Las otras filas con población de riesgo

En La Plata se vivió una situación similar a la de los bancos, pero la fila era para llevarse alimentos. La caída de las changas aumentó la demanda de asistencia y preocupa a las organizaciones sociales, que advierten sobre la necesidad de coordinar acciones en los barrios donde el Estado no llega.

La primera alarma sonó el lunes pasado, en La Plata, durante una acción solidaria de Cáritas. Diez iglesias católicas, en distintos puntos de la capital bonaerense, abrieron sus puertas a las 10 de la mañana para repartir cada una dos mil bolsones con alimentos básicos. Algunas filas fueron de más de una cuadra y muchos de los desocupados que se acercaron se fueron con las manos vacías. En la mirada de las organizaciones sociales, desbordes similares pueden llegar a generalizarse, y la necesidad de quienes pasan hambre puede hacer romper la cuarentena obligatoria que tanto cuida el Gobierno. Pese a que reconocen el esfuerzo que está haciendo el Estado en la contención económica de millones de familias afectadas por el parate, advierten que existen puntos ciegos en los barrios donde sólo llegan las redes de contención comunitaria, que corren riesgo de ser desabastecidas. Un planteo que vienen sosteniendo en los encuentros con intendentes, la pastoral social de la Iglesia y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en el marco de la emergencia.

“La demanda de alimentos va a seguir creciendo y nunca va a ser suficiente, porque se cayó prácticamente toda la economía informal, y partimos de la base de un país con 40 por ciento de pobreza”, señaló a El Grito del Sur el secretario de Organización de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), Gildo Onorato. “Por eso nuestra preocupación, que le hicimos llegar al Gobierno, está puesta en extender y ampliar la capacidad de llegada del Estado a los territorios que no llega. Y para eso es necesario un trabajo coordinado con las organizaciones comunitarias y la pastoral social, que son las que tienen el termómetro real de la situación”, aclaró el dirigente.

Por ahora, pese a que se anunció hace ya 20 días, el bono familiar de emergencia de 10 mil pesos no llegó a los bolsillos. La fecha oficial de cobro es el 15 de abril (salvo para quienes ya tienen la AUH), dos días después de la fecha límite que por ahora tiene el encierro obligatorio. La Anses calculó que lo pedirían unas 3,5 millones de personas, pero lo solicitaron más de 11 millones. En principio, lo recibiría casi el 80 por ciento. Ese día puede esperarse un aluvión de personas apiladas en los bancos, y la idea es que no se repitan las imágenes que se vieron este viernes, cuando miles de jubilados acudieron a cobrar por ventanilla y se cruzaron en las filas con beneficiarios de la AUH, lo que puso al Gobierno a dar explicaciones. Pero hasta tanto, la principal ayuda del Estado sigue siendo la comida.

Esta última semana hubo algunas quejas de las organizaciones, que denunciaron trabas burocráticas en los repartos, pero “luego se corrigió y hubo más celeridad”, según aclaró Onorato. El dirigente remarcó la relación entre la asistencia y el cumplimiento de la cuarentena. “Si la comida y la ayuda llega, hay menos riesgo de que la gente vaya a salir de la casa. Nosotros estamos comprometidos con las medidas sanitarias que se están tomando y entendemos que quienes presionan para flexibilizarla son los empresarios. Pero hay que entender que si alguien no come, va a salir igual, a buscar el mango. Es un problema real y se tiene que entender que eso existe”, agregó.

Las filas en los bancos expusieron para el dirigente una desigualdad que estaba velada, y que tiene que ver con el acceso de los sectores populares al sistema bancario. “Parte de lo que pasó el viernes tuvo que ver con la ausencia de bancos y de cajeros en los barrios populares. Esta crisis pone sobre la mesa todas las desigualdades de nuestro país, y esa es una de ellas. Siempre que va a haber un cobro de ayuda del Estado va a haber concentración de gente. Y no sólo esto, también está el hecho de tener que tomarse uno o dos bondis al banco o cajero más cercano, con todo el miedo que hay”, describió.

La logística a desplegar para el cobro de la ayuda del Estado es uno de los temas que se trabajan en las “comités populares de crisis” de las organizaciones en varios municipios. Un ejemplo es Mar Del Plata, donde habrá una reunión en la Cooperativa El Progreso para que los beneficiarios que deben trasladarse más de 3 kilómetros puedan hacerlo de forma ordenada.

La distancia entre un barrio popular de Mar del Plata y los cajeros mas cercanos

EL EJÉRCITO Y LAS ESCUELAS

Desde fines de marzo, el Ejército también reparte comida en municipios como Quilmes, La Plata y La Matanza. En La Matanza, por caso, se instalaron siete cocinas de campaña, que reparten 24 mil raciones calientes diarias, lo que se suma a la friolera de 300 mil bolsones de alimentos no perecederos en los 356 comedores que funcionan bajo la órbita del municipio más grande del país, según contaron a este medio fuentes oficiales.

Hasta ahora, el trabajo es mancomunado: el Ejército pone la estructura y la logística, y el municipio aporta gente que cocina. “Estamos cubiertos, por ahora”, sostuvieron desde el oficialismo, aunque pusieron un ejemplo que da cuenta de la progresión del problema: hasta antes de la cuarentena, se entregaban regularmente 70 mil bolsones en toda La Matanza, y en abril se entregarán no menos de 300 mil. “Todo es demanda de gente que se le cayó la changa”, describieron.

Desde las arcas provinciales, se destinaron 1500 millones de pesos más a lo ya presupuestado para reforzar la compra de alimentos en lo que va de cuarentena. También se duplicaron los SAE (Sistema de Evaluación Permanente de Proveedores del Servicio Alimentario Escolar), para que desde las escuelas se refuerce la llegada de alimentos a los más pibes y pibas.

Las escuelas son otra institución clave. Si bien no hay clases, la gran mayoría están abiertas en la Provincia, con un esquema de guardias mínimas. Allí se entregan los bolsones de comida y los cuadernillos para las tareas, que quedan bajo la decisión de cada profesor/a cómo se cumplen, dado que no todos los pibes y pibas tienen la facilidad de realizarlas en su casa, a distancia.

Por ahora, no está en el horizonte abrir las escuelas para que funcionen como comedores en sí mismos, uno de los reclamos de las organizaciones sociales. Salvo excepciones muy puntuales, los gremios docentes se oponen a hacerlo. “Pese a que se está hablando, por ahora no hay un punto de acuerdo para que accedan a ceder la institución”, explicaron desde la gobernación.

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Matias Ferrari

Periodista, comunicador y militante social. Trabajó en Página/12 y colaboró en la investigación del libro "Macristocracia" publicado por Editorial Planeta.