Adolescentes eran los de antes

Ambientada en los 2000, la película "Yo, adolescente" se estrena mañana a través de la plataforma Cine.Ar. Una historia joven que, tomando como disparador la masacre de Cromañon, habla de sexualidad, relaciones amorosas y la búsqueda de alguien que en algún lugar del mundo también le esté pasando lo mismo.

Un fotolog, mil mensajes de texto desde un Nokia 1100, remeras de bandas, discos de Boom Boom Kid y pogos sudados, “Yo, adolescente” es la definición gráfica de ser joven dos décadas atrás. La película, que toma como disparador la masacre de Cromañón, narra la historia de un pibe atravesado por el amor, la sexualidad y la rebeldía, pero también lleno de tristezas e incomprensión por parte de los adultos. El film, dirigido por Lucas Santa Ana, surge de la adaptación de la novela homónima publicada por Editorial Planeta a partir de los escritos del fotolog de Nicolás Zamorano, una plataforma que, si sos centennial, no entenderías. Más conocido como Zabo, Zamorano -escritor, músico y comunicador- intenta reflejar una etapa de su propia vida llena de cambios identitarios, cuestionamientos y marcas de época bajo el lema «Alguien en algún lugar debe estar pasando lo mismo».

Con actores como Malena Narvay y Renato Quattordio, la peli se estrena mañana en un contexto de pleno aislamiento y con los cines cerrados a través de la plataforma Cina.Ar. En diálogo con El Grito del Sur, Zabo habló de salud mental, sexualidad, ropa marrón y celeste.

¿Qué significó para vos “Yo, adolescente”?

Todos los procesos que viví con “Yo adolescente”, desde cuando lo escribí hasta que me amigué con él -que fue hace poco, cuando salió la posibilidad de hacer la película-, fueron conflictivos. Al estar en primera persona y exponer mi intimidad y la de mis amigues en una época donde no era lo normal, siempre tuve un vaivén en mi relación con el proyecto. Pero también en el medio de esa soledad que representaba para mí perder los lugares de pertenencia que eran los recitales, los bares, las fiestas, los pubs, encontrar gente de otros lugares y edades que se veían identificados con lo que yo escribía -incluso adultes que reflejaban otra posibilidad de ser adulte- sirvió como refugio. Además, aún estando escrito desde esa visión porteñocéntrica,  tocó a mucha gente de otros lugares porque habla de temas universales, como el amor, la adolescencia, la sexualidad. Al buscar la complicidad del que está del otro lado, me convertí en un compañero de aventuras para mucha gente que hasta el día de hoy sigue de cerca mi trabajo. A mí hay discos que me acompañaron desde la adolescencia y hay gente para la que «Yo, adolescente» representa eso.

La película habla mucho de la soledad, pero al mismo tiempo el protagonista está rodeado de amigues. ¿Cómo es esa tensión entre ambas situaciones?

Hay algo de que lo que parece pero no es y creo que la salud mental tiene mucho de eso. Nosotres vemos a alguien que las cosas le salen bien y asumimos que es exitoso, pero la puede estar pasando como el orto. Creo que la peli y el libro juegan con eso. Lucas (Santa Ana, el director de la película) lo definió muy bien: es como que el protagonista está constantemente generando conflictos para no pensar en su depresión. Busca historias que contar para no contar la historia que tiene, que es que está destrozado porque su amigo se mató y siente que no hizo nada para salvarlo. Es un personaje que no parece depresivo hasta que lo vas descubriendo. Eso, en el transcurso de la película, da otra perspectiva para entender la depresión.

¿Cómo es estrenar una película durante la cuarentena?

Yo creo que es todo bueno. Obviamente, si hacés una película para el cine querés verla en pantalla gigante, querés hacer la avant premier, querés juntarte con todo el elenco a hacer la perfo de vestirte, especialmente porque para muches de les actores ésta es su primera película. Pero la verdad es que si hubiera salido en el cine hubiera tenido mucho menos alcance, en cambio llegar a todo país desde la página (Cine.Ar), que todos la puedan disfrutar de la misma manera, para mí es una victoria total. Está bueno que la puedan ver familias enteras porque abre un diálogo, en ese sentido deja una herramienta. Para mí haber visto esta peli con mis viejos hubiera saldado muchas cosas.

¿Cómo fue reconstruir los 2000 desde el 2020?

El libro empieza con un chico que sale de un recital y la madre se asusta porque tiene el mismo nombre de uno de los que estaba en la lista de muertos de Cromañón y no logra ubicarlo. En ese sentido cada vez que lo releía para editarlo pensaba qué difícil era comunicarse en esa época, que no es hace tanto tiempo, mientras que ahora estamos en esa cárcel donde cualquiera nos puede ubicar a cualquier hora. Otra cosa que me di cuenta es qué mal que nos vestíamos, todo ese marrón y celeste me dolió. Yo cuando pensaba el vestuario me imaginaba ropa indie y cuando lo vi me di cuenta que nos vestíamos así. La reconstrucción fue un viaje en el tiempo, los chicos del elenco nos gastaban, se divertían. Lo que no queríamos era caer en el cliché de los productos que hacen revisionismo histórico y le agregan una cuota de épica. Estaba la tentación pero no, las cosas sucedían de una manera y reconstruirlas como eran habla de eso.

“Yo, adolescente” pasó por muchas materialidades: surge de un fotolog, se editó como libro y luego una película. ¿Cómo cambia la historia en esos tres formatos?

Yo dije mucho tiempo que «Yo, adolescente» nunca iba a llegar a papel, que no era mi intención porque el internet me daba toda la libertad que quería, que era una declaración de principios. Pero después entendí que ya había cumplido su ciclo. Ahí fui a hablar con Planeta que ya me había convocado antes y les dije que, como iba a salir la peli, quería editarlo para apoyar el lanzamiento. Esto es todo lo que yo soñaba cuando tenía 16, que “Yo, adolescente” tenga texto, audiovisuales y música; por eso la peli termina con un soundtrack de canciones originales. Fue ver todo lo que yo quería con 15 años de diferencia.

En la peli se habla de sexualidad pero no desde el encasillamiento. ¿Cuál era la idea? 

Algo que yo siempre supe es que no quería que «Yo, adolescente» tuviera esa cosa traumática de la salida del closet, sino mostrar que hay otras experiencias un poco más desprejuiciadas. El protagonista, en vez de pensar en todo el drama de cuestionar su sexualidad, está pensando ‘qué paja ser trolo’, ‘qué paja que me gusten mis amigos’ y al mismo tiempo se va cuestionando qué hacer, si tiene que hablarlo o no. No quería caer en lo obvio, que ya te contaron en mil películas donde hay salidas del closet dramáticas. Acá lo que tratamos es de darle una vuelta de rosca desde otro lugar y que no sea simplemente descubrir que le gustan los varones y sufrir. También es pensar que en ese momento había muy poco acceso a contenidos culturales que tuviesen otra visión de la sexualidad.

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El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
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