¿Qué sucede con los niños y niñas en situación de calle en plena pandemia?

Los operadores que trabajan con niños, niñas y adolescentes en situación de calle denuncian falta de insumos, necesidad de más espacios y una preocupante precariedad laboral: la gran mayoría gana menos de 25 mil pesos y, por la cuarentena, el personal se redujo a la mitad. "No hay decisión política para poner los recursos que permitan garantizar medidas preventivas para los pibes en calle", señalan desde ATE.

Los trabajadores y las trabajadoras de la Dirección General de Niñez y Adolescencia del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires son los encargados de trabajar con infancias en situación de vulnerabilidad. Declaradas como tareas esenciales durante la pandemia, el cuidado dentro de los hogares, paradores, centros de día y noche para niñes en situación de calle continúa en vigencia. Muchas veces, las responsabilidades exceden lo formal y les laburantes también garantizan alimentación, contención y abordaje de consumos problemáticos.

Desde que se decretó el aislamiento social obligatorio, la situación del sector se agravó aún más. «Al momento de la declaración de la cuarentena, todo lo que es Promoción Social y Dirección de Niñez contaba con un único dispositivo para chicos menores de edad en situación de calle: La Boquita», explica Juan Cruz Pérez, supervisor de este dispositivo y docente en escuelas secundarias.

Dentro de la población de menores en situación de calle existe una división: los que se encontraban en dispositivos previamente a la cuarentena -con quienes se trabajó para que comprendieran la complejidad de la situación-, y aquellos que quedaban por fuera de la atención de estos espacios. Pérez explica que la primera lucha del sector fue para abrir otros dispositivos con el objetivo de que no se mezclaran las poblaciones y se respetara la cuarentena de ambos. «No es fácil el trabajo de concientizar a los pibes para que hagan cuarentena en un dispositivo de puertas abiertas. Incluso para los chicos con los que se venía trabajando previamente. Pero además nos quedaba otra población que no tenía sentido mezclar con los chicos que ya estaban», aclara.

Trabajar con niños en situación de calle por menos de una canasta básica

El otro dispositivo habilitado para trabajar con infancia en calle, el CAINA, estaba cerrado por investigación de un posible caso de coronavirus en uno de sus trabajadores. Sin embargo, por la presión ejercida, la semana pasada se dispuso la apertura nocturna del espacio por el tiempo que dure la cuarentena. Pero la situación no fue fácil: «Nadie se quería hacer cargo porque, si bien depende de la Dirección de Niñez, se lo dan a una ONG para que lo gestione, y esta ONG no quería poner a sus trabajadores así que solicitó a Niñez que garantizara el funcionamiento con su propio personal», agrega Pérez. Pasado el conflicto, y resueltas las rencillas, el dispositivo comenzó a funcionar hace dos días.

Por su parte, los trabajadores y las trabajadoras denuncian que muchas definiciones nacionales llegaron tarde o con falencias a la Ciudad de Buenos Aires. Corina Rojas es trabajadora de Promoción Social, delegada de ATE y psicóloga. «Muchas medidas las fuimos instrumentando artesanalmente, principalmente las definiciones preventivas, de difusión e información. Los instrumentos necesarios llegaron con mucha tardanza», explica. Rojas asegura: «En situación de calle no está habiendo decisión política para poner recursos que permitan garantizar las medidas preventivas a la población con la que trabajamos».

Desde los dispositivos plantean la necesidad de un abordaje integral para niñez en calle en el marco de la pandemia. Denuncian que no es posible sostener esta situación con los mismos recursos con los que contaban, que ya de por sí venían devaluados. «Los presupuestos para nuestra área se mantuvieron estables pese a la inflación, lo que significa que el presupuesto bajó», señalan desde la Verde y Blanca de ATE.

Asimismo, exigen la apertura de un lugar para nuevos ingresos, un espacio de aislamiento a mediano plazo -para cuando aparezcan chicos con síntomas- y la incorporación de personal para garantizar el aislamiento y el trabajo. «Dentro de La Boquita, hemos tenido una reducción de personal del 50%. En el turno mañana, de siete trabajadores, estamos cumpliendo tareas un promedio de tres», explica Juan Cruz Pérez y señala que la reducción se debe a que se contempló la población de riesgo pero no se incorporó nuevo personal. Además, en cuarentena el trabajo se dificulta: «Los chicos están sin salir, todo el día adentro, no hay recursos extra, tenemos una tele para 10 pibes en un cuarto donde entran cinco personas. Pedimos juegos de mesa, mesas de ping pong, recursos y no llega nada», agrega el supervisor.

El Ministerio de Desarrollo es el peor pago de todos en la Ciudad de Buenos Aires, denuncian sus laburantes. Para peor, este año subió un 50% el valor del monotributo y de ingresos brutos, y hasta el día de hoy no han percibido ni un 10% de aumento. «Seguimos cobrando lo mismo que cobrábamos a mitad del 2019», señalan. En ese sentido, reclaman un plus en términos económicos y que se computen las licencias preventivas en relación al stress acumulado. «Se declaró al Ministerio de tareas esenciales pero no vino acompañado de una compensación acorde a esa definición», concluye Rojas. «Somos considerados personal indispensable pero no se habla de un aumento ni de un bono, sino que tenemos que seguir pensando cómo llegamos a fin de mes. Esa situación es más angustiante que cualquier cuarentena», concluye Pérez.

Compartí

Comentarios

El Grito del Sur

El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
Fundado el 23 de septiembre de 2012 en el natalicio de Mariano Moreno.