Patear prejuicios y pelotas

En estos últimos años, con el impulso del feminismo, otras identidades diversas comenzaron a ganar terreno en el fútbol, derribando prejuicios para hacerse un lugar en la cancha. Experiencias de trans masculinos, trans feministas y personas no binaries organizadas y jugando al deporte más popular del mundo.

“Fútbol militante se formó como una pequeña gran familia, porque sobre todo las disidencias sexuales y quienes no entramos en el molde de la familia tipo, construimos de otras maneras nuestros lazos afectivos”, dice Moyi, integrante de Fútbol Militante y varón trans. Fútbol Militante es un equipo conformado por lesbianas, travestis, trans y no binaries. El proyecto surgió en el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans del año 2015, cuando la popularidad que actualmente tiene el fútbol femenino no era ni un sueño. Si bien empezó como un equipo de amigas lesbianas, el mismo proceso de conectarse consigo mismes incluyó la relación con la práctica del fútbol, y muches comenzaron a vivir su identidad de género de otra manera. “Es lo mismo y al mismo tiempo es otra cosa”, se ríe Moyi.

Fútbol Militante

En estos últimos años lesbianas, travestis, trans y no binaries comenzaron a ganar terreno, derribando prejuicios, para hacerse un lugar en la cancha. Como la mayoría de los deportes, el fútbol solo conoce de binarismos y heteronorma, por lo que quienes no entran en ese molde son excluidos y terminan abandonando la práctica aunque sea su pasión.  “Cuando transicionamos perdemos muchos espacios de un día para el otro, por ejemplo no podemos jugar más al fútbol femenino y a veces tampoco al fútbol feminista. En el fútbol todo el tiempo está presente la corporalidad, tenés que mirar a quien le pasás la pelota. A mí, en otros equipos, los árbitros o los jugadores me seguían llamado en femenino y yo ya no me autopercibía así ni usaba esos pronombres”, explica el joven, quien reivindica los espacios amateurs como lugares abiertos al diálogo.

Otro problema tuvo que ver con las reglas del deporte, que están pensadas solo para algunos tipos de cuerpo, ya sea desde el género hasta la contextura física y las formas de moverse. En ese sentido, muchas veces los torneos mixtos tienen diferentes normas para mujeres y para varones, lo que excluye totalmente a las personas no binarias y hace que las personas trans deban estar aclarando constantemente su identidad de género. “Como las reglas dicen que solo los varones pueden ir al arco terminé aceptando hacerlo solo para que me reconocieran así, pero yo quería que se me respetase en todas las posiciones. Aparte, esto obliga a las personas no binarias a definirse con un género para seguir jugando”, comenta Movi. Luego de atravesar esta experiencia el equipo pudo seguir repensando la práctica política dentro del fútbol, lo que les llevó a pensar las similitudes entre los cuerpos que son valorados por el deporte hegemónico y los modelos alimenticios transgénicos que impone Monsanto.

Pero Fútbol Militante, como indica su nombre, no se reúne solo para jugar a la pelota, sino que también es una manera de generar redes. Por eso, desde hace ya un tiempo -y en este momento de manera virtual-,  organizan clubes de lectura donde leen y discuten sobre deporte, género y coyuntura. Además comparten un espacio en la Ecoaldea Natal en Cañuelas.

Disforia FC

Si la pasión por la redonda es mundial, la militancia por poder patearla también. Christopher es un varón trans chileno y fue uno de los fundadores de Disforia FC, un equipo de Santiago que -como Fútbol Militante- está integrado por trans masculinos, trans feministas y personas no binaries. “A mi siempre me gustó jugar al fútbol, pero al momento de transicionar dejé de hacerlo porque no me sentía cómodo. Si iba con los de varones debía lidiar con un ambiente machista y muchas veces violento. Si iba con las mujeres no podía jugar en los campeonatos porque los otros equipos no avalaban la situación. Tenía que exponerme a contar mi historia o irme”, cuenta.

Cuando se operó para transicionar, Christopher conoció a Simón, otro varón trans y entrenador físico con el cual surgió la idea de hacer un equipo donde las diversidades no fueran expulsadas. Cuando lanzaron la primera convocatoria tuvieron 40 inscritos y, aunque no todes llegaron, el grupo nunca dejó de crecer. “No se trataba solamente de formar un espacio para jugar a la pelota sino para hablar y conocer más gente, porque las personas trans vivimos pensando que somos les úniques que pasamos por esta realidad”. Disforia es el término que se usa para denominar la incomodidad que siente una persona al no verse representada por el género con el cual nació. Sin embargo, la idea de tomar ese nombre fue el acto político de reapropiarse de un término estigmatizante y discriminatorio, con el que muchas veces los médicos les diagnosticaron, para demostrar que su identidad no es una enfermedad.

Desde Disforia FC y Fútbol Militante apuestan a un fútbol que integre a todas las identidades y las visibilice permitiendo que cada une que tenga ganas pueda patear prejuicios y pelotas. Les jugadores militan por no tener que alejarse de su pasión debido a la presión de la heteronorma patriarcal y piensan futuros más inclusivos para todes. “Somos una realidad, existimos y nuestra identidad no es una enfermedad. El hecho que se divida en femenino y masculino nos excluye. Yo espero que en un futuro no exista un fútbol para unes y otres sino un lugar de disfrute y encuentro, menos competitivo y libre de violencia”, concluye el joven chileno.

Fútbol Militante
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