SAOCOM: científicas industria argentina

Laura Moreschi y Yanina Iberra son dos científicas cordobesas que trabajan en la CONAE y formaron parte de los preparativos para el lanzamiento de los satélites SAOCOM 1A y 1B, un nuevo logro para la ciencia argentina. Desde allí anhelan que este protagonismo de mujeres en las "ciencias duras" sirva de inspiración para ganar nuevos lugares en el campo científico.

A principios de 2004, pobladores de la provincia de Corrientes dijeron haber visto “una bola de fuego” que surcó el cielo. La “bola” resultó ser chatarra espacial de un cohete que lanzó Estados Unidos. Diez años después, Laura Moreschi entregó su tesis sobre esa bola de fuego que atravesó la noche correntina para recibirse de ingeniera aeronáutica e ingresar a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).

Laura nació en Alta Gracia el 15 de septiembre de 1988. “Cuando éramos chicos no teníamos cable, veíamos documentales de Discovery Channel y a mí me gustaba todo lo que tuviera que ver con el espacio”, cuenta a El Grito del Sur. Sus favoritos eran los VHS de la serie Cosmos de Carl Sagan y eso la marcó para siempre: ya a sus amigos de la escuela primaria les decía que su sueño era trabajar en la NASA.

“Cuando fui un poco más grande, pasamos frente a CONAE y me dijeron que era la agencia espacial pensé ‘ah, ¡estoy re cerca!’ -recuerda-. (La sede) está a un kilómetro y medio de la ruta, tapada por las montañas y sólo se ven las antenas. Así que yo decía ‘algún día voy a estar del otro lado de las antenas’”.

El camino no fue fácil. Laura quería ir a la escuela técnica de Alta Gracia, pero en ese momento sólo se aceptaban estudiantes varones. “Me gustaban cosas que supuestamente eran de hombre, era una lucha. Mandé a mis viejos a todas las reuniones para que hicieran mixto el colegio. No llegó para mi año, pero se consiguió para el siguiente”, afirma.

Al momento de elegir una carrera universitaria, Laura asegura que intentó acercarse “lo máximo posible al espacio”. “Me puse a ver todas las carreras de Argentina. De chica pensaba que iba por el lado de la astronomía, después me di cuenta de que iba por otro lado -relata la joven-. Cuando vi que en (ingeniería) aeronáutica (en la Universidad Nacional de Córdoba) tenía sistemas espaciales como materia optativa en el último año, me di por satisfecha”.

Laura Moreschi. Foto: gentileza CONAE

Durante sus años de estudio, Laura realizó todas las materias y cursos que tuvieran que ver con el espacio. “Mi tesis fue hacer un simulador de trayectoria de reingreso. Los lanzadores tienen distintas etapas que quedaban dando vueltas hasta que regresaban a la tierra como chatarra espacial. Yo tomé el caso de Corrientes para hacer una simulación con el objetivo de predecir posibles puntos de impacto teniendo datos conocidos”, explica.

Laura envió su tesis a CONAE y, después de varias entrevistas, ingresó a la institución para trabajar en la misión SAC D, que se realizó en conjunto con la NASA.

Objetivo: ingresar a la CONAE

Yanina Iberra, analista en computación y coordinadora de operación del segmento de usuarios de la misión SAOCOM, admite que cuando era niña no soñaba con ser astronauta, ella quería ser bailarina o productora de televisión.

Yanina nació en la Ciudad de Córdoba el 3 de septiembre de 1982. “Terminando el secundario tuve una materia que se llamaba procesamiento de datos. Ahí empecé a ver que me gustaba la lógica, los números. Era algo nuevo, me enseñaron programación y resultó fácil”, cuenta Yanina a este medio. Su escuela secundaria tenía orientación comercial y cuando terminó, ella tenía claro que “no quería ser contadora ni administradora de empresas”.

Finalmente, Yanina eligió estudiar análisis en computación en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba. “Fue un descubrimiento muy grande para mí, si bien requirió mucho esfuerzo, disfruté de lo que se podía lograr con la compu, de lo que podía crear”, afirma.

Al final de la carrera, Yanina eligió como materia optativa análisis estadístico de imágenes satelitales. “Dije ‘wow, ¡me voy a la NASA!’ -exclama-. Descubrí de qué se trataba, qué hace un satélite y que se hacía en Argentina, no era sólo en otras partes del mundo. ¡Yo no sabía que existía la CONAE siendo cordobesa!”.

Yanina Iberra. Foto: gentileza CONAE

Esa materia, al igual que pasó con procesamiento de datos en el secundario, cambió todo para Yanina. “Esos datos que proporcionaba el satélite servían para tomar decisiones para mejorar el uso de la tierra, prevenir catástrofes naturales. El uso de esos datos me gustó, era un aporte a la tierra, un granito de arena”, asegura.

Cuando terminó la facultad en 2006, comenzó a hacer pasantías con un solo objetivo: ingresar a la CONAE. “Si uno espera que le vengan a tocar la puerta, no pasa nada. Hay que intentar, intentar y no rendirse. Tuve que esperar, pero valió la pena. Yo sabía que quería estar ahí”, recuerda Yanina. En 2012, ingresó a la Comisión para trabajar en la misión SAOCOM.

Satélite industria argentina

El domingo 30 de agosto a las 20:18 hora argentina, se lanzó el satélite SAOCOM 1B desde Cabo Cañaveral a bordo del lanzador Falcon 9 de la empresa estadounidense SpaceX. Del proyecto participaron más de mil personas y 80 empresas de tecnología, entre las que están INVAP, VENG y GEMA. “El proyecto SAOCOM es una constelación de dos satélites gemelos que trabajan en conjunto con cuatro satélites italianos”, explica Yanina.

La función de los satélites argentinos es tomar imágenes que brinden datos sobre el suelo; el riesgo de inundación, incendios y enfermedades de cultivos, y el desplazamiento de glaciares y del terreno, entre otros aspectos. En octubre de 2018, se lanzó el SAOCOM 1A, pero el proyecto había empezado mucho antes.

“En 2012, cuando arranqué, los SAOCOM todavía eran un sueño, un proyecto a largo plazo que ya estaban en marcha”, recuerda Yanina. Ella ingresó al equipo de operaciones, donde pudo pasar por el proceso creativo donde se planificó “cómo íbamos a hablar con el satélite, controlarlo y proveer los productos, que son imágenes de la tierra”. “Fue muy lindo participar de la creación de esas herramientas que hoy estamos usando”, afirma Yanina, quien ahora se desempeña como coordinadora del área de procesamiento de imágenes.

En el caso de Laura, después de que se completara la misión SAC D, ingresó a trabajar en SAOCOM como ingeniera de vuelo de sistema de actitud y guiado. “Un satélite tiene una cámara que apunta a un punto específico, es la parte más compleja del satélite porque es lo que te da el éxito de la misión”, cuenta.

La tarea de Laura y sus compañeres consiste en comandar el satélite. “Desde el momento en que el satélite se separa del lanzador, nosotros en el centro tomamos completamente el control -explica Laura-. Hay una parte que es automática (el despliegue de los paneles solares, el encendido de la computadora de a bordo), después nosotros tenemos definida una secuencia segundo a segundo enviando órdenes al satélite de cada actividad que queremos que haga”. Entre esas actividades está el despliegue de la antena SAR que lleva el SAOCOM.

Un lanzamiento en pandemia

“La verdad es que nos hemos sorprendido gratamente de lo que podemos lograr incluso en condiciones que no eran las esperadas”, opina Yanina. El lanzamiento del SAOCOM 1B se pospuso y el equipo argentino que viajó a Cabo Cañaveral tuvo que quedarse allá un mes más de lo previsto. “También armamos dos grupos (en la sede de Córdoba) para cuidarnos, no tener contacto y asegurar el lanzamiento. Tenía que haber un equipo equivalente si alguno de nosotros se enfermaba (de coronavirus)”, detalla.

Para Laura, el lanzamiento del SAOCOM 1B “lo vivimos distinto” porque ya tenían “una misión exitosa en vuelo”: el 1A que era su “primera experiencia en un lanzamiento y controlando un satélite”. “La cuenta regresiva no son los diez segundos que se vieron el domingo en la tele, sino que empieza muchísimo antes -afirma la ingeniera-. Teníamos un poco de ansiedad porque (el lanzamiento) se venía retrasando desde marzo, pero habíamos hecho todo lo necesario para que saliera bien. Cuando se lanza y todo sale bien, la felicidad es extrema”.

Esta vez no hubo abrazos, pero para Laura el lanzamiento de este año fue “lindo” porque, a diferencia del anterior, tuvo otra llegada a las personas. “La gente que lo vio, que se enorgullece. La cantidad de mensajes que tuve la suerte de recibir de todas partes de Argentina, la cantidad de personas y familias que estuvieron involucradas laburando para un bien común de la nación. Que todos lo vean así y se emocionen, que lo hayan podido vivir como propio fue un condimento muy lindo”, señala.

Otra de las diferencias con el lanzamiento anterior, remarca Laura, es que ahora hay “una política de Estado que acompaña a la ciencia y la tecnología”. Además, agrega que las redes sociales ayudaron a que la transmisión le llegara a más personas.

“Que no te intimiden las palabras de nadie”

Laura cuenta que la contactaron varias chicas “diciendo que al ver mujeres (en las llamadas “ciencias duras”), a veces como referentes, sienten que tienen posibilidades” de ingresar en el campo y progresar. “Y sin dudas es así. Todas nosotras somos personas normales. Han aparecido piedras, nos hemos tenido que sacar la tierra y seguir adelante. Ojalá sirva de inspiración porque (ser mujer) no debería ser una traba”, afirma.

Yanina, por su parte, integra Mujeres en Tecnología Córdoba, una organización que fomenta la participación de mujeres y personas de género no binario en las diversas áreas de tecnología. “Queremos dar a conocer lo que se puede lograr con una carrera de esas y que le pierdan el miedo -describe-. Les digo que no hay limitaciones para estudiar y cumplir tu sueño. Unos demoran cinco años, otros diez, pero que no te intimiden las palabras de nadie”.

 

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.