La Metropolitana, ese capricho de Macri que financiaron todas las provincias

El Ejecutivo porteño, en su estrategia legal y política, elige centrarse en las formas para rechazar el ajuste del 1,2 por ciento de los fondos coparticipables decidido por el Presidente esta semana. Desde el Gobierno advirtieron que el recorte puede ser mayor y ponen el foco en el gasto porteño en Seguridad, que insume los sueldos de la antigua Metropolitana, los "adicionales" de la Federal y su actualización salarial.

El Gobierno parece dispuesto a ir por más y ya se plantea, a futuro, volver a revisar los aportes de coparticipación que recibe la Ciudad para financiar los gastos en materia de Seguridad. “Es un debate que deberíamos dar a futuro en el Congreso”, redobló la apuesta ayer Silvina Batakis, funcionaria del riñón del ministro de Interior, Wado de Pedro, encargado durante varios meses de negociar el recorte con el Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. Batakis precisó que la Rosada estudia la posibilidad de aplicar un nuevo tijeretazo sobre los fondos destinados a solventar a la Policía de la Ciudad, que tras el DNU anunciado por el Presidente el miércoles, se redujo del 2,1 al 0,92 por ciento de los fondos coparticipables.

La decisión de los funcionarios nacionales de discutir la letra chica y los números del gasto en Seguridad de la Ciudad contrasta con la estrategia elaborada en Parque Patricios. Rodríguez Larreta ya ordenó a la Procuración General porteña elevar a la Corte la medida cautelar para “suspender de forma inmediata” el recorte, pero basándose más en la forma que en el contenido. Los argumentos de la Ciudad se centran por ahora en el modo “unilateral e inconsulto” del decreto presidencial, más que en los números finos para buscar que los supremos atiendan su planteo de “inconstitucionalidad”.

Así las cosas, la pelea entre los dos ejecutivos dejó al descubierto una de las herencias con mayores consecuencias políticas, geográficas y económicas del paso de Mauricio Macri por la Rosada. Con el DNU 194 de enero de 2016, a pocos meses de asumir, Macri elevó el porcentaje de coparticipación a la Ciudad del 1,4 al 3,75 por ciento con el argumento de costear el traspaso de la Federal, una de sus promesas de campaña y uno de sus principales reclamos a Cristina Fernández de Kirchner hasta 2015, cuando ambos eran jefe de Gobierno y presidenta, respectivamente.

Como Cristina se negó hasta el último día a traspasarle la Federal, Macri optó en su momento por crear su propia policía: la Metropolitana. Una fuerza cara y casi de cartón, con los salarios más altos del rubro pero con funciones muy reducidas, limitadas por caso a prepotear «trapitos» en los espectáculos deportivos y poco más. Macri sufrió al principio: afrontó una causa por espionaje ilegal montado sobre la división inteligencia de su policía –lo que tenía vedado–, en la que terminó procesado junto al primer jefe metropolitano que designó: Jorge “El Fino” Palacios.

Ya en el poder a nivel nacional, Macri cumplió con su palabra y traspasó la Federal a su delfín, Horacio Rodríguez Larreta, con aquel aumento –cuestionado en su momento por gobernadores del interior– de la coparticipación. Con esa decisión, que ahora Alberto Fernández considera “injusta”, Macri no sólo costeó los salarios de los Federales transferidos, sino muchos otros gastos, lo que benefició a las arcas porteñas en detrimento del resto de las provincias. Y también financió a la Metropolitana, el monstruo que había creado.

Es que los efectivos de la Federal gozaban en ese entonces de salarios mucho más bajos que los que se percibía en la Metropolitana, con la que debía fusionarse. Así que la coparticipación también financió parte del aumento salarial de los federales. También lo hizo con los “adicionales”, que más que un costo, resultaban un “beneficio”: la Federal conseguía ingresos extra por cubrir manifestaciones, espectáculos artísticos y partidos de fútbol, cuya recaudación también iba a los bolsillos de los azules. Ese “costo-beneficio” también fue transferido por Macri a la Ciudad, en un doble perjuicio para las arcas nacionales, que dejó de recaudar y al mismo tiempo sumó un gasto extra.

Según distintos cálculos realizados en su momento, esos tres ítems que conformaban la masa salarial, los aumentos y los adicionales se llevaba un punto y medio de la coparticipación. Larreta sonreía.

¿Y el resto? Fue destinado a financiar la Metropolitana. En 2015, la fuerza local insumía un 4 por ciento del total de gastos del presupuesto porteño. Traducido en coparticipación, equivale a un 0,5 del total: ése era el porcentaje que el Jefe de Gobierno estaba dispuesto a ceder durante las negociaciones con Fernández, como asumiendo al menos un exceso en ese punto.

El recorte del 1,2 por ciento aplicado por Fernández, en retrospectiva, liquida el beneficio de financiar la Metropolitana pero también parte de la equiparación salarial de los federales fusionados y sus adicionales. Habrá que ver de qué manera el Ejecutivo porteño, jaqueado a su vez por una reducción importante debido a la pandemia en sus ingresos brutos, de casi 80 mil millones, afronta ese agujero en sus finanzas.

De todas formas, desde el Frente de Todos porteño señalan que toda esa masa de recursos extra le posibilitó al Ejecutivo de la Ciudad acumular un superávit a 2018 de 20 mil millones de pesos, unos 32 mil millones a los valores actuales. Y que incluso, con esas partidas, la Ciudad financió otros gastos corrientes de seguridad propios de su gestión, que nada tenían que ver con el traspaso de la Federal.

Aún así, el que avisa no traiciona. La discusión por los fondos coparticipables de Ciudad estaba sobre la mesa desde la transición misma, hace ya trece meses. Rodríguez Larreta sabía que en algún momento el chorro se cortaría y no perdió el tiempo: viene de colocar bonos de deuda interna por 11 mil millones; logró pagarle con bonos y estirar los pagos a proveedores y hasta sancionó una ley de emergencia económica a espejo de la nacional para reasignar partidas a piaccere con la excusa del COVID.

 

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