«El discurso anti-grieta no contiene a quienes queremos justicia social»

El Gobierno se debate sobre la conveniencia o no de responder en la calle a las movilizaciones de la oposición, que desafían no sólo la política sanitaria sino la autoridad presidencial. El secretario general de ATE Capital, Daniel Catalano, entiende que es momento de "ir ganando las calles" y, sobre todo, de "confrontar abiertamente con el enemigo".

La irrupción de las columnas de ATE Capital y organizaciones como el Movimiento Popular La Dignidad frente al departamento de Cristina Kirchner, cuya dirección publicó el diario Clarín como uno de los puntos de concentración de la protesta opositora del lunes, alteró el feriado en Recoleta. La Policía de la Ciudad armó un cordón para separar a los dos bandos, los que fueron a insultar a la vicepresidenta y los que fueron a bancarla. De los balcones volaron celulares, aerosoles «y hasta un reloj despertador», cuenta el secretario general, Daniel Catalano, convocante de la «contramarcha». Fue la primera vez que sectores afines al Gobierno salieron a la calle en plena cuarentena, de forma organizada. «Lo hicimos y lo vamos a hacer cada vez que Clarín vuelva a hacer algo así,  porque queremos defender la democracia», avisa el «Tano». En diálogo con El Grito del Sur, banca la grieta como estrategia política, adelanta su adhesión a la caravana convocada por Camioneros el 17 de Octubre y pide: «Tomando los cuidados necesarios, hay que ir ganando las calles».

Fue la primera vez que una organización ligada al Gobierno se manifiesta en la calle en este contexto, con todo lo que eso acarrea. ¿Cuál es el balance?

Primero, nos concentramos a partir del ataque directo que sufría la ex presidenta a través del Grupo Clarín. Y lo hicimos extremando los cuidados, obviamente. Nos manejamos con mucho cuidado, sin convocar abiertamente, evitando que sea una marcha masiva. Pero con firmeza: fue necesario hacerlo para que quede claro que cada vez que el Grupo Clarín y la derecha convoquen a la puerta de Cristina tiene que haber una organización que se presente para hacer una contramarcha. Nos cuidamos, de forma extrema, sí, en cómo nos movilizamos hasta Recoleta. Buscamos no la masividad, pero sí la efectividad de la marcha.

¿Con qué se encontraron en el lugar?  

Hubo desde autos importados que pasaban y te hacían los dedos en V y hasta vecinos de la zona que nos tiraron aerosoles, celulares, agua y hasta un reloj despertador. Una señora nos gritó: “llegaron los negros, hay que desinfectar el barrio”.

Llamó la atención que se hayan movilizado cuando el propio Gobierno convoca a manifestarse por caso el 17 de octubre, únicamente vía una plataforma online, al menos oficialmente. Ya hubo un antecedente cuando el Presidente pidió no marchar cuando se levantó la Bonaerense. ¿Salir a la calle no es desautorizarlo?

El Gobierno piensa de verdad que no hay que arriesgarse y que no hay que salir. Nosotros compartimos con el Gobierno esa situación de cuidado extremo en todos los ámbitos. Lo que pasa es que vivimos una situación muy particular en donde hay que poder plantear claramente lo que está pasando. Hay un intento, de mínima, de desestabilizar. Y el día que la derecha cumpla su cometido, van a ir a la casa de cada militante a buscarlo. Lo que hay que evitar es que llegue esa situación y se respete el marco democrático. Quizás nuestra posición suene muy rígida, pero si uno ve lo que está sucediendo en Ecuador, Chile, Venezuela, Brasil y Bolivia, en casi toda la región, hay un proceso abierto del cual nuestro país no está exento. Hay que defender la democracia.

¿Hay un riesgo real de que esa amenaza se traduzca en algo factible?

Estoy preocupado por esa tensión permanente que nos imponen los sectores dominantes a fin de desestabilizar, en medio de una situación económica compleja. La democracia, además, está en riesgo. Nosotros lo que vemos es que hay un Plan Cóndor en marcha y la Argentina no está ajena a eso. Acá, como en toda la región, la Policía recibe la misma formación que la boliviana o la chilena, desde EE.UU. e Israel. Y vemos lo que están haciendo. A partir que se debatió la democratización de la Justicia y el impuesto a las grandes fortunas hubo una aparición muy brusca de la derecha en la calle, que no tiene lógica ni sentido en este contexto y no me parece casual, lo que nos obliga a ir haciendo el ejercicio de pensar dónde tenemos que estar en este momento.

A pesar del mal clima, distintos sindicatos de la Ciudad de Buenos Aires cortaron las calles desde temprano y confluyeron horas más tarde en una nutrida movilización hacia la Legislatura contra el "ajuste" de Horacio Rodríguez Larreta.

Hugo Moyano y otros sectores afines al Gobierno convocan a una “caravana” el 17 de octubre. ¿Van a participar?

-Está muy bien la caravana más allá de la convocatoria online oficial del Gobierno. No nos parece desacertado si están esos cuidados. Hay que ir ganando la calle, no hay que perder de vista que con cuidados también podemos ir saliendo a manifestarnos. Por otra parte, Moyano siempre hizo una actividad del 17 de octubre, no es la primera vez que lo hace y por fuera de la CGT. No deberíamos verlo como una cuestión ajena a eso. El 17 de octubre es para mí un día de resistencia del movimiento obrero, no de los sindicatos, de todo el movimiento, que ese día le dijo a la CGT y nos dijo a los dirigentes sindicales qué hacer: no llamar a un paro sino sacar a Perón de la cárcel. Los trabajadores salieron ese día a las calles y nos dijeron lo que teníamos que hacer.

Hay un intento del Gobierno por sostener un discurso anti-grieta y de bajarle varios tonos a la discusión política, pero parece que es imposible. ¿Cómo te paras en esa discusión?

El discurso anti-grieta no funciona para contener a quienes queremos un país con justicia social. En todo caso le permite al Gobierno ganar tiempo en un contexto de pandemia, lo que me parece necesario. Necesita tener resortes internos para seguir cuidando a la población, cuando hay un sector que no se quiere cuidar con tal de salir a voltear al Gobierno.

Anoche, Alberto Fernández le contestó directamente a Macri. ¿Qué te pareció ese tono novedoso?

Me pareció necesario que el Presidente le conteste ayer directamente a Macri. Porque parte del problema que tenemos en este frente que es tan amplio es que a veces no queda claro dónde está el enemigo. El enemigo es Macri, es Techint, es Bunge & Born, Perez Companc, es la Embajada de EE.UU. Eso tiene que quedar muy claro, sino la gente y la militancia empiezan a confundirse.

Macri dijo su gobierno se puso a la “defensiva” a partir de las “10 toneladas de piedra” que se tiraron en el Congreso en diciembre de 2017. Vos participaste de esa marcha, que a la luz del debate sobre tomar o no la calle pareciera tener una relevancia histórica mayor a medida que pasa el tiempo.  

Yo creo que ese día resultó importante porque fue una coordinación muy grande de una parte del movimiento sindical, la CTA, la Corriente Federal, más el Movimiento Evita. Ese día ganamos la calle. Pero el problema fue después el cacerolazo contra el modelo de Macri. Ni siquiera la represión lo hizo retroceder, sino cuando su propio votante salió a cacerolear, fue un divorcio con su electorado que ya no pudo remontar.

 

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