La pandemia de COVID-19 no hizo más que evidenciar las desigualdades de género, clase y raza preexistentes en nuestro país. Más allá de la proclama macrista que se autoadjudicó políticas diversas que realmente sólo estaban enfocadas a varones gays, blancos y de clase media alta, el colectivo LGBTIQ+ es uno de los grupos más perjudicados al enfrentarse con la vulnerabilidad estructural. En un contexto de emergencia económica y sanitaria, los problemas se agudizan para un sector históricamente relegado a la discriminación y la violencia tanto dentro como fuera de sus núcleos primarios.
Alfredo tiene 24 años y vive en el barrio Ramón Carrillo, donde milita dentro del Frente de Diversidad y Disidencias Sexuales de La Cámpora. Además participa del comedor “Manos Unidas” en Villa 20, a donde asisten actualmente 150 familias que reciben 700 raciones de comida y más de 15 personas del colectivo travesti-trans y otras diversidades que se acercan en busca de recursos para paliar esta situación. En el caso del colectivo travesti trans, la pandemia significó sumar -a la falta de empleo formal y las dificultades para conseguirlo- nuevos obstáculos para continuar con sus tratamientos de hormonización o el acceso a medicamentos. “La asistencia tiene que ser estatal, integral y con perspectiva de géneros, para resolver y garantizar el acceso real a la salud, la vivienda y los alimentos para todas, todes y todos en la Ciudad. En estos 3 meses no vimos política alguna o intención concreta por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para acercarse a solucionar las problemáticas de nuestro colectivo LGBT+”, cuenta Alfredo. Organizaciones sociales y políticas, activistas y referentes de las diversidades convocaron a una mesa de trabajo conjunta con el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta para resolver estas problemáticas. “Ser pobre y diverse en la ciudad que gobierna Larreta nos asegura pésimas y escasas condiciones de vida, problemas habitacionales, de acceso a bienes y servicios básicos, expulsión del sistema educativo y el de salud”.
Para muchas personas LGTBIQ+, el aislamiento supuso una disyuntiva entre volver al hogar familiar (muchas veces un espacio violento donde fueron discriminades y expulsades) o buscar otras soluciones habitacionales, en general precarias y a precios abusivos. Si bien el distanciamiento les alejó físicamente, éste también volvió a dejar en evidencia que -ante la desidia estatal- el sostén social y la red de contención pasan a ser les amigues, las organizaciones políticas y conocides, aún más en el caso de la diversidad sexual. “La desidia por parte del gobierno de Larreta, sin políticas públicas específicas que contemplen la realidad de nuestro colectivo diverse y disidente, hace que en muchísimos casos se nos dificulte el acceso a los alimentos mínimos que garanticen nuestra supervivencia. En los barrios populares -como le gusta decir al Jefe de Gobierno – también sufrimos de discriminación y violencia, no es nada sencillo”.
“Entonces, ¿quién cuida a las travestis y les trans, lesbianas, gays y disidencias de la Ciudad de Buenos Aires? ¿Cuáles son las políticas de cuidado hacia la población travesti/trans, lesbianas, gays y disidencias de la Ciudad en tiempos de pandemia? Muchxs de nuestrxs compañerxs están siendo alcanzados por la COVID-19. Y sino estamos nosotrxs en los comedores, ¿quiénes van a hacer llegar un plato de comida a nuestra población en la Ciudad?”, cuestionó Ezequiel Rabines, militante de La Cámpora CABA.
En ese sentido, las organizaciones buscan generar redes de colaboración y contención para paliar necesidades tan básicas como comer, la realización de trámites, la búsqueda de medicamentos, la donación de ropa y abrigo a través de campañas solidarias y donaciones de particulares.