«Jamás llamaron a declarar a ninguno de los responsables políticos»

Padre de Darío y una de las principales voces que empujaron la causa durante más de 18 años, Alberto Santillán recuerda la militancia de su hijo, carga contra los responsables políticos con cargos en el gobierno nacional y critica a las organizaciones sociales oficialistas: "Yo no sé en qué cabeza cabe que un compañero esté apoyando a los políticos que mataron a otro compañero".

Pasaron 18 años de aquel Puente Pueyrredón, de esa otra Argentina en crisis, de goma quemada, olla popular y piquete. Casi dos décadas de la fatídica jornada donde la Policía de Buenos Aires reprimiera la manifestación del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), desatando una brutal cacería que terminaría con la muerte de los jóvenes militantes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Alberto Santillán fue desde el principio uno de los actores que empujó con más fuerza la causa por el asesinato de su hijo. En un 26 de junio especial, atravesado por la pandemia de coronavirus, El Grito del Sur se comunicó con el padre de Darío para conocer sus impresiones a 18 años del Puente.

Se cumple un nuevo aniversario de la fatídica represión en un contexto atravesado por la pandemia. ¿Cuál será el homenaje este año?

Después de largos 18 años exigiendo justicia, el coronavirus nos hace tomar precauciones para cuidarnos. Comenzamos la jornada el jueves, a través de audios, videos o canciones de gente que siempre nos acompañó como Rally Barrionuevo. La pandemia también nos encuentra nuevamente defraudados con este gobierno que entró como nacional y popular. Como familiares rechazamos las designaciones de Felipe Solá como canciller, de Aníbal Fernández como interventor de Río Turbio o que Duhalde sea uno de los principales asesores de este gobierno. A Darío lo recordamos y vamos a luchar siempre por justicia y para que los políticos que tuvieron algo que ver terminen en la cárcel. Pero también nos acordamos de un Darío más humano, compañero y solidario. De sus sueños: el primero fue hacer la bloquera para que los compañeros tuvieran vivienda digna y después, todo lo que en su corta pero intensa vida ha hecho. No nos tenemos que olvidar que tenía 21 años cuando lo asesinaron. Ese amor, ese respeto por Dari o por Maxi convive con el sentimiento de bronca que nos carcome por ver lo que sucede. Pensaron que nos conformaríamos con las condenas de Franchiotti y Acosta a cadena perpetua, que en realidad la conseguimos nosotros con presión, con cortes. Porque si hubiera sido por la Justicia no hubiéramos llegado a nada. Pero jamás llamaron a declarar a ninguno de los responsables políticos, cuando una buena parte de la sociedad sabe claramente que sin una orden política de los gobiernos nacional y provincial de ese momento, que eran Duhalde y Solá, no hubiese existido tremenda masacre.

Foto: Marcha

Eran años de mucho descrédito en la política, con la herida fresca del 2001, pero Darío era un militante comprometido con su realidad. ¿Cómo era esa militancia en tiempos de neoliberalismo?

Hoy hay también mucha juventud comprometida y, así como Darío continuaba los sueños y se consideraba parte de los 30.000 detenidos desaparecidos, también hay una juventud que la pelea y la lucha, no únicamente levantan los trapos sino que hay compromiso asumido en serio. Es como decía Darío: «Nosotros estamos haciendo la revolución. Quizá no la estemos viendo, pero en algún momento la vamos a terminar de hacer y entonces todo va a cambiar». La realidad es esa, no hay que quedarse únicamente con generaciones que abren los ojos en situaciones que ven a los padres o a las madres sin trabajo. Esta idea de estar al lado del que más lo necesita y sobre todo juntarse, hacer asambleas, o tratar de ver cómo se podía cambiar todo esto. Porque si bien nosotros sabíamos que iba a haber represión ese 26, jamás pensamos que iban a llegar a semejante cacería. Darío, siendo auténtico, no solamente decía lo que creía sino que también ponía el cuerpo. Por eso le dijo a todos en la estación que se fueran, que él se quedaba. Qué mensaje más claro entonces. Yo insisto en que, mientras Darío se desangraba en la estación, él estaba pariendo miles de hijos con una conciencia distinta.

¿Qué te sucede cuando ves a compañeros de Darío y de la economía popular que estuvieron en el puente y ahora decidieron acompañar a este gobierno?

La verdad que es como dormir con el enemigo. Muchos de esos compañeros lo conocieron, estuvieron con Darío. Muchos de esos compañeros gritaron con nosotros y exigieron cárcel para los asesinos y lamentablemente se vuelve a cumplir eso de que cada hombre tiene su precio. Yo no sé en qué cabeza cabe que un compañero esté apoyando a los políticos que mataron a otro compañero. Además, con muchos de ellos teniendo una relación cercana. No sé si merece una reflexión, pero lo que me da es muchísima bronca porque vos al enemigo lo tenés identificado. Pero que salga de las mismas entrañas del movimiento, eso uno no lo espera. Bronca. Y la traición no tiene nombre. De eso no hay retorno.

 

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