Una caravana de autos partió este jueves desde Chacarita hacia el Obelisco, llevando con carteles y banderas tricolores y con ellas el reclamo de la comunidad armenia. Es que, aunque no salga en los grandes medios nacionales, en Asia Central se disparó un nuevo conflicto bélico: Armenia y Azerbaiyán se enfrentan en la región de Nagorno Karabaj en una disputa centenaria pero que volvió a recrudecer a costa del intervencionismo turco y la pandemia.
«En Nagorno Karabaj se reavivó un conflicto que tuvo una especie de cese al fuego en 1994. Durante el período soviético, este territorio era una región autónoma dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Con la disolución de la URSS, Nagorno Karabaj decide declarar su independencia de Azerbaiyán, realiza un plebiscito, que es rechazado por Azerbaiyán y se inicia la guerra», explica Gabriel Tchabassian, integrante de la Juventud de la Unión Cultural Armenia.
Con el cese al fuego comenzó un período de tensa calma que fue escalando a costa de continuos enfrentamientos entre ambos estados, hasta que este año las escaramuzas entre ambos países generaron una situación de mayor violencia. «Todo el territorio de Arsaj (nombre armenio para Nagorno Karabaj) está habitado por armenios hace más de 3 mil años. Ahora, están atacando poblaciones civiles», señala Julieta Sandjian, integrante de la Asociación Civil Armenia de Beneficencia HOM. «En Argentina estamos muy preocupados por la poca visibilidad que hay en los medios y por todo el lobby turco y azerí para instalar una historia que no es real: lo hicieron en 1915, con el genocidio armenio, y aprovechando el contexto de la Primera Guerra Mundial masacraron un millón y medio de armenios. Hoy están haciendo lo mismo aprovechando el contexto de la pandemia», agrega Sandjian.
La historia de la comunidad armenia en Argentina se remonta a comienzos del siglo XX cuando grandes contingentes de migrantes llegaron al país expulsados por el genocidio turco que se cobró más de un millón y medio de víctimas. A partir de allí instalaron una fuerte presencia comunitaria en nuestro país y tuvieron un consecuente desarrollo social, educativo, económico y cultural. Ya entrado el siglo actual, y a tono con el avance en materia de Derechos Humanos, Argentina fue pionera en el reconocimiento del genocidio armenio: en 2007 se aprobó una ley que reconoce y condena la masacre turca. Ahora, la comunidad armenia en el país le solicita al gobierno de Alberto Fernández que honre su historial en materia de defensa de los Derechos Humanos e interceda en el marco de la comunidad internacional para lograr el cese de las agresiones.
«Desde la democracia para acá, la Argentina tiene un rol importantísimo en la defensa de los DD.HH. Más allá del pronunciamiento de Alfonsín (reconociendo personalmente el genocidio), desde el año 2007 tenemos una ley que salió por unanimidad y unos años después incluso el Poder Judicial reconoció el genocidio», sostiene Alfonso Tabakian, director del Consejo Nacional Armenio. «Nosotros le pedimos a la Argentina que realice todas aquellas acciones que pueda hacer para que la comunidad internacional accione por la paz, para que se detenga este tipo de ataques», explica el dirigente.
Tchabassian explica que «es un conflicto que tiene que ver con el legítimo derecho de la autodeterminación de los pueblos». «Más del 90% de la población que vive ahí (Nagorno Karabaj) es armenia, el idioma que hablan es armenio, la religión oficial es la cristiana apostólica armenia, la moneda que se utilizan es el dram, que es la misma moneda que se utiliza en Armenia. Por lo tanto, ellos se reconocen como armenios y no como azeríes», agrega.
La realidad es que el conflicto se inserta en una compleja trama geopolítica que avanza a la par de los intentos expansionistas de Turquía y su presidente Recep Tayyip Erdogan, quien ha instalado una doctrina imperialista que algunos analistas definen como «neo-otomanismo». En este caso, es el principal aliado de Azerbaiyán en su ofensiva bélica, y la política expansionista turca en la región lo ha llevado a verse inmerso de lleno en el conflicto de Siria, a escalar la tensión con Grecia en el mar Egeo, a intervenir en el conflicto en Libia con apoyo militar y diplomático y, ahora, a auspiciar la ofensiva de Azerbaiyán.
Israel es otro de los interesados en interferir dentro del orden geopolítico en la región de Asia Central. Además, es uno de los principales proveedores de armamento a Azerbaiyán, a la vez que (curiosamente) es uno de los países que no reconoce el holocausto armenio. De hecho, recientemente y a solo tres semanas de abrir su embajada en Tel Aviv, Armenia retiró a su embajador por las vinculaciones entre el gobierno de Netanyahu y su par de Azerbaiyán. Del otro lado, el principal aliado armenio es Rusia, quien custodia su frontera y de cuya participación depende en gran medida la contención en la escalada del conflicto.
«Armenia no es la agresora. Los armenios en ese lugar son habitantes históricos y esos son territorios ancestrales. Por diferentes situaciones políticas y por los imperios que han pasado por ese territorio, ha quedado en distintas posiciones pero siempre manteniendo su propia identidad, soberanía y autonomía», afirma Tabakian. Y remata: «Si alguien no detiene esto en la comunidad internacional, Turquía va a avanzar por todo».
En este marco, la comunidad armenia se movilizará nuevamente este sábado para visibilizar el reclamo. Mientras a escala internacional se dirime un potencial conflicto armado de grandes proporciones, la comunidad armenia en Argentina alza su voz y advierte por la defensa de los Derechos Humanos en el afán por evitar un nuevo genocidio en la región.
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