Tomar (con)ciencia

Jerónimo Batista Bucher, joven investigador y científico argentino de 22 años, es uno de los finalistas del certamen internacional "Jóvenes Campeones de la Tierra", por su proyecto Sorui, una alternativa ecológica al uso de los vasos descartables.

Jerónimo Batista Bucher es estudiante de Biotecnología de la Universidad Nacional de San Martín, estudió Tecnología de la Información y la Comunicación en ORT y con tan solo 22 años ya reúne numerosos reconocimientos a nivel nacional e internacional. En diálogo con El Grito del Sur, el joven investigador y científico argentino habla acerca de Sorui, una alternativa al uso de los vasos descartables de plástico y el proyecto por el que lo nominaron al certamen internacional «Jóvenes Campeones de la Tierra», en el que ya concursa como uno de los finalistas. Bucher conversó también acerca de la importancia del medio ambiente, el peligro que representa para la Argentina y el mundo la contaminación plástica, y la campaña #ArgentinaNoDescarta, impulsada durante el año pasado.

Sorui, «la alternativa verde», es reconocida hoy a nivel internacional, pero este proyecto se inició mucho antes y se remonta directamente al último año de la escuela secundaria de Jerónimo. «Cuando había empezado con este proyecto venía metido en el tema, tratando de identificar estas problemáticas y contribuir desde mi lugar con el desarrollo de alguna iniciativa que pudiera aportar. Pero después, cuando entré a la universidad, sobre todo pensando en contribuir desde la parte más tecnológica o de la transferencia justamente de la investigación aplicada», cuenta.

Bucher participó de la cumbre del G20 en Alemania en el año 2017, fue premiado y distinguido por la Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) dos años más tarde como uno de los 100 líderes del futuro; la Organización de Estados Americanos (OEA) lo eligió como ganador de la competencia de Tecnología e Innovación de las Américas de 2019; fue reconocido también por la Revista Gente como uno de las personalidades destacadas del año en 2019; y este año es uno de los finalistas del certamen internacional «Jóvenes por la Tierra», impulsado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para premiar a jóvenes de entre 18 y 30 años con ideas innovadoras para mejorar el planeta. Soriu, «la alternativa al uso de los vasos de plástico descartables a través del desarrollo de unas máquinas que producen y dispensan vasos biodegradables que están hechos con extractos de algas», es el proyecto por el que fue nominado y por el que podría llegar a recibir 10 mil dólares de financiamiento y publicidad, en caso de ser elegido.

En nuestro país se calcula que cada persona produce por día un kilo de basura. Y el problema radica en que muchos de esos residuos que se tiran a diario son materiales plásticos y, por lo tanto, no se pueden biodegradar. Jerónimo se refiere también a la «cultura del descarte» y las consecuencias que eso tiene en términos ambientales y sanitarios. ¿Alguna vez se pusieron a pensar en lo que pasa con los platos, cubiertos, vasos, sorbetes y demás elementos descartables que se suelen utilizar? «La mayoría de todos estos elementos descartables tampoco pueden reciclarse. Y no es que acá no se reciclan, sino que no sucede en ningún lugar del mundo. Todos esos elementos empiezan a dispersarse por el entorno y eso que no se puede biodegradar se empieza a partir con el tiempo, con la radiación solar, con la erosión, se va fraccionando mecánicamente y se van generando microplásticos, se van partiendo en pedazos cada vez más chicos y el problema ahí definitivamente no se resuelve, sino que hasta empeora, porque ya no lo podemos ver y todo eso termina en el agua que tomamos, termina en nuestros alimentos, termina hasta en el aire que respiramos», responde el joven estudiante de la UNSAM.

Globalmente se estima que por semana ingerimos cinco gramos de plástico, lo equivalente a comerse un vaso descartable y -según afirma Bucher- en los últimos diez años se produjo más plástico que en todo el siglo pasado. Por estos y numerosos motivos más surge Sorui, que propone para la creación de vasos el uso de algas, «como una opción que se descompone totalmente en un par de semanas, y justamente para evitar ese impacto nocivo que generan los residuos plásticos». Este año logró, además, que en la UNSAM se asigne un espacio específico para el desarrollo de esta innovadora iniciativa, lo cual -sostiene- fue clave para continuar consolidándolo y pensando en su ampliación. «Formamos un grupo de investigación donde la cuestión era no solamente formar científicos con ciencia sino también con conciencia, y pensar que todo el mundo de la investigación no solo está condicionado y se da en un contexto social determinado, sino que también tiene que poder asumir el compromiso de ponerse a disposición y generar que eso se traduzca en un impacto positivo», cuenta el científico de 22 años. Y plantea: «En definitiva, el objetivo de todo esto es empezar a pensar de algún modo el impacto que representan los residuos en general, no solamente en términos ambientales, sino en términos de salud».

En paralelo, además, Jerónimo impulsó en 2019 la campaña #ArgentinaNoDescarta, «que a lo que apunta es a poder abordar la problemática que implica la contaminación plástica en términos de los descartables, los productos de un solo uso, a través de una regulación para poder generar un avance en términos normativos en todo el país que contribuya de algún modo a ir mejorando lo que es la recolección de los residuos». La campaña -cuenta- tiene dos partes: una nacional y otra provincial. El año pasado se presentó en la Cámara de Diputados un proyecto de ley multipartidario para la Eliminación Progresiva de los Descartables Plásticos, sobre el que se viene trabajando desde hace meses y que ya reúne la aprobación de buena parte de la Comisión de Ambiente. Esto además tuvo su complemento en las redes, lanzando un petitorio en la plataforma de Change.org en apoyo a la medida legislativa impulsada, lo que se tradujo este año en una página web con diversos tipos de herramientas que puedan servir de insumo para aquellas municipalidades y provincias que quieran impulsar una normativa de este tipo. Por otro lado, pero en relación a este último punto, vienen trabajando en la difusión federal de esta iniciativa parlamentaria para que pueda adaptarse a cada localidad, en función de sus propias características y las de sus comunidades.

«La idea es arrancar -en términos legislativos- impulsando este proyecto, que proponga una transición para empezar a reemplazar esos productos y acompañar el desarrollo de nuevas tecnologías y nuevas opciones que de algún modo puedan suplantarlos. Y también, en términos más amplios, poder pensar en una mejor gestión de residuos, que tenga en cuenta la responsabilidad ambiental, la inclusión en términos sociales y poder canalizar el reciclaje en términos un poco más amplios», concluyó Bucher.

 

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Etiquetas negras y alimentos sanos

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Christopher Loyola

Estudiante de Edición (FFyL-UBA), Presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL).