Parar la pelota para deconstruirse

El último taller de formación sobre masculinidades en el fútbol, organizado por Futbolistas Unidxs, demostró que inclusive en un ámbito ultra-machista es posible empezar a revertir los legados del patriarcado. ¿Vamos hacia una reconfiguración de "lo masculino" en el fútbol?

«Ladran Sancho, señal que cabalgamos», dijeron desde Futbolistas Unidxs tras verse obligados a suspender el pasado 12 de agosto un taller de formación sobre masculinidades en el fútbol a través de Zoom. Usuarios que ocultaban sus nombres reales, mensajes violentos y voces que lanzaban insultos con el objetivo de boicotear una actividad por razones misóginas y machistas. Dos semanas más tarde, tras reforzar las medidas de seguridad en la plataforma virtual, el encuentro tuvo lugar con la presencia de más de 80 participantes y la exposición de la directora nacional de Políticas de Género en el Deporte, Guillermina Gordoa, y del director de Promoción de Masculinidades en la Provincia de Buenos Aires, Ariel Sánchez.

El evento dejó en claro que los avances del feminismo en términos culturales empiezan a impregnar cada vez con mayor fuerza la esfera ultra-conservadora del fútbol, pero también que cualquier intento de transformar estructuras arcaicas deberá sobreponerse a la resistencia de un sector de la sociedad argentina. Precisamente, el fútbol se ha constituido a lo largo de más de un siglo en un área clave para la constitución de masculinidades, donde -según Sandoval García- la homosocialidad que circunda a esta actividad promueve un imaginario hegemónico y patriarcal.

¿Cuáles son los recursos discursivos y las prácticas que configuran lo que las personas van definiendo como «lo masculino» en el fútbol? Cabe destacar que este deporte nació como un espacio varonil y que, si bien las mujeres han logrado fuertes avances a partir de largos procesos reivindicativos, en la actualidad continúa siendo codificado y dominado por la cosmovisión masculina.

«El fútbol es uno de los últimos reductos del machismo. Allí el patriarcado está muy arraigado y es muy difícil de romper. Desde sus orígenes, a través de la práctica del fútbol se promovieron determinados tipos de valores masculinos con el objetivo de crear al hombre que iba a llevar adelante el proceso de modernización de la Nación. Y éste tenía que ser un hombre ¨fuerte y viril¨», explica a El Grito del Sur Julia Hang, socióloga y becaria posdoctoral del Conicet. La especialista en Deporte y Género agrega que «las alteridades y distinciones en el fútbol se dan entre varones, entonces para ser buen jugador y buen hincha hay que ser más macho que el otro. Se produce esta sociabilidad entre varones, donde hay una característica que José Garriga llama la ¨noción de la prueba¨: todo el tiempo hay que probarle al otro que sé es macho, fuerte y con aguante. Siempre es una performance que se dirige a otros hombres».

Federico Czesli, magíster en Ciencias Antropológicas e investigador de la formación de futbolistas profesionales, reflexiona sobre los ejes que debería abordar una capacitación en género para este sector. En ese sentido, señala que «hay que trabajar sobre las asociaciones entre el fútbol que se juega hoy y la formación de los jóvenes como varones hegemónicos que necesitan poner el cuerpo para sacar adelante. Esto aparece de distintas maneras: en este honor y ego asociado al varón que pone el cuerpo para enfrentar las desavenencias de la vida, cosas que van desde un rival adentro de la cancha -lo cual genera que muchas veces se agarren a trompadas y que sea para mostrar al otro quién es más macho- hasta las relaciones entre jugadores. Punto dos, hay que trabajar contra la homofobia dentro del fútbol masculino porque eso genera padecimientos de los jugadores y excluye a un montón de chicos que no se sienten identificados con la masculinidad hegemónica. Lo mismo con los futbolistas profesionales que no pueden expresar abiertamente su sexualidad, repercutiendo negativamente sobre ellos. Y tercero, también hay que trabajar con los entrenadores y dirigentes porque se trata de valores que nos fueron enseñados. En definitiva, Educación Sexual Integral».

Vientos de cambio en el ambiente

Uno de los objetivos de la actividad organizada por Futbolistas Unidxs fue rediscutir lo aprendido en las divisiones inferiores, las prácticas conocidas como «la cultura del vestuario» y los puntos sobre los que se construyen las masculinidades de los futbolistas. Esto no resulta nada sencillo, puesto que en el mundo del fútbol la figura de los grandes jugadores constituye un relato de grandes héroes basado en arquetipos clásicos y estereotipos tradicionales que demuestran poder sobre el cuerpo y fuerza física, entre otros atributos de corte patriarcal.

Manuel Brandón es marcador central del club Victoriano Arenas (Primera C) e integra el colectivo Futbolistas Unidxs. En diálogo con este medio, cuenta que el fútbol masculino es un ambiente en el que «todo el tiempo se tiene que demostrar que no es homosexual, que se sale con minas y que lo hace frecuentemente, porque sino algo raro está pasando. Eso es algo que pasa implícitamente, a través de comentarios en el día a día». «En la charla de masculinidades hablamos mucho de cómo, sin romper la armonía de un vestuario, podemos cuestionar todas esas cosas. A la conclusión que llegamos es que hay que romper la armonía. En algún momento hay que incomodar y confrontar», señala Brandón.

Camila Uzqueda es defensora del club Gimnasia de La Plata y también forma parte de Futbolistas Unidxs. Su experiencia en el fútbol femenino le mostró que el manejo del vestuario «es muy distinto porque no está mal visto buscar ayuda afuera, no todos los problemas tienen que quedar adentro del grupo. No tenemos ese pacto tan fuerte de complicidad de saltar a defender a alguien en vez de cortar una pelea, más allá de que respetamos los grupos y creemos en la fortaleza colectiva. El grupo femenino tiene otra naturaleza y eso porque somos educadas distinto a lo largo de nuestra vida».

Foto: Georgina Sti

«El único lugar donde se permite que el hombre demuestre cierta emocionalidad es adentro de una cancha. Si el jugador llora por salir campeón, por ejemplo, nadie le va a decir nada porque esto se relaciona con el éxito. El hombre debe ser exitoso y fuerte, esto es precisamente lo que aborda la masculinidad hegemónica. En otro ámbito, en cambio, no se quiere exponer de esta forma», reflexiona Manuel Brandón. Camila Uzqueda piensa que el aporte del fútbol femenino hacia una nueva masculinidad en el fútbol puede venir del lado de «dejar de naturalizar los comportamientos dentro del grupo, que sea todo más amigable. A mí me pasó de jugar primero en Estudiantes y ahora en Gimnasia sin sentir el rechazo de ninguna compañera ni de ningún hincha. Está bueno que haya rivalidad y un clásico, pero lo importante es que no haya violencia y entender la diferencia entre la cancha y el afuera».

Perspectivas a futuro

Uno de los cambios que trajo aparejada la llegada de la nueva gestión a nivel nacional en diciembre del año pasado fue la designación de Inés Arrondo como secretaria de Deportes, la primera mujer en dirigir esta área. Sin lugar a dudas, la implementación de la perspectiva de género y el achicamiento de las brechas de género en el deporte debe contar con el trabajo mancomunado de varios sectores: el Estado, los clubes y la propia sociedad civil. ¿En qué instancia nos encontramos y cómo seguir avanzando con este debate en el fútbol?

De acuerdo con Federico Czesli, «es muy valiosa la nueva gestión de la Secretaría de Deportes y además incorporó las temáticas de género a partir de diferentes charlas abiertas. Hoy estamos en etapa de sensibilización, de poner en escena cómo funcionan las relaciones de género y eso va acompañado de la penalización para aquellos jugadores y dirigentes que estén involucrados en situaciones de violencia de género, de abuso o de acoso hacia mujeres dentro del club».

Julia Hang concluye: «Hay que seguir fomentando actividades que permitan a las personas pensarse a sí mismas y reflexionar. La deconstrucción es un trabajo para el cual hay que estar dispuesto y, a su vez, esto debe estar acompañado de leyes. La implementación de la Ley Micaela en los clubes, que obliga a los dirigentes a capacitarse, y la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral, entre otras cuestiones. Por un lado, está lo legal obligando a los clubes a capacitarse, avanzar en el cupo femenino y hacer clubes más inclusivos, pero también hay que darse el trabajo de repensar el lugar que todes tenemos en la sociedad».

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.