubiesen fracasado. Y ahora les contaremos por qué.

Apenas conocido el aumento de los casos de coronavirus en la ciudad de Wuhan, el gobierno chino decidió aplicar la cuarentena, que al día de hoy ya lleva 50 días. 11 millones de personas retenidas dentro de los límites de su ciudad, sin posibilidad de contacto con el exterior y abastecidas por un dispositivo masivo de alimentación, agua y servicios médicos por parte del gobierno. La construcción de un hospital de emergencia en menos de diez días terminó siendo una anécdota secundaria dentro del imponente despliegue nacional. «Enfrentados a un virus desconocido, China ha desarrollado el que quizá sea el esfuerzo de contención más ambicioso, ágil y agresivo de la historia», elogió la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Comencemos por la tecnología: el gobierno chino desarrolló una serie de aplicaciones tecnológicas médicas orientadas a reducir la avalancha de pacientes en los hospitales, mejorar los sistemas de contención y prevenir los aglutinamientos. La atención médica por videoconferencia permitió la detección temprana de casos y el Hospital de Xuhui se convirtió en el primer centro sanitario público de Shanghai aprobado para ofrecer asistencia sanitaria e incluso tratamiento a distancia.

Sin embargo, la joya tecnológica fue la «App del semáforo», un desarrollo de software donde se clasificaba a todos los habitantes en un código de colores (rojo, amarillo y verde) según el nivel de exposición que habían tenido con pacientes infectados. Nyscalo, un usuario español de Twitter residente en Shanghai, explicó de manera detallada el funcionamiento de este novedoso mecanismo. En su hilo informativo, Nyscalo comenta que tanto los comités vecinales como las empresas chinas estaban obligados a enviar un detallado informe diario sobre la situación de los ciudadanos: nombre, apellidos, documento de identidad, temperatura a las 10 am, lugares visitados en los últimos 14 días, contacto con afectados, síntomas, entre otras cuestiones. La información se volcaba en un formulario que se debía rellenar diariamente a través de los teléfonos móviles de todos los ciudadanos. Esta compilación de grandes volúmenes de información se replicaba en la App que, luego, comunicaba a través de un semáforo el estado de situación de la persona. Si un vecino, compañero de trabajo o familiar salía rojo, se le negaba el acceso laboral y se lo destinaba a sostener cuarentena. «La dedicación, el esfuerzo y el bien común sobre las libertades individuales son valores asumidos en China», explicó el twittero.

El coronavirus en China ha infectado a unas 80.000 personas y matado a más de 3.100. La aplicación de la telemedicina como primer filtro, la rápida construcción de hospitales de emergencia, el aumento en el caudal de médicos orientados al área y las duras medidas de cuarentena colaboraron al control de la enfermedad. La estrategia tenía como objetivo la reducción de casos nuevos, la superación del pico de contagios y la contención del aumento. En Wuhan se cerraron las oficinas, las fábricas, las escuelas, el aeropuerto, las estaciones de tren y las carreteras. Se prohibió la entrada a los edificios a aquellos ciudadanos que no se realizaran controles y a las personas provenientes de otras ciudades. Ni cines ni polideportivos, ni restaurantes, ni espectáculos públicos, ni gimnasios.

Asimismo, se desarrolló un implacable sistema de control de la temperatura en todos los espacios públicos: en la puerta de tu edificio, en la entrada al trabajo, en el acceso al metro, donde quiera que se concentrara gente se tomaba la fiebre. «Si das más de 37.3, un policía reporta tu situación, código rojo y para casa a hacer dos semanas de cuarentena», reportó el cronista español. Asimismo, se aplicaron convenciones de «distancia social» tanto en espacios de trabajo, ascensores y oficinas públicas. Esta técnica resultó sumamente útil al momento de prevenir contagios por contacto y, de hecho, los países europeos más afectados en la actualidad comienzan a recomendar este tipo de prácticas.

Un último eje a destacar tiene que ver con la masiva movilización de voluntarios: ejércitos de miles de civiles comprometidos con la salud pública que se organizaron en distintas ciudades para realizar acciones de prevención sanitaria a lo largo y ancho del país. El propio presidente chino, Xi Jinping, convocó a una “guerra del pueblo” sin cuartel para controlar el brote. Una épica reivindicatoria de la voluntad colectiva que permite entender el gigante potencial de la tierra de Mao Zeong.

El sistema chino, que logró combinar tecnología, fuerte presencia estatal y entrecruzamiento de datos entre el Ministerio de Sanidad, el de Transporte y la policía es un fuerte mensaje contra el ideario liberal: nadie se salva sin Estado. Mientras en Argentina las clases medias-altas que vuelven de Europa violan la prohibición en una especie de «evasión antiestatal», el gobierno nacional ya anunció la cuarentena para aquellos ciudadanos que provengan de países de riesgo. Y para quienes no cumplan habrá sanciones: “Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el que violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes, para impedir la introducción o propagación de una epidemia», dicta el artículo.

La situación parece compleja. En la Ciudad de Buenos Aires se restringieron actividades de más de 200 personas y, aunque no existe aún confirmación estatal, es un hecho que la histórica marcha del 24 de marzo no se realizará como suele hacerse habitualmente. Prevención, control y movilización popular, los aprendizajes del proceso chino. La buena noticia: por lo menos enfrentamos la epidemia con un Ministerio de Salud.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.