«Celebramos que el Presidente reciba a los villeros, pero las respuestas no llegaron»

"Alberto nos dijo que nuestros problemas eran ahora su problema también, pero no pudimos volver a comunicarnos con él y los problemas siguen creciendo", dispara Nacho Levy. En diálogo con El Grito del Sur, el referente de La Poderosa describe la situación de los barrios populares y pone la lupa sobre las infancias: "hay pibes y pibas que están perdiendo el año escolar y nadie dice nada".

Estos meses de pandemia están siendo un «torbellino» para una organización como La Poderosa, dice su referente, Nacho Levy, con la voz más ronca que nunca: hay tanto atropello para denunciar y tanto problema urgente para resolver que casi no hay tiempo para otra cosa. En su cabeza hay una lista de dramas que van desde las familias que «hacen fila en el basural del Volcadero, en Entre Ríos, como si fuera el Mercado Central» a los miles de chicos y chicas de las villas de la Ciudad y el conurbano que «llevan tres meses sin contacto con la escuela». Más: en el barrio Mosconi, en Formosa, dice Nacho, cuentan cinco meses sin alumbrado público; en el barrio La Tosquera, en Corrientes, la crisis disparó el trabajo infantil: «hay nenes de menos de diez años tirando del carro, hasta pescando». La lista es interminable y la información proviene de las asambleas de base de La Poderosa en todo el país. Nacho la recita antes de dialogar largo y tendido por teléfono con El Grito del Sur, en una entrevista donde deja en claro su enojo con los gobiernos, las promesas que no se cumplieron y la situación actual de los barrios populares, dos meses después que pasara el pico de casos y se «corriera la lupa» hacia otro lado.

El Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, dijo que la Ciudad «logró contener» los contagios en los barrios populares y que se trabajó «con las organizaciones sociales”. ¿Es tan así, está superado el problema?

El día que dijeron que en la Villa 31 hubo cero casos, y que estaba todo resuelto, habían hecho un solo testeo. Eso nos generó mucha indignación e impotencia y nos puso frente a la necesidad de desnaturalizar la facilidad con que la mayoría del sistema político puede mentir con semejante impunidad. Larreta puede decir eso en cadena nacional porque nadie sabe realmente si es cierto o no, porque nadie se lo pregunta, porque nadie vino a los barrios a preguntar tampoco. A Larreta le sale más barato comprar silencio y censura con la pauta que invertir realmente en garantizar los derechos de miles de compañeros y compañeras que viven en los barrios populares de la ciudad más rica del país, donde dicho sea de paso van por el cuarto mandato y los problemas que tenemos vienen de mucho antes de la pandemia. El Covid se sumó a todo un tendal de problemas que ya teníamos y que siguen sin solución. La verdad es que si hoy hay menos casos, probablemente tenga que ver con que casi todos los vecinos y las vecinas ya se contagiaron. En la 31, donde viven 50 mil personas, llegó a haber un resultado positivo de cada dos testeos. Aun así, si fuera cierto que hay cero casos como dice Larreta, sería imposible esconder debajo de la alfombra el nivel de desidia con el que se manejó y que permitió la expansión del virus en los barrios. Si eso no hubiera sido así, si hubieran trabajado con las organizaciones como ellos dicen, hoy tendríamos al Negro, a Anita, a Ramona y a tantos otros tal vez aislados en el Bauen o en sus casas, pero no en un cementerio.

Cuando los convocó Alberto Fernández, en mayo pasado, La Poderosa y otros referentes de organizaciones populares presentaron una serie de propuestas y medidas urgentes para los barrios, que también recibió más tarde Rodríguez Larreta. Pareció haber un compromiso y una escucha. ¿Por qué no volvimos a ver otras fotos como esas?

Cuando nos reunimos con Alberto, la pregunta más difícil de responder para nosotros fue por qué esa reunión no había sido antes. Después de 13 días sin agua en la 31, después de que se contagiara toda la camada fundacional del barrio y que Ramona se muriera, Alberto nos recibió. Dijo haberse enterado de la situación por una nota con Tenembaum en la que me escuchó hablar de Ramona, con toda la carga de dolor y dramatismo con que denunciamos que su muerte era producto del abandono del Estado. Él me dijo personalmente que la Ciudad le había mentido sobre la situación real de los barrios. Y que ahora que la conocía, era su problema también y se iba a poner al frente para que solucionaran los problemas que habíamos presentado.

¿Y eso pasó?

No. Sí pasó que nos recibieran y nos escucharan, que no es poco y lo valoramos, lo celebramos, como celebramos no habernos convertido en Brasil y celebramos, o al menos suspiramos de alivio, frente a lo que hubiera sido esta pandemia con una gestión como la de Macri. Nosotros tenemos muy clara esa diferencia. Ese día fuimos a Olivos veinte referentes de 20 villas distintas y nunca ninguno había hablado con un presidente, ni había estado en Olivos en su vida, ni tenía siquiera un antepasado que hubiera estado. Y claro que nos entusiasmamos con que todo el gabinete se sentara a escuchar nuestras propuestas, que surgen de la experiencia comunitaria de organización. Pero lo cierto es que lo que se nos prometió, en la práctica no se consumó, y ni siquiera pudimos hacer un seguimiento porque no pudimos volver a comunicarnos con él. No sólo no pudimos, sino que vimos una conferencia de prensa donde se presenta a Larreta como un amigo; no soy quién para juzgar las amistades de nadie, pero hasta donde entiendo los amigos no te mienten. Entonces si Larreta le miente sobre la realidad de miles de vecinos y vecinas de los barrios populares de esta Ciudad, cuanto menos lo que esperamos es que se ponga la verdad sobre la mesa.

En mayo pasado, Nacho Levy fue recibido por el presidente Alberto Fernández. «Lo que se nos prometió, en la práctica no se consumó», dijo el referente de La Poderosa.

¿Cuáles fueron esas propuestas que se presentaron y en qué situación están los problemas que describís en los barrios?

Nosotros propusimos, por ejemplo, que los comedores comunitarios tuvieran baños químicos, para que todas las cocineras que trabajan ahí, en la línea de fuego de la terapia intensiva del hambre, estuvieran menos expuestas al contagio de lo que ya estaban, porque después dan de comer y están mano a mano con 700 vecinos. Se solucionaba con baños químicos: nunca llegaron. Tampoco aparecieron los generadores eléctricos que pedimos: ya habíamos previsto, tres meses atrás, lo que está pasando ahora, que hay riesgo de incendio permanente en la Villa 21-24 por el pésimo estado del servicio de luz, que se corta dos o tres veces por semana. Nosotros decimos que el invierno, por estos motivos, es temporada alta de incendios, y con la cuarentena aún más, porque aumenta el consumo. Los cortes de luz, además, generan que dejen de funcionar los comedores populares, que no ande la heladera y se fomente otro tipo de enfermedades porque no hay calefacción. Otro caso en particular: a la Poderosa nos debían muchísima comida para los merenderos y los comedores, que Daniel Arroyo nos solucionó enseguida, pero el tiempo pasó y hoy nos deben 38 toneladas de comida para los merenderos solamente del mes de julio.

También hubo reclamos por la conectividad de los barrios a Internet, para que los pibes y las pibas puedan estudiar. ¿Cómo se está sosteniendo ahora la escolaridad de los chicos?

Tuvimos una reunión muy dura con subsecretarios del Ministerio de Educación esta semana. Para graficar: si no hubiera habido Ministerio de Educación en esta pandemia, nadie lo hubiera notado. Lo digo con dolor, pero es así. De todas las respuestas insuficientes que estuvieron dando los ministerios, ninguna fue tan al límite como Educación. En nuestros barrios hay pibes que no tienen clases hace tres meses. Mientras, tenemos que ver al ministro decir que 9 de cada 10 chicos tienen contacto semanal con los maestros. Un disparate total. Esa fantasía de que los pibes de los barrios que no tienen Internet iban a caminar 15 cuadras a lo de un compañerito que tuviera datos en el teléfono para copiar la tarea y después volver a su casa sin luz, hacinado, y hacerla, no duró ni dos días. Ante eso, lo que recibimos fueron disculpas, que entendemos, pero nadie puede esperar cuando la variable de ajuste son tus hijos. Propusimos de todo: desde imprimir contenido curricular con un lenguaje más llano garantizando la llegada a las casas hasta montar imprentas y salas con conexión, que vamos a hacer con o sin ministerio. Hay por lo menos 60 barrios sin conectividad, y hemos conocido casos de familias vendiendo sobre una manta los útiles para poder comer. Los pibes de 6 o 7 años van a llegar con un año de retraso, la brecha de la desigualdad se amplió. Y quiero que quede clara una cosa: los maestros villeros son la segunda familia para nuestros pibes, la voluntad de ellos es absoluta y ya no se les puede pedir más que lo están haciendo, el problema es del Estado.

Hubo mecanismos como el IFE implementados por el Gobierno que buscaron dar alivio a las familias de los barrios. ¿Alcanzó hasta ahora?

El IFE es una medida importante. Pero tenemos barrios como Los Álamos, en La Matanza, donde sólo lo cobró el 25 por ciento. El restante 75, por residencia compartida u otras incompatibilidades, no lo pudieron cobrar. Y los que sí lo cobraron, tienen que hacer diez kilómetros para cobrarlo. Con esto quiero decir que por más buena voluntad que haya, que reconocemos, incluso frente a la magnitud del problema que hay, el Estado no está pudiendo ser garante de derechos y ante eso nosotros no podemos quedarnos callados, ser cómplices de la falta más mínima de empatía. Por ejemplo, la manzana 6 de la Villa 21 no tiene agua desde que empezó la pandemia. En el Barrio Mosconi, en Formosa, están sin alumbrado público hace 5 meses. En el Sauce, Córdoba, como hay paro de transporte, los vecinos tienen que caminar cuatro kilómetros hasta Salsipuedes para cobrar la AUH. En Tierras Argentinas, en Bahía Blanca, se cortó la luz y hay temperaturas de menos 7 grados, tuvieron que reconectarla los vecinos, después de tres incendios en el barrio. Así hay decenas de situaciones dramáticas. No quiere decir que la IFE no sirve para nada, pero vago favor le haríamos al Gobierno si desde nuestra posición, de organizaciones de base, no contamos la situación que vivimos, esa realidad que el Presidente dijo que era suya también.

Hace poco, en una entrevista con Socompa, te leímos decir que «se le quitó la lupa» a la realidad de los barrios populares cuando el pico de casos pasó. ¿Tiene que ver con el blindaje que marcabas de algunos medios? 

Claro, porque pareciera que lo mejor que podemos hacer nosotros es ocultar la situación, que esté todo bien, que acá no pasa nada. Eso, acá en los barrios, no funciona. Ahí entonces, desde ese lugar, nos ponemos a discutir los medios. No nos interesa polemizar con los que salen en la tele. Pero el silencio no es salud, es mala educación. Muchas de las cosas que se dicen, como lo de Larreta con los barrios populares, se pasan por alto porque no hay ninguno de los representantes de esa realidad, de nuestros barrios, que estén ahí, representados con su voz, para preguntar. Nosotros teníamos un espacio en C5N cuando convenía y ahora no lo tenemos, hasta nos sacaron del aire cuando criticamos al Jefe de Gobierno. Además, creemos que éste es otro momento bisagra, donde se alumbra por un rato la conciencia de la sociedad, como el caso de 2001, cuando estas situaciones de las que hablo se visibilizan, y no queremos que otra vez los medios fomenten que las cacerolas son bonitas pero se vuelven a casa cuando volvió la plata a los cajeros y entonces los piqueteros volvimos a ser sucios y feos.

La pandemia también expuso casos graves de violencia institucional, como la desaparición de Facundo Castro, a manos de la Bonaerense, que casualidad o no responde a Sergio Berni, quien estaba a cargo de Gendarmería cuando mataron a tu ahijado, Kevin. ¿Cómo te sentís frente a eso?

Nosotros, en general, no estamos de acuerdo con las manifestaciones públicas de Berni. Es un funcionario que se califica o se autopercibe de derecha, es casi lógico que no tengamos la misma interpretación de lo que sucede en la realidad. Viene jugando un rol sobreactuado y bastante nocivo en varios puntos, no sólo en el caso de Facundo. Nunca se resuelve nada con la violencia, matar a quien luce indefenso está mal y quien roba debe ser sometido a un proceso. Berni se la pasa horas en la televisión diciendo quién debe estar en su casa o no, como si manejara la justicia cuando el que debería estar en su casa es Facundo, y esa sí era una responsabilidad del propio Berni.

 

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Matias Ferrari

Periodista, comunicador y militante social. Trabajó en Página/12 y colaboró en la investigación del libro "Macristocracia" publicado por Editorial Planeta.