Derechos de les niñes, ¿también en cuarentena?

Integrantes de organismos de protección de menores y de organizaciones sociales y no gubernamentales afirman que se redujeron la cantidad de denuncias por violencia hacia niñes y adolescentes. ¿Cómo se protegen los derechos de les niñes en el contexto de la cuarentena por el COVID-19?

“Cuando se habla de niños (en el contexto del aislamiento social, preventivo y obligatorio), se habla de pobreza, de la dificultad de los deberes escolares, pero no de las situaciones que pasan adentro de los hogares y de las herramientas que tienen los niños para poder denunciarlo -advirtió a El Grito del Sur Estela Rojas, militante de la organización social Chicos del Sur en Fiorito e integrante del colectivo Niñez y Territorio-. La herramienta que tienen es la escuela, que es la primera que ve cuando los derechos son vulnerados. Ahora los chicos están solos”.

Integrantes de organismos de protección de menores y de organizaciones sociales y no gubernamentales afirman que, debido a la cuarentena, se han reducido la cantidad de denuncias por violencia hacia niñes y adolescentes. “Por supuesto que disminuyen las llamadas. Eso sucede porque están restringidas las instituciones a las que (niñes y adolescentes) asisten, pero eso no quiere decir que hayan disminuido los casos”, aseguró Yael Bendel, Asesora General Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires.

Al igual que Rojas, Bendel sostuvo que hay menos denuncias debido a que “la mayoría de las denuncias son detectadas en el ámbito escolar o extraescolar, pero fuera de sus casas”.

“Los niños que sufren violencia durante la cuarentena tienen la dificultad de que es muy complejo que alguien lo detecte. Ocho de cada diez niños víctimas de violencia, maltrato o abusos tienen como victimarios a sus propios familiares o conocidos de ellos”, explicó la Asesora General Tutelar.

Otro problema que tienen les niñes en el contexto de la pandemia es la dificultad de acceder a la justicia y a información acerca de sus derechos. Natalia Gherardi, abogada y Directora Ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), señaló que la atención del Poder Judicial “depende de cada jurisdicción”. “El Poder Judicial tiene guardias mínimas para atender las situaciones de violencias y no están claros los horarios de atención, además de que no en todas las jurisdicciones hay acceso a patrocinio jurídico para plantear y dar seguimiento a la denuncia -apuntó Gherardi-. Los gobiernos locales deberían tomar la batuta en la asistencia y el acompañamiento en las situaciones de violencia. En general, las respuestas son deficitarias porque se atiende la emergencia sanitaria y alimentaria. Es importante que las violencias tengan la misma centralidad”.

Para la titular de ELA, “es difícil hacer prevención en la medida en que las familias están aisladas” y “muchas veces son docentes, la escuela, espacios deportivos y de esparcimiento quienes detectan las abusos y malos tratos”. “Ante la falta de esos contactos o la particularidad que tienen ahora se hace mucho más dificultoso, mucho más desafiante para los chicos encontrar una referencia afectiva y una posible de asistencia desde afuera de la familia”, opinó Gherardi.

“Nada reemplaza el contacto cara a cara”

Chicos del Sur es un centro de día que recibía antes de la pandemia alrededor de cien niñes y adolescentes de Villa Fiorito, en el partido bonaerense de Lomas de Zamora. Ahí, contó Rojas, trabajan “cuáles son los derechos de los niños y adolescentes, cómo pelearlos, el acceso a la salud, a la educación”. “Vamos aprendiendo juntos a disputar estos temas, pero acá también hubo retrocesos”, afirmó.

Ahora el centro de día sólo hace entrega de bolsones de comida e intentan mantener el contacto con les jóvenes a través de redes sociales, principalmente Facebook. “Pero hay que tener en cuenta que no todos tienen acceso a medios virtuales e incluso cuando los tienen la comunicación con los adolescentes es muy particular. Por Facebook es imposible que respondan mucho más que monosílabos, un OK o un emoji”, sostuvo Rojas.

Les integrantes de Chicos del Sur estaban trabajando situaciones de violencias y abusos que sufrían (y sufren) les adolescentes y que, afirmó Rojas, “entendemos que se deben haber profundizado”. “Los chicos y chicas no te hablan con un lenguaje llano, la comunicación está muy ligada a la gestualidad y la forma de hablar. Uno tiene que crear un ambiente propicio para que el adolescente pueda fluir y contar lo que le está pasando e incluso con esas condiciones es difícil que puedan expresarse. De esta manera (virtual), es imposible”, lamentó y agregó que, una vez que se retomen las actividades en el centro de día, va a costar restablecer el vínculo que habían logrado con les adolescentes.

“Sabemos que en situaciones extremas están actuando los organismos de protección. Pero cosas más finas, como un abuso, es algo que tenés que trabajar mucho tiempo para que (las víctimas) lo puedan enfrentar. Esos tiempos se retrasan mucho más ahora -afirmó Rojas-. (Les adolescentes) protegen al victimario porque es su padre, su madre. Para que se cuenten abusos o situaciones de violencia tiene que pasar mucho para que (les jóvenes) sepan que vos los vas a cuidar”.

Chicos del Sur y el resto de las agrupaciones que integran Niñez y Territorio le enviaron una carta abierta la presidente Alberto Fernández para solicitar una medida de excepción que les permita volver a funcionar durante la cuarentena, implementando un protocolo para cuidar la salud de les jóvenes. “El protocolo que proponemos responde a lo que está circulando, que los chicos y chicas tienen que estar en grupos reducidos, en espacios donde puedan tener distancias de dos metros, que estén con barbijo, que se higienicen las manos y se desinfecten las cosas, que no compartan las herramientas en las actividades y que no coman en el centro – explicó Rojas-. Nada reemplaza el contacto cara a cara, nada, no hay forma de emparcharlo con otras maneras y, por eso, entendemos que es necesario tener una medida de excepción”.

“No hay quien haga la llamada”

“Sabemos que hay montones de pibes viviendo con sus abusadores y que hay muchas menos denuncias que el año pasado porque no hay quien haga la llamada. Así como se duplicaron los llamados por violencia de género, se redujeron las de infancia”, dijo Renata Vismara, docente en escuelas porteñas e integrante de la organización feminista Mundanas.

La agrupación, explicó Vismara, “trabaja en redes” y se dedica principalmente a la asistencia de mujeres que sufren violencia de género para ayudarlas a reubicarse tanto ellas como sus hijes. Desde que comenzó el aislamiento, les integrantes de Mundanas utilizan medios virtuales para mantener la comunicación. “Llegan compañeras desesperadas que viven con un agresor y estamos activando todo lo que podemos”, afirmó.

En el caso de mujeres que denuncian que hay niñes en situaciones de violencia, Vismara señaló que “siempre nos apoyamos en la adulta protectora”. “La mayoría de las veces suelen ser las madres, que son las que van a poder sostener el cuidado en el tiempo, porque el Estado todavía no garantiza el cuidado del niño -sostuvo-.  Siempre sostenemos intervenciones para sacar a los niños en situaciones de riesgo absoluto”.

Vismara contó que en el ámbito escolar, con la virtualidad y la educación a distancia, resulta difícil asistir a les niñes que sufren violencia. “Dos chicos nos dijeron por aulas virtuales que viven en situaciones de mucha violencia en sus hogares, pero hay una incapacidad educativa para hacer algo -aseguró la docente-. La guardia de abogados de la Ciudad, que es el organismo al que las escuelas reportan directamente estos casos, está cerrada. Se pueden hacer las denuncias por fiscalía, pero hay muchas limitaciones”. La solución provisoria que encontraron Vismara y sus compañeras fue “llamar todos los días a la criatura para saber cómo está y llamar a la madre para que sepan que sabemos de la situación de vulneración”.

“Creerle a los pibes”

“Lo que nosotros siempre decimos es que es importantísimo creerle a los pibes. Cualquier adulto que les crea hace la diferencia, por más que no los pueda sacar de la situación de violencia”, aseguró Vismara. Esa escucha, agregó la docente, es primordial para que les niñes sientan que tienen un aliado y les permite “tener algo de donde agarrarse para trabajar la capacidad de duelo”.

Por su parte, Gherardi contó que desde ELA lanzaron un decálogo de recomendaciones para que el Estado actúe en situaciones de violencia durante la pandemia “para ampliar las formas en que pueden hacer disponibles los servicios para las mujeres e incorporamos recomendaciones específicas sobre niñez y adolescencia”. “Vimos que hubo un agravamiento de la violencia hacia las mujeres (durante la cuarentena) y hacia niños y adolescentes, con la diferencia de que una mujer, a pesar de tener dificultades, puede tener más herramientas que un niño o un adolescente (a la hora de denunciar o pedir asistencia)”, afirmó.

En este contexto, una de las recomendaciones es buscar ayuda no solamente en las instituciones, sino dentro de la comunidad, la familia, los grupos de amigos y saber que hay recursos -sostuvo Gherardi-. Es difícil pensar que en este momento te aloje alguien de tu familia, pero es posible cumplir la cuarentena en otro lugar para salir de donde estás siendo violentada o corrés un riesgo. Se puede pedir en el 144 la exclusión del hogar de la persona agresora y que cumpla la cuarentena en un hotel”.

Vismara también recomendó llamar a la Línea 144 que, además de atender denuncias por violencias de género y asistir a las mujeres, brinda orientación para niñes y adolescentes. Asimismo, existe la Línea 102 para asesoramiento sobre los derechos de les chiques y la plataforma “Hablemos de todo” (www.hablemosdetodo.gob.ar) para hacer consultas generales respecto a problemáticas de les jóvenes.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.