«En las últimas marchas se da una convivencia de sectores de derecha que antes no se podían ni ver»

Sergio Morresi, autor del libro "Mundo PRO: Anatomía de un partido fabricado para ganar" junto a Gabriel Vommaro y Alejandro Bellotti, analiza el tránsito del macrismo desde el "Sí, se puede" hasta las movilizaciones en pandemia. "Las ganas de estar juntos y de oponerse al populismo es mayor que las diferencias de estos grupos de derecha", señala.

“Que lastima el feo día, mucha gente hubiese querido venir”, decía Mauricio Macri el 10 de diciembre de 2015 cuando asumió como presidente. El flamante mandatario atravesaba la Ciudad con poco público del otro lado del vallado. Un Macri totalmente distinto al que cerró su campaña presidencial en 2019 con la marcha del «Sí, se puede» en la 9 de Julio rodeado de una multitud con banderas argentinas que coreaba su nombre y el de su esposa.

Ahora, Macri dice estar “orgulloso de los miles de argentinos” que se manifestaron el último 17 de agosto en el Obelisco y distintos puntos del país “para decirle basta al miedo y al atropello, y sí al trabajo, al respeto y a la libertad”. El expresidente fue secundado por la exministra de Seguridad y ahora presidenta del PRO, Patricia Bullrich, quien convocó y asistió a la marcha en su auto -y se bajó para filmar un video que publicó en sus redes sociales-.

“Estas últimas marchas no parecen estar motorizadas desde el interior del PRO o Cambiemos, sino que se da una convivencia de sectores de derecha que antes no se podían ni ver. Son derechas más extremas, más radicalizadas”, dice a El Grito del Sur Sergio Morresi, politólogo, docente e investigador del Conicet que junto a Ezequiel Saferstein y Martín Vicente analizan las marchas llamadas “anticuarentena”.

Si las marchas que se dieron durante la cuarentena no están motorizadas desde el interior de Cambiemos, ¿qué rol juegan Macri y Bullrich cuando convocan, van o felicitan a los manifestantes?

Hay conversaciones, intercambios entre algunos de los convocantes y dirigentes. Hay una disputa por el liderazgo, como pasa en cualquier partido después de una derrota en las elecciones: a rey muerto, rey depuesto, sólo que acá el rey no está tan muerto, parece. Creo que hay un ida y vuelta en el sentido de que dirigentes y convocantes se relacionan. La gente que va se siente representada por Cambiemos, pero si Patricia Bullrich no iba a la marcha, esa gente igual se iba a sentir representada por lo que es Cambiemos. Es decir si ella no iba, si Brandoni no iba, la composición social e identitaria era la misma. No es gente que va porque fue convocada por un dirigente.

¿Y quiénes son estas personas que van a las movilizaciones? 

En 2001 hubo un montón de gente que salió a la calle y que después se quedó en la calle. Si bien algunas de esas personas que salieron a la calle por primera vez se fueron al progresismo-kirchnerismo, otra se fue a la derecha. Algunos después se sumaron a militar al PRO. Son personas que habían adquirido una gimnasia de salir a la calle que resultó novedosa y que lo ejercieron en las marchas de Blumberg (en 2003) y en 2008 (conflicto por la Resolución 125). Cuando trastabilla el proyecto de Macri, van y lo apoyan. Esto termina de cristalizarse con el «Sí, se puede», no aparece de repente. Es un largo proceso que desemboca ahí y continúa porque -una vez que termina el gobierno de Cambiemos- empiezan las protestas contra Alberto y la gente es más o menos la misma.

¿Qué sectores políticos componen esas marchas?

Más que una marcha de Cambiemos, es una marcha de un sector político identitario que se siente, hasta cierto punto, identificado por Cambiemos. Es una marcha puesta a la derecha del espectro político. Muchos les dicen “anticuarentena”, pero una señora que entrevisté me decía que tenía miedo (del coronavirus) y estaba con barbijo, todo. Entonces hay personas anticuarentena, pero también gente consciente del peligro que siente una obligación cívica de apoyar marchas contra el gobierno del Frente de Todos. ¿Esa gente vota a Cambiemos? Sí. ¿Hay militantes? Algunos. Ni todo Cambiemos está en la marcha, ni toda la marcha es Cambiemos. Hay gente de extrema derecha, hay conservadora tradicional, hay de todo. Pero la impresión, porque no hay una encuesta representativa, es que están todos los sectores juntos y nos llama la atención esa unión de distintas tribus de la derecha dispuestas a convivir.

¿Y antes no convivían?

Tenías una derecha nacionalista, reaccionaria, pro militar y catolicona por un lado y, por el otro, una derecha conservadora, liberal, neoliberal, cosmopolita. Alguna vez se juntaron en golpes de Estado, pero al poco tiempo se peleaban. En los últimos 20 años pasó algo novedoso en las movilizaciones políticas en Argentina y es que empezaron a movilizarse juntos sectores que tradicionalmente no se podían ni ver. La convivencia de grupos de derecha aumenta, sus ganas de estar juntos y oponerse al populismo es mayor que sus diferencias. Eso se está acentuando y permite ver en el debate público ideas que antes era imposible que se juntaran. Dicen en público que la democracia no está tan buena, se reivindica abiertamente la dictadura, esas son cosas que no se decían. También se ve un discurso patriarcal que se opone a lo que llaman “ideología de género”. Había una convivencia de culturas progresistas que impedía decir algunas cosas y eso se resquebraja en la medida que aumenta la convivencia de estas derechas.

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En 2015, Morresi publicó con Gabriel Vommaro y Alejandro Bellotti el libro «Mundo PRO: Anatomía de un partido fabricado para ganar». Si bien Morresi sostiene que las manifestaciones callejeras son algo habitual en la derecha argentina, el partido que fundó Macri no era propenso a tomar la calle.

En el libro, los autores analizan, entre otros aspectos, la campaña presidencial de 2015 donde el partido trabajó “su imagen mediática en detalle” y que no prioriza “los vínculos cara a cara” con sus votantes. “Casi se podría decir que las nuevas tecnologías y la publicidad política constituyen una estrategia central de este partido nuevo”, describen. Muy distinto al cierre de campaña de 2019.

¿Cómo se produce esa modificación en el PRO-Cambiemos en la que pasan de no estar en la calle a convocar a movilizaciones con la presencia de integrantes del partido? 

Efectivamente, el PRO antes no hacía marchas. Cuando era gobierno no le interesaba movilizar la calle, no era su métier. Las movilizaciones a favor las hicieron como a pesar de ellos, veían que se llenaba la Plaza, se agradecía y listo. En esas marchas de apoyo, aunque no hicimos encuestas, sí fuimos a mirarla e incluía a votantes del PRO descontentos con el gobierno, pero sentían que la alternativa era (lo que ellos llaman) comunismo, el populismo. Las marchas que hacían mientras eran gobierno eran tanto para apoyar como para marcarle la cancha por derecha con algunas cuestiones. Esos sectores lo van corriendo por derecha y, en cierto sentido, se desprenden. Así se forman los partidos de (José Luis) Espert y (Juan José) Gómez Centurión (que fue director general de la Dirección Nacional de Aduanas entre 2015 y 2016). Pero esa gente que se va, frente a un escenario electoral (si la otra opción es el kirchnerismo-peronismo), lo vota a Macri.

¿Y cómo se llega a las marchas del Sí, se puede? Es un cierre de campaña muy distinto al de 2015 que hicieron en el microestadio de Ferro.

Creo que (el vuelco a las calles) se da a pesar de ellos. En un momento se dan cuenta de que tienen que encarnar eso. No sé cómo lo vivieron ellos (los integrantes de Cambiemos) porque no los volví a entrevistar, pero es un cambio radical si uno mira las dos campañas. Una era algo ultra profesional, pensada hasta el último detalle, mientras que el «Sí, se puede» era un acto preparado, pero no era cerrado con poca gente, ni invitados especiales o la posibilidad de filmar en 360 grados. La gran diferencia es que hay una parte de la población que se identifica con esta fuerza política. No es como ellos (los integrantes del partido) se percibían en un principio como instrumento electoral, sino que hay una identidad política liberal conservadora que se encarnó en esta coalición. No era sólo un proyecto personal de Macri.

 

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.