Pañuelos verdes para todas las generaciones

A 15 años del nacimiento de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, El Grito del Sur habló con representantes de tres generaciones de esta organización interpartidaria, intergeneracional y federal.

Fotos: Gala Abramovich para LatFem

La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito es un hecho inédito en el mundo y un faro para el movimiento feminista. Los avances de la lucha por el aborto en Argentina tuvieron eco en toda Latinoamérica, donde impulsaron diferentes colectivas que luchan por conseguir este derecho. La Campaña tiene sus cimientos en el XVIII Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Rosario en 2003 y el del año siguiente desarrollado en Mendoza. Sin embargo, su lanzamiento formal fue el 28 de mayo de 2005, Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres. El proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo fue presentado por primera vez en el 2007 y a partir de allí se ha presentado 8 veces, la última en el 2019, donde incluyó las modificaciones surgidas del debate parlamentario. Tras el momento histórico que representó el año 2018, quedó en claro que uno de los puntos fundamentales de la potencia de esta organización es ser intergeneracional, interpartidaria y federal, llegando a nuclear 700 organizaciones a lo largo y ancho del país. Así, mujeres de 80 años se encuentran con pibas de secundario, englobadas bajo el triple lema “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir” y con un objetivo en común: que sea Ley.

El Grito del Sur juntó -a la distancia- a representantes de tres generaciones de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito para escuchar y entretejer sus recorridos.

Tercera Generación 

Ximena Gentili tiene 21 años, pero conoce a la Campaña desde chiquita. Su bisabuela es Dora Coledesky, una precursora del movimiento por el derecho al aborto legal en Argentina y una de las fundadoras de la Campaña. Si bien Ximena sabía que no era algo usual en las casas de otras chicas de su edad, en la suya desfilaban los pañuelos verdes y la discusión sobre la autonomía de los cuerpos estaba saldada. “Yo veía que mi abuela iba a reuniones pero no entendía muy bien por qué, sabía que para ser una abuela no era muy normal pero para mi no era raro”, dice.  Sin embargo, su primer acercamiento personal al feminismo fue a los 15 años a partir del primer Ni Una Menos. “Cuando fue el primer Ni Una Menos yo estaba en la secundaria y ni bien se empezó a difundir la marcha mi mamá me dijo: «Tenés que ir con La Campaña». Para Ximena esa sería la primera -pero no la última- marcha con quienes después serían sus compañeras. La ola verde trajo consigo un derrame de pibas y pibis con la necesidad de activar que empaparon -y se empaparon- las calles en las vigilias heladas fuera del Congreso. Esta juventud activa surgió fogueada por las luchas dentro de los centros de estudiantes, el avance cívico que supuso el voto a los 16 años y la herencia de la histórica lucha del movimiento estudiantil en nuestro país. “En la secundaria era la única que tenía un pañuelo verde en la mochila, iba a un colegio católico y cada vez que hablaba de aborto todos decían que era una peleadora. Cuando fue el debate por el aborto, la hermana del que entonces era mi novio tenía 11 años y me hacía preguntas sobre feminismo. Si yo hubiera sabido sobre feminismo a los 11 años, todo hubiera sido distinto”.

La revolución feminista que supuso el Ni Una Menos impulsó a la mamá de Xime a sumarse a militar en la Campaña, y a partir de eso ella comenzó a acompañarla a las reuniones y a involucrarse más en el tema. “Yo iba a las reuniones porque no entendía cómo ese grupo de mujeres había logrado tener tanta repercusión, ni cómo hacían para estar en todos lados. Yo ponía el cuerpo en todas las cosas que necesitaban pero me costó pasar a ser parte de la organización», explica la joven que ahora forma parte de la comisión de comunicación de la Campaña y estudia Comunicación Social en la UBA.

Ximena Gentili

Para Xime es imposible pensar el movimiento feminista en este momento sin incluir a la juventud. Si bien el aborto fue un tema que atravesó a toda la sociedad, fueron elles en su mayoría quienes más estuvieron en los martes verdes, los pañuelazos y las vigilias. Fueron quienes pusieron el cuerpo y, aunque muches no tengan una militancia orgánica, siempre estuvieron -y están- presentes en cada actividad. “Ahora hay nenas de primaria que están pidiendo la ESI ellas mismas; eso es importantísimo, porque yo nunca tuve ESI en el colegio. Lo importante del feminismo para les jóvenes es eso, que puedan reconocer sus propios derechos y entender lo que el Estado se tiene que hacer cargo de darnos. También el boom de las redes sociales influyó mucho, ahora todos tienen una opinión sobre el tema, hasta los influencers, nadie puede ignorar el feminismo».

Sobre la importancia de que la Campaña sea intergeneracional, aporta: “Me parece super enriquecedor porque obviamente las históricas tienen su trayectoria y conocen mucho más que nosotras. Ellas saben cómo organizarse, qué hacer, porque siempre estuvieron en la Campaña. Tienen un montón de historias para contar que aportan no sólo a mi generación, sino a cualquiera”.

Ximena Gentili
Segunda Generación

Patricia Bustamante Quinteros es chilena, pero vive en Argentina. Recibida de abogada, comenzó a introducirse en el tema del derecho al aborto en el año 2014 haciendo cursos para graduados y graduadas de la Facultad. En el 2016 empezó a militar formalmente en la Campaña dentro de la comisión de comunicación de CABA, aunque en el año 2018 fue elegida por sus compañeras como representante de la Capital Federal en la articulación nacional, comisión que se encarga de conectar las redes interprovinciales. “Entrar a la Campaña para mi fue un salto cualitativo en mi militancia. Ahí conocí a muchísimas compañeras de diferentes lugares – académicas, profesionales de la salud, docentes, psicólogas, militantes de barrio – que traen todo tipo de aportes de diferentes lugares y de todas las perspectivas que hacen al derecho. Además crecí mucho porque hay una relación humana que es muy fuerte, cada vez que una quiere aportar algo nos consultamos, nos retrucamos y en ese ida y vuelta se aprende un montón. Es el equivalente a lo que pasó en el 2018 que toda la sociedad aprendió”, explica.

Unidas con la ley como principal objetivo, cientos de mujeres y diversidades con diferentes bagajes y provenientes de distintas partes del país se encuentran dentro de la Campaña para discutir estrategias. “La Campaña nuclea 700 organizaciones. Nos diferencian hasta en la manera en la que hablamos; de eso una también va aprendiendo que las palabras son políticas, forman el discurso y ayudan a las estrategias territoriales”.

En referencia a qué aprendió de las más grandes y las más chicas, Patricia explica: “De las más grandes aprendí la historia, pero no solo la historia de La Campaña, sino de la lucha por el derecho al aborto y del feminismo en Argentina. Hay compañeras que te cuentan del primer (entonces) Encuentro Nacional de Mujeres, de cómo surgieron los pañuelos, la diferencia que se dio cuando en los Encuentros se pasó de discutir si había o no que legalizar a cuando se empezaron a buscar estrategias para llegar al derecho”.

“Las chicas son las que te van modificando todo constantemente. En 2018 ellas fueron las que agregaron el tema del deseo del que hace años nos venía hablando Martha Rosenberg. Es todo un entramado, porque ese discurso que las pibas llevan adelante hoy también se lo debemos a las compañeras de mediana edad que son las docentes que lucharon por la aplicaron de la ESI», explica y se detiene a resaltar la importancia de las compañeras de mediana edad que también son históricas por su recorrido militante.

Finalmente, sobre qué significa para ella que salga la ley, agrega: “Es darles seguridad jurídica a las personas que vienen garantizando el derecho al aborto. El derecho al aborto es un derecho que ya tenemos, pero necesitamos que el Estado lo reconozca. Que hoy una persona pueda llegar a estar presa por abortar es una locura. La despenalización debe ser inmediata, pero la legalización es necesaria porque sino las compañeras siguen dependiendo para acceder a un derecho de los recursos económicos o simbólicos que tengan”.

Patricia Bustamente Quinteros / Foto: Catalina Distefano
Primera Generación

Nelly Minyersky es abogada desde el año 1961, cuando se recibió en la Universidad de Buenos Aires. Se especializó en Derecho de Familia y siempre estuvo cerca de las causas de Derechos Humanos, lo que rápidamente la llevó a entender que los estereotipos de género están incrustados en nuestro cuerpo. También fue la primera mujer presidenta de la Asociación de Abogados de Buenos Aires y, aunque no estuvo en La Campaña desde el inicio, ni bien se integró empezó a participar de la redacción del segundo proyecto de ley. “Yo participé directa o indirectamente de todos los proyectos de ley y vi cómo se iban ampliando los derechos de las mujeres y las distintas identidades. Desde el punto de vista de las leyes, la Argentina está en una buena posición, tenemos leyes de avanzada y un buen cuerpo normativo aunque todavía no encontramos la manera de hacerlo efectivo y eficaz. La ley es uno más de todos los elementos que tenemos para ampliar los derechos, pero sin la ley la lucha es mucho más difícil”, dice.

Sobre el trabajo que hizo la Campaña en este recorrido histórico y cómo cambió, Minyersky cuenta: “Es un trabajo que yo admiro muchísimo. La Campaña es un fenómeno único que fue permeando la sociedad; por eso cuando lloramos porque el Senado no aprobó la ley, yo tuve la convicción de que igual habíamos triunfado. Hubo una serie de factores -el 2015 con el primer Ni Una Menos fue un gran impulso- por los cuales pasamos de haber sido unas pocas peleando un lugar en las marchas a juntar un millón y medio de personas sin sponsor y sin apoyo estatal, porque Macri solamente abrió el debate pero no dio respaldo. Sin embargo, La Campaña, que en su mayoría no compartía las políticas de Cambiemos, aprovechó la oportunidad porque sabíamos que estamos hablando de salvar vidas. Ni siquiera soñamos que podía ser tan impactante e igualmente este sueño se volvió realidad”.

Nelly se alegra cuando entiende que el saldo de estos quince años es que la sociedad haya sacado del clóset el aborto y entienda que es un tema de derechos humanos y salud pública, sin que esto signifique quitarle a la nadie la posibilidad ni el deseo de maternar. También agrega que, a la necesidad de la legalización del aborto, se suma la real aplicación de la ESI como factor fundamental para terminar con la violencia de género. Ella sabe que la ley habilita la posibilidad de seguir conquistando derechos y dejar de luchar para que cada niña, mujer o persona gestante que lo desee pueda interrumpir su embarazo. Pero si hay algo que recalca la abogada feminista es su orgullo por pertenecer a la Campaña y que ver aprobada la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo es una de las deudas pendientes en su vida. “Hoy cumplimos 15 años. La Campaña comenzó nucleando la inquietud que tenían hacía años muchas de las mujeres de los movimientos feministas de terminar con esta violación permanente a la autonomía de las personas gestantes que representa la penalización del aborto. Costó mucha sangre, muchas muertes, mucho dolor, mucho recurrimiento a la clandestinidad. Para mí es muy importante que en este contexto difícil celebremos esta década y media de lucha, de ejemplo cívico, de permanente preocupación por una vida en dignidad para todas las mujeres y personas gestantes de nuestro país. Es por eso que seguimos manteniendo las consignas, luchando por la prevención, la educación sexual integral y, sobre todo, militando para que este año 2020 lo recordemos como el año en que se aprobó en Argentina la despenalización y legalización del aborto”.

Nelly Minyersky. Foto de Jorge Sáenz/Associated Press para El Tucumano
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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios