Chile constituyente: ¿el inicio del fin del paraíso neoliberal?

Este domingo, un año después del inicio de las protestas, el pueblo de Chile acudirá a las urnas para votar en el plebiscito por una convención constitucional. Análisis y testimonios desde el otro lado de la cordillera en el inicio del fin del "paraíso neoliberal".

Un año después, con 35 muertos, 233 presos políticos y más de 400 personas mutiladas en sus ojos, Chile vota este domingo la posibilidad de aprobar una Convención Constitucional que vendrá a poner fin a los más de 30 años de Constitución pinochetista, base jurídica y legislativa de la «joya de la corona» del neoliberalismo en América Latina. Lo que comenzó con una campaña de evasiones masivas de estudiantes secundarios en el subterráneo de Santiago, se prolongó rápidamente a otras latitudes y congregó cientos de reclamos presentes en la sociedad chilena: la educación gratuita, el rechazo al sistema de pensiones, la gratuidad de la cobertura de salud, la recuperación de los recursos naturales y el reconocimiento a los pueblos originarios, entre otras tantas demandas.

Como balance del proceso de lucha más grande en la historia reciente de Chile, este domingo los ciudadanos acudirán a las urnas para votar en un plebiscito que incluye dos preguntas: la aprobación o el rechazo a la creación de una Convención Constituyente; y luego, si optan por una convención mixta (compuesta en partes iguales por representantes parlamentarios y constituyentes electos) o una convención con el total de sus miembros electos por voto directo. Detrás de la opción del rechazo y de la convención mixta se encuentran los intereses de los partidos de la derecha chilena, representados en los grupos que aún sostienen al presidente Sebastián Piñera. El «apruebo» y la elección directa son las definiciones en las que confluye una inmensa mayoría popular y muchos de los sectores que encabezaron la lucha de calle.

El año pasado, desde El Grito del Sur tuvimos el privilegio de poder ir hasta Chile a cubrir el levantamiento popular más grande de los últimos 40 años y ahora, impedidos de cruzar la frontera por el COVID-19, contactamos a periodistas y militantes chilenes para que nos puedan dar su opinión sobre el plebiscito.

Fotos: Israel Enrique Romero

Israel Enrique Jimenez Romero es trabajador y activista social, habitante de la ciudad de Santiago: «El plebiscito es el primer paso para una nueva Constitución, si así el pueblo lo decide. Surge a raíz del estallido de octubre del año pasado y, a partir del 15 de noviembre, los partidos políticos del establishment decidieron generar este acuerdo como una salida institucional a la crisis que se estaba viviendo», señala. «Este acuerdo busca enterrar el legado de Pinochet: una Constitución creada entre cuatro paredes por personas cercanas al régimen y que generó la instalación de un modelo neoliberal de desarrollo económico en nuestro país».

Originalmente, la votación de la convención constituyente estaba convocada para abril pero debió ser suspendida al calor de pandemia. Este 18 de octubre se cumplió un año del inicio de las protestas en Chile y los carabineros lo conmemoraron con 580 detenciones y un nuevo asesinato. «A medida que se ha acercado la fecha del plebiscito y que se conmemoró un año del inicio de las revueltas populares, hay varios temas que han salido a la palestra. Se ha vuelto a poner el foco en las demandas sociales, en la impunidad y en las violaciones a los DD.HH., no solo las de las revueltas sino también las históricas», explica Marcela Cornejo, periodista, militante y trabajadora de la mítica casa de Derechos Humanos Londres 53, un ex centro clandestino de detención y tortura ubicado en el centro de Santiago.

«El plebiscito es una salida de la institucionalidad para darle un escape a la revuelta popular. Por lo tanto, si bien la mayoría de la gente está en disposición de ir a votar el próximo domingo en un sentido crítico, también hay otro sector que plantea que el plebiscito viene a ser un salvavidas para la clase política, que con esta artimaña ha logrado ordenar la lucha social y encasillarla dentro de la legalidad y el formalismo», agrega Cornejo.

Fotos: Israel Enrique Romero

En esta línea se encuentra Paloma Grunert, periodista, militante y realizadora audiovisual, que desde su cuenta Piola Vaguita realizó una exhaustiva cobertura de las manifestaciones. «Algunos somos críticos de este plebiscito, porque su constitución fue a partir de las cúpulas de poder. Nuestros lienzos, nuestros discursos pedían Asamblea Constituyente para una nueva Constitución y lo que propusieron los partidos políticos para resolver esta demanda popular fue una convención constitucional, que no es lo mismo que una Asamblea Constituyente».

Pese a ello, Grunert agrega: «La gran mayoría del pueblo chileno va a votar por el Apruebo y el Apruebo va a ganar. El punto es con qué porcentaje: mientras más alto sea el apoyo al apruebo, más representatividad van a tener las ganas de cambio», sentencia. «Sin embargo, el plebiscito no garantiza que se cumplan nuestras demandas y por eso yo me resto de participar en este proceso constituyente».

Pese a las voces disidentes, se estima que este domingo el Apruebo se impondrá en las urnas por amplia mayoría. Las anchas alamedas vuelven a abrirse en Chile para definir el futuro de su pueblo y su Constitución luego de una insurrección que todavía se prolonga y dio muestras de seguir tan activa como hace un año. Con 35 muertos y cientos de presos políticos, Chile votará para enterrar la herencia de Pinochet. Pasaron varias décadas pero, al otro lado de la cordillera, el legado de Salvador Allende pisa nuevamente las calles de Santiago ensangrentadas.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.