«Hay un sector de la CGT que se parece más a los empresarios que a los trabajadores que representa»

El secretario general de la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (AGTSyP) analiza la situación del transporte subterráneo en el peor momento de la pandemia. El conflicto con la empresa Metrovias, la situación del amianto en las formaciones y el rol del Gobierno porteño: "Nosotros ya tenemos cien compañeros contagiados y tres fallecidos en lo que va de la pandemia”, denuncia.

Desde el inicio de la cuarentena, el subte funciona con un diagrama especial de emergencia y, como medida preventiva, se decidió que sólo puedan usarlo quienes se desempeñen en actividades esenciales. Aunque desde el Ministerio de Transporte de la Nación se aconseja reducir al mínimo el uso de trenes y colectivos para evitar la propagación del virus, en la Ciudad de Buenos Aires la situación parece no estar del todo controlada por Metrovias y SBASE, empresas concesionarias de la red de Subtes. Desde la organización gremial responsabilizan por el desmadre a los empresarios y a la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.

En una entrevista exclusiva con El Grito del Sur, Roberto “Beto” Pianelli, secretario general de los Metrodelegados, habló sobre las problemáticas que los afectan a diario. Además dio su punto de vista sobre la coyuntura política y sobre el camino de reunificación que emprendieron desde la CTA y un sector de la CGT. “El movimiento obrero tiene que constituirse en un polo que tensione hacia una sociedad más igualitaria, que ofrezca alternativas y que no se estratifique entre los que trabajan en blanco y los que no acceden a un empleo formal”, sostiene.

El martes pasado hubo demoras del servicio en la Línea C y desde la empresa concesionaria salieron a responsabilizar a los Metrodelegados. ¿Cómo surge este conflicto y cuál es la situación sanitaria actualmente?

El conflicto surge porque la empresa decide modificar los diagramas de trabajo que acordamos para la pandemia. La forma en que nosotros trabajamos normalmente tiene tiempos de descanso. Cuando comenzó la cuarentena, una de las cosas que hicimos para que no hubiera contagios masivos fue eliminar los descansos intermedios con el objetivo de evitar lugares en común en donde circulase la gente. Entonces uno llega, trabaja todo de corrido y después se va a su casa. ¿Qué sucedió? En la línea C, el viernes pasado, la empresa decidió unilateralmente volver a los diagramas viejos: habilitar los lugares en común en donde se juntan los trabajadores a descansar. Ahora bien, en los sectores donde tomamos los descansos no se puede mantener las distancias porque son lugares chicos, no son lugares cómodos para este contexto. Entonces, le dijimos a la empresa: “miren que ustedes van a tener que modificar estos espacios”. Y efectivamente ellos no modificaron nada. No tomaron nuestros planteos y además se negaron a constituir una Comisión de Higiene y Seguridad, como lo establece la OIT. Se negaron a hacerlo, no mejoraron nada y nos quisieron implementar un diagrama en donde íbamos a tener contactos estrechos durante la pandemia. Nosotros obviamente no lo aceptamos y el martes fuimos a cumplir la jornada como lo veníamos haciendo los días anteriores. Esto llevó a que la empresa no nos dejara tomar servicio. Llegabas y te decían: “vos no subís a este tren porque tenías que venir a otro horario”.

Horacio Rodríguez Larreta habilita más actividades comerciales en el peor momento de la pandemia. ¿Cómo impacta esta apertura en el subte?

Lo de Larreta es una hipocresía absoluta, porque él dice que mantiene la cuarentena cuando en realidad no la mantiene. Lo único que le queda abrir son los bares y los colegios. Todo lo demás está abierto en la Ciudad de Buenos Aires. Ahora bien, lo que dice Larreta cuando se sienta con el Presidente y con Axel Kicillof es que se deben mantener las medidas y protocolos de prevención en el transporte público y que sólo deben viajar los trabajadores esenciales. Bueno, eso en el subte no sucede. No hay ningún control. O mejor dicho, solamente hay controles en donde están las cámaras de televisión, por ejemplo en Constitución. Pero en las estaciones intermedias no hay ningún control de quiénes acceden al subte. Suben a las formaciones una cantidad impresionante de personas a las que nadie controla. La Ciudad está normalizando actividades en el peor momento de contagios y cantidad de muertos. Hay una normalización solapada por parte de Larreta y eso nos perjudica directamente. Nosotros ya llevamos cien compañeros contagiados y tres fallecidos en lo que va de la pandemia.

A la vez trabajan en condiciones de riesgo por el material cancerígeno que tienen los vagones. ¿Qué medidas de prevención están faltando y cuáles son las respuestas que da el Gobierno de la Ciudad con respecto a este tema?

Ese es otro triste capítulo. No hay ningún plan para sacar el asbesto del subte. Y encima cada vez encontramos más, no solamente en los trenes que trajo Larreta con Macri, sino en los que ya había de antes. Nosotros acudimos a la Justicia y se emitió una medida cautelar que exige hacer un plan para desamiantar y que, además, prohíbe manipular el asbesto. A la fecha no cumplieron con nada de eso. Nosotros le presentamos una queja a la empresa para decirles que en diez días se tienen que adecuar a la cautelar. ¿Qué hacen? Como nuestros compañeros se niegan a trabajar con el asbesto, entonces contratan gente por fuera del convenio y les pagan un poco más para que trabajen con un veneno que los va a matar. Una maniobra absolutamente ilegal, obviamente avalada por la empresa Metrovias, por la Secretaría de Trabajo de la Ciudad y por el gobierno de Larreta a través de su empresa SBASE. Esto, al día de hoy, sigue en la misma situación. Nosotros tenemos este gran problema que se combina, además, con el COVID.

Sos uno de los impulsores de un nuevo espacio político en la Ciudad junto a docentes y trabajadores estatales. ¿Cuáles son las principales propuestas de este nuevo bloque político-sindical?

Lo que consideramos es que hay que tomar todas las demandas de los sectores sociales que hoy no son tenidos en cuenta por la política de la Ciudad. Larreta, en medio de esta pandemia, dejó librado al azar a miles de comerciantes y a miles de personas en situaciones vulnerables. Mientras el Gobierno Nacional pagaba el IFE y los ATP, el gobierno de la ciudad más rica del país no colaboró en nada, no puso ni un centavo en los sectores más desprotegidos. Entonces, ¿cuál es nuestra propuesta? Nosotros planteamos conformar un gran movimiento, en el cual se sumen sectores políticos con los que venimos teniendo diálogo, que se enfrenten a la política neoliberal que ya lleva 15 años en la Ciudad y que, fundamentalmente, estén del lado de los más golpeados: de los cientos de centros culturales que se están derrumbando, de los comerciantes que se ven obligados a bajar las persianas, de los trabajadores informales, de los maestros y de los miles de laburantes que en medio de esta crisis no han recibido ninguna colaboración por parte de Larreta. Es decir, a todos estos sectores de la Ciudad tenemos que darles una forma organizativa para que expresen su voz. Obviamente dentro del Frente de Todos, con los compañeros y las compañeras que hoy lo integran.

 

La semana pasada, desde las juventudes de la CGT, la CFT y la CTA sacaron un documento que declara la necesidad de unificar las centrales. ¿Cómo ves este proceso de unidad que se viene gestando?

Hay una necesidad de unidad del movimiento obrero, una necesidad que viene de hace muchos años, y que se pudo plasmar en la pelea contra el macrismo. En esa pelea quizás hay algunos sectores que no estuvieron y que llevaron una política de colaboración con el gobierno de Macri. Pero en los últimos dos años, con la construcción del Frente de Todos, se hizo posible conformar un arco político-sindical que se expresó electoralmente y que llevó al triunfo de Alberto Fernández. Eso para la etapa de transformación que viene es muy importante. Desde la CTA queremos la unidad y, dentro de ese marco, debatir las diferentes opiniones. Pero la verdad yo no lo veo fácil. Porque hay sectores dentro de la CGT que tienen intereses corporativos y a los cuales nunca les interesó la unidad. Esto quiere decir que tenemos que redoblar los esfuerzos porque dentro de la CGT también hay un gran sector que sacó las mismas conclusiones que nosotros. La potencia del movimiento sindical está en poder actuar de manera unificada. Que existan varias siglas no nos sirve de nada. Lo importante sería tener una sola central en donde se puedan expresar las diferentes corrientes de opinión que hay dentro del movimiento obrero.

Cuando hablás del sector que no quiere la unidad y que no acompañó la pelea contra el macrismo, deduzco que te referís al sector que conduce la CGT. ¿Le ves futuro a esta CGT conducida por Héctor Daer?

Yo no quiero personalizarlo en Daer, porque me da la impresión de que hay un conglomerado que tiene la conducción de la CGT y, si hoy se tendría que definir, Daer sería el más proclive a buscar la unidad. Veo un sector que quizás no está tan visibilizado, que es el que tiene la mayoría dentro de la CGT y que no solamente no quiere la unidad, sino que ha sido oficialista en todos los momentos de la historia y que se parece más a los empresarios que a los trabajadores que representa. Por eso digo que éste es uno de los problemas históricos del movimiento obrero. Si hoy hubiera una sola Central con corrientes diferenciadas, sería progresivo.

¿Qué escenario te imaginás de cara a la renovación de autoridades de la CGT para el 2021?

Cuando nosotros lanzamos la propuesta de unidad en el acto de Lanús del año pasado, estaban presentes Pablo Moyano, Hugo Moyano, Sergio Palazzo, Héctor Amichetti, Mario Manríquez, entre otros. Este sector claramente quiere la unidad del movimiento obrero y lo ha expresado públicamente. Me parece que hoy se abre la posibilidad de llegar a un gran acuerdo entre los que hoy son parte de la CGT y los que hemos estado por fuera. El gran problema es el sector que está en la conducción, que desgraciadamente con sus políticas no ha ayudado en nada.

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¿Qué rol debería tener una nueva CGT bajo el gobierno de Alberto Fernández?

Yo creo que a la salida de esta pandemia el Gobierno va a tener muchas tensiones, más de las que tiene actualmente. Dentro del Frente de Todos hay diferentes opiniones y me parece que el movimiento obrero tiene que tomar una posición sobre esas opiniones. Nosotros hemos sostenido siempre que es necesario tener un programa propio que sea una alternativa política para el conjunto de la sociedad: exigir que las grandes empresas paguen más impuestos para poder redistribuir la riqueza es parte de las consignas que tiene que levantar el movimiento obrero. Discutir que haya un plan de obras públicas con trabajo en blanco o exigir la reducción de la jornada laboral para que trabajemos todos, sin reducción salarial, son parte de las consignas que debemos sostener, así como la eliminación de las tercerizaciones fraudulentas y la precarización laboral. Son cuestiones que debemos plantear, sumado a la discusión sobre qué tipo de sociedad queremos. ¿Queremos una sociedad cada vez más contaminante? ¿Queremos una sociedad en la cual se amplíen las libertades individuales? Para discutir esto necesitamos un programa claro e intervenir en la puja que va a haber cuando salgamos de esta crisis. El movimiento obrero tiene que constituirse en un polo que tensione hacia una sociedad más igualitaria, que ofrezca alternativas y que no se estratifique entre los que trabajan en blanco y los que no acceden a un empleo formal.

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Jeremías Herrera

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires