La cuarentena puso del revés hábitos y costumbres de miles de personas a lo largo del mundo. La alimentación, -cómo, cuándo y qué- se volvió un tema central, y cocinar una de las principales actividades para pasar el tiempo. Si bien aumentó la comida casera, que suele ser más sana que los envasados, muchas veces ésta se inclinó hacia alimentos no tan beneficiosos. Tortas, budines y galletitas resultan sin duda un plan más tentador para una tarde de lluvia con una película que otro tipo de preparaciones. El cambio de horarios y las alteraciones del sueño también modificaron las ingestas, jugando una mala pasada en conjunto con la ansiedad y el stress. A esto se suma la dificultad para realizar compras, colas infinitas, la necesidad de salir lo menos posible y la elección de alimentos que se conserven lo máximo posible. La baja en los ingresos de muchas familias también fue en detrimento de la posibilidad de elegir alimentos. Como es sabido, muchas veces los alimentos de menor precio son de menos calidad.
Desde el CONICET se propusieron investigar el impacto de la cuarentena en los hábitos alimentarios. A través de una encuesta realizada online a 2581 personas (tanto vegetarianas como omnívoras), María Marta Andreatta, Daniela Defagó -nutricionistas e investigadoras de dicho instituto- y María Emilce Sudriá -jefa del Servicio de Alimentación del Hospital 4 de Junio “Dr. Ramón Carrillo”, de la Provincia de Chaco- sacaron algunas conclusiones.
Según el informe realizado por las profesionales, el 55 por ciento de las personas que comen carne dijo haber aumentado su ingesta de alimentos por ansiedad, y en el caso de los vegetarianos y las vegetarianas el incremento fue del 62 por ciento. Aunque se parte de que la ingesta de frutas en Argentina es baja, la cuarentena significó que se reduzca aún más. “Las Guías Alimentarias establecen que lo recomendable es ingerir de dos a tres frutas por día y en general la población llega a consumir sólo una. Un 24 por ciento declara que en época de aislamiento social la ingesta es menor a la habitual. Con las verduras sucede lo mismo, no se llega a cubrir las porciones diarias recomendadas y, según el 19 por ciento de los encuestados, el consumo ha bajado”, sostiene Daniela Defagó en dicho informe. Y agrega: “Si bien el mecanismo de acción del COVID-19 continúa descifrándose, existe evidencia científica que comprueba que el ingreso del virus al organismo produce una cascada de sustancias proinflamatorias que agreden, al mismo tiempo, al propio sistema. Por este motivo, la respuesta inmune debe encontrarse equilibrada.”
Vale resaltar que para los grupos de riesgo es fundamental consumir alimentos que aumenten las defensas, por lo cual se promueve el consumo de frutas, verduras, semillas y frutos secos. Además es necesario dejar remojar en agua con una gota de lavandina frutas y verduras por 30 minutos para asegurarse de quitar todas las bacterias.
¿Qué pasa con el alcohol?
El consumo de alcohol baja las defensas y aumenta la violencia, explicó la OMS. Desde esta organización se ha trabajado para desarrollar el informe «Alcohol y COVID-19: lo que necesita saber» desmitificando la desinformación y brindando orientación durante la pandemia. Esta guía resulta fundamental, ya que se propagaron rumores de que el alcohol podría contribuir a matar el virus del COVID. La realidad es totalmente diferente, puesto que las bebidas alcohólicas empeoran nuestra salud y dejan más en riesgo a los grupos vulnerables. Por eso, la OMS recomienda disminuir el consumo de alcohol. “El alcohol se consume en cantidades excesivas en la región europea y deja demasiadas víctimas. Durante la pandemia de COVID-19, realmente deberíamos preguntarnos qué riesgos estamos tomando al dejar a las personas encerradas en sus hogares con una sustancia que es dañina tanto en términos de su salud como de los efectos de su comportamiento en los demás, incluida la violencia», dice en el informe Carina Ferreira-Borges, gerente del Programa de Alcohol y Drogas Ilícitas, OMS / Europa.
