Rompiendo el hielo

La Antártida es el único continente al que no ha llegado el COVID-19 y también el primer lugar del país con una sala de cine abierta desde que comenzó el aislamiento. Con 14,000,000 km² y el 99% de su territorio cubierto de hielo, El Grito del Sur reconstruyó cómo es pasar la cuarentena allí.

Con 14,000,000 km² y el 99% de su territorio cubierto de hielo, la Antártida es por ahora el único continente totalmente libre de coronavirus. El más frío, seco y ventoso de los continentes tiene una altitud de más de 2,000 metros sobre el nivel del mar y, en algunas zonas en invierno, la temperatura puede llegar a – 60°. Además, se trata del cuarto más grande del planeta, antes que Europa y Oceanía, y el más austral, con veranos cortos y pocas horas de sol al año. Si bien no tiene una población estable, entre investigadores de diferentes bases se calcula que aproximadamente 4000 personas residen en la Antártida en verano y 1000 en invierno, más los 1000 tripulantes de barcos y científicos de investigaciones cercanas. Un dato curioso es que en 1978 Emilio Marcos Palma fue el primer niño nacido en la Antártida, el lugar más austral del mundo, razón por la cual entró al libro guinness de récord mundiales.

La Argentina administra 13 bases en la Antártida, de las cuales seis son permanentes y funcionan todo el año y el resto sólo lo hace en verano. Para prevenirse el COVID-19 en el continente blanco, se suspendieron las inspecciones recíprocas que se realizan para controlar el cumplimiento del acuerdo internacional y desde febrero están cerradas casi todas la entradas al turismo. También se han bajado la cantidad de personas de los programas antárticos a lo mínimo indispensable y las bases que solo funcionan en verano probablemente no serán abiertas.

Mariano Memolli fue director nacional del Antártico entre los años 2003 y 2016, y jefe de Base Jubany en la Antártida en 1990-1991. Actualmente reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde se desempeña como médico. Él explica que la experiencia de la cuarentena es similar a que la que vive todos los años la dotación que queda aislada en la base. Sin embargo, lo que cambia es la ansiedad de estar aislados sabiendo que sus seres queridos pueden llegar a ser afectados por el virus. El médico cuenta que el aislamiento antártico se utiliza para realizar investigaciones, tanto a nivel psicológico como a nivel fisiológico, sobre cómo afecta a las personas estar tanto tiempo aislados y cómo repercute en sus cuerpos el estrés de la situación, pero también para conocer el efecto que tiene el “descongelamiento” -la readaptación a la vida urbana-, una experiencia que cuando termine la cuarentena será indispensable tener en cuenta.

“Hay estudios que se hacen en conjunto con la NASA y agencias europeas, que miden cómo es la respuesta fisiológica al estrés del aislamiento y cómo cada uno se adapta al espacio y a vivir en condiciones tan complejas como es una cápsula espacial. Yo viví dos años en la Antártida, porque en 1991 -cuando tenía que volver- no tuve relevo. Una de las cosas que más me extrañó es que en todo ese tiempo no había manejado dinero -y sumado a la hiperinflación de los 90’- no sabía qué era caro y qué no. Además uno tiene que volver a acostumbrarse a ver colores, yo extrañaba mucho los colores porque ahí casi no hay”, señala Memolli.

El ex funcionario del Antártico explica que, para sobrevivir en la isla una vez al año, hay un abastecimiento de comida que alcanza hasta la próxima provisión. Además cuenta que, para atravesar el aislamiento, se genera una dinámica de fuerte compañerismo entre científicos y científicas, ocupaciones a corto plazo y se evitan los pensamientos circulares negativos.

Sobre cómo se va a manejar la Argentina en el relevo de los científicos, Memolli afirma: “Argentina compite con otros países, como el Reino Unido y Chile, por la soberanía de la Antártida. Estas son oportunidades para que nuestro país demuestre que puede hacer una buena campaña antártica. Los relevos se van a hacer, pero considerando que nosotros tenemos una proximidad muy buena al continente y una capacidad ociosa muy grande en los cuarteles militares, la gente podría hacer una cuarentena previa y de ahí subirse al avión burbuja y facilitar el recambio de la dotación”.

La pantalla grande llega bien al Sur

Además de estar libre de COVID, la Antártida es desde hace una semana el único lugar del país en tener una sala de cine abierta. La Sala del Bicentenario del Espacio INCAA Latitud 90º es el único cine de la Antártida, ubicado en la Base Carlini dentro de la península de Potter, donde viven 25 personas entre militares, científicos y científicas. La sala, que fue inaugurada en el 2005, llevaba dos años cerrada y reabrió con producciones de cine antártico argentino rodadas durante el siglo XX. La reapertura fue el resultado de un esfuerzo conjunto entre la Cancillería y los Ministerios de Cultura y de Defensa de la Nación.

Pero además de ser la única pantalla grande abierta al público -con los protocolos necesarios-, la Sala del Bicentenario formará parte del 14° Festival Internacional de Cine de Montaña de Ushuaia (FICMUS), donde se proyectarán producciones recuperadas por el Instituto Antártico Argentino y el Museo del Cine de Buenos Aires.

El festival Cine de Montaña de Ushuaia es un proyecto autónomo que lleva a cabo un colectivo de alrededor de 15 personas. Éste tiene como eje a la montaña y abarca una competencia internacional, una serie de películas en muestra y un programa educativo para niños. Éste es el segundo año consecutivo en que se realiza el “Especial Antártida”, en conjunto con el Instituto Antártico Argentino y el Museo del Cine de Buenos Aires. Nahuel, integrante del colectivo organizador del FICMUS, explicó a este medio: “Es un gran esfuerzo del Instituto Antártico Argentino haber reabierto esta sala. Son lugares desde donde se puede comunicar lo que está pasando en la región y darle protagonismo a otras zonas de la provincia. Tierra del Fuego es una provincia bicontinental y es una manera de vincularnos con otra parte de ella, por lo que es útil para todos”.

Este festival también debió reinventarse por el aislamiento, por lo que sus 66 películas de 21 países serán transmitidas a través de la TV Pública. Esto también plantea la posibilidad de llegar a una mayor audiencia, inclusive de otras provincias y regiones. Nahuel cuenta que se realizó una programación especial en conjunto con la Red de Festivales Audiovisuales de la Patagonia -tanto argentina como chilena- para visibilizar lo que está generando la industria cinematográfica en diferentes partes del país y del continente. «Este espacio da lugar a lo amateur, lo experimental, los estudiantes y lo no convencional. Una de las misiones del festival es ofrecer su pantalla a los realizadores regionales y locales para transmitir sus proyectos con el objetivo de llegar a otras audiencias y poder ser convocados por otros festivales de cine de montaña del mundo», concluyó.

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El Grito del Sur

El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
Fundado el 23 de septiembre de 2012 en el natalicio de Mariano Moreno.