ESI transversal para deconstruir la masculinidad

Les estudiantes vienen planteando que la ESI no se toma cuarentena y ponen en agenda la importancia de aplicar la Ley de Educación Sexual Integral. ¿Qué pasa con aquellas temáticas que no son abordadas, incluso en la presencialidad? Eugenio Aguirre, docente de media especializado en ESI, nos acerca algunas reflexiones para pensar al respecto.

Desde hace tiempo se vienen escuchando fuertes reclamos por la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral, de la mano con un pedido urgente de actualización de los contenidos curriculares que aborda. Sin embargo, poco se habla aún sobre la importancia de incluir en la agenda eje como los vínculos y las masculinidades, entre otros. Eugenio Aguirre, docente de media especializado en ESI, conversó con El Grito del Sur sobre estos temas que son importantes a la hora de pensar la educación sexual integral en las escuelas. «Hay una deuda en cuanto a poder tomar la ESI de manera más institucional, que las escuelas asuman trabajarla para poder impregnar la currícula de todas las materias. Pero eso tiene que llevarse adelante con una política que tiene que garantizarse por parte del Estado y de los distintos gobiernos de formar en ESI a les directives y les supervisores, para que no quede justamente en un grupito de docentes bien intencionados, con mucha voluntad, que están llevando la ESI adelante en su escuela», explica.

Aguirre expresó la necesidad de relacionar la forma de vincularnos con las masculinidades, para entender cómo las personas construyen su identidad en relación a un modelo de masculinidad hegemónica que obliga a los varones a cumplir con determinados mandatos, roles, discursos y prácticas. «Esa masculinidad hegemónica genera también varones que van a ser los más cancheros y los que van a controlar más la palabra, y el espacio del aula. No en un sentido consciente -aclara- de reconocer que están ejerciendo ese rol a propósito, sino por cómo la misma sociedad patriarcal opera sobre muches de les chiques y a muchos varones les hace asumir esa masculinidad», señala.

A su vez, plantea que incorporar la ESI de manera transversal a las currículas escolares de todas las asignaturas representaría también una gran oportunidad para habilitar la interpelación a los docentes varones, para que registren cómo fueron educados y socializados. «Asumirlo como una práctica institucional puede generar, por ejemplo, que docentes varones empiecen a entender la necesidad de formarse y de trabajar la ESI», sostiene.

En los últimos años, el trabajo enfocado en la educación sexual integral ha tenido que avanzar sorteando dificultades que van desde la falta de institucionalidad en las escuelas, hasta las resistencias de determinados sectores, que son quienes también se oponen a cuestiones como el aborto y la promoción de los derechos de las personas LGBT+. «Quieren implantar una ideología de género», la promiscuidad, y el «quieren hacerlos homosexuales», son algunos de los principales discursos que expresan algunas familias. En este sentido, el docente subraya la importancia de contar con un Estado más presente, que institucionalice y garantice el abordaje de la ESI. De esta forma, les docentes contarían con un mayor aval a la hora de tener que pararse frente a les xadres que se presentan en la escuela para quejarse. «Podemos demostrar que la ESI promueve mayores niveles de igualdad y libertad entre las personas. Tenemos que hacer foco en todo lo positivo que tiene como potencia en el acto educativo y ahí es donde se puede ganar el debate social», dice.

«Estamos llevando adelante algo que estamos obligades a hacer por ley -aclara-. Les chiques tienen derecho a recibir educación sexual integral y no podemos dejar que intereses como los de la iglesia se opongan a que se enseñe. Entender esto desde un marco de derechos de les niñes y adolescentes ayuda a comprender todo lo que puede promover la ESI cuando uno la trabaja, desde el derecho a la identidad hasta los derechos sexuales y reproductivos», destaca. «La escuela pública y laica es también un espacio para cuestionar cómo durante tanto tiempo los intereses y el pensamiento cristiano se nos metió en la cabeza», refuerza.

Uno de los principales objetivos de la educación sexual integral debe ser -según plantea- empoderar a les estudiantes para que sean protagonistas de cómo vivir y ejercer sus derechos y entiendan que se merecen tener el espacio y la libertad para explorar y construir su identidad y su sexualidad. «Empoderarlo para que se sienta une sujete de derechos que puede accionar sobre la realidad, que tiene derecho a recibir esa educación y siempre apuntar a que todo esto es para lograr una sociedad más justa, más libre, más igualitaria», propone.

Una escuela donde el sexo aún es tabú

A pesar de la apertura de determinados debates y de los avances introducidos por los feminismos en los últimos años, aún sigue siendo difícil -y en algunos casos imposible- hablar de determinadas temáticas en los colegios. «Hay todo un terreno para indagar en relación a la salud sexual, en relación a la sexualidad, al ejercicio de la sexualidad, al deseo y el placer. De cómo se construye todo eso en el ser humano», afirma Aguirre. Y cuenta: «Así como ahora el aborto es menos tabú que antes, hay todavía algunos temas que son tabúes, que inciden mucho en la educación sexual que reciben les niñes y les adolescentes. Como, por ejemplo, indagar en la pornografía mainstream que se consume y que sabemos que consumen un montón de pibes y pibas desde temprana edad. Eso en las escuelas no se habla prácticamente».

En este sentido remarca la necesidad de «sacar a la luz» cómo están siendo educades les niñes y adolescentes, pero pensando también en cómo fueron educades les docentes, para poder empezar a discutir y comprender la sexualidad desde otro lugar. «Empezar a cuestionar la cultura falocéntrica en el porno con estudiantes adolescentes, sobre todo de media, me parece un primer paso para poder deconstruir cómo estamos siendo educados en nuestro deseo sexual, para poder entender la sexualidad, el deseo y el placer de manera mucho más amplia y diversa», asegura. Además, defiende la idea de «entender la sexualidad no solamente a partir de lo genital».

«Cuando nos besamos con alguien estamos en una práctica sexual, cuando nos acariciamos con alguien estamos en una práctica sexual. Entender a la sexualidad en cómo nos mostramos hacia afuera, cómo desarrollamos nuestra identidad, nuestra forma de ser, elementos que permiten al estudiante entenderse como un sujete en construcción de su identidad y de su sexualidad. Para que a los 13 años no se sienta obligado a cumplir con una cultura patriarcal que le plantea ‘me asignaron varón porque nací con pene, tengo que cumplir con determinados mandatos, debo ser en la cama lo mismo que veo en la pornografía y debo tratar a las personas y a las mujeres de determinada manera'». «Laburar desde ese lado puede servir también para salir de cierto biologicismo y de darle tanta importancia a lo genital», agrega.

«¿Por qué no podemos mostrar la diversidad de penes que puede haber? ¿Por qué no se puede mostrar la diversidad de vulvas que existen, y poder explicitar esto para el niñe o el adolescente cuando vea la representación de la vulva o el pene no trate de comparar ese modelo, bastante heteronormativo, con su propio genital?», cuestiona el docente. «Hay que entender que no hay un solo tipo de pene y de vagina como nos enseñaron en la escuela, donde la típica es «te vamos a enseñar a poner un forro» y aparece un dildo que tiene un tamaño bastante importante, es bastante perfecto, totalmente recto», plantea y suma: «Indagar en el cuerpo de une permite también habitar la vulnerabilidad que tenemos les seres humanes en este mundo y entender que no todes cumplimos con ese ideal, y que si sentimos algún malestar sepamos que tenemos el derecho y los recursos de irnos a atender, para no sentir vergüenza, entre otras cosas».

Por último, Eugenio Aguirre se refirió al trabajo sobre los métodos anticonceptivos en las escuelas. En este sentido, destaca que «la mayoría de los métodos anticonceptivos apuntan a una intervención sobre el cuerpo de la mujer, afectando el organismo de las personas que nacen con vulva, tanto las pastillas como los chip». Asimismo le interesa preguntarse por el «miedo» que muchas veces le genera a los varones la vasectomía, un miedo fundado sobre la idea de pérdida de virilidad y/o de menor disfrute. «Empezar a cuestionar eso en la escuela permite entender también cómo el sistema patriarcal busca controlar la reproducción humana interviniendo, sobre todo, en el cuerpo de la mujer y que los costos orgánicos de los cuerpos los paguen más las mujeres. No se indaga y no se invierte la misma cantidad de plata que se invierte en tecnología para indagar en métodos anticonceptivos donde el varón tenga que ser de alguna manera la persona activa», concluyó.

 

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