Perú ostenta un triste récord: es el tercer país del mundo en cantidad de muertos de COVID-19 por millón de habitantes, solo superado por Bélgica y San Marino. Pero mientras su pueblo se hunde en una importante crisis económica y sanitaria, el Congreso parece estar viendo otra película: ayer, entre gallos y medianoches, 105 de los 130 congresistas peruanos votaron en favor de la «vacancia» del presidente Martín Vizcarra, acusado de corrupción durante el período que fue gobernador del departamento de Moquegua.
La realidad peruana es compleja: de sus últimos presidentes, dos fueron vacados por corruptos (Martín Vizcarra y Pedro Pablo Kuczynski), el anterior condenado por corrupción (Ollanta Humala), un tercero se suicidó mientras lo investigaban por corrupto (Alan García), otro vive exiliado en Estados Unidos, con libertad bajo fianza y también acusado de corrupción (Alejandro Toledo) y el padre de la bestia, Alberto Fujimori, fue condenado por este mismo tópico pero también -valga aclarar- por asesinatos con alevosía, secuestros agravados y lesiones graves. Fujimori es el artífice de la actual Constitución, el marco normativo que permite este caos institucional.
El nuevo presidente del Perú se llama Manuel Merino y llega al frente del Poder Ejecutivo con poco más de 5 mil votos, que le permitieron a este empresario agrícola ser elegido como congresista del departamento de Tumbes por Acción Popular, luego presidente del Congreso y a la postre presidente. Eso sí, ya anunció que su gabinete será amplio y se espera, por supuesto, que devuelva favores a las bancadas que lo ayudaron a asumir el cargo. Entre ellas destacan los fujimoristas, los evangélicos del FREPAP y los etnocaceristas (una ideología que reivindica el origen étnico inca pero con fuertes rasgos reaccionarios), entre otros partidos.
Luego de la destitución de Vizcarra, un grupo de organizaciones convocó a movilizar y hoy se repitieron las protestas aunque esta vez terminaron con hechos de represión. El escenario es preocupante para la democracia peruana por donde se lo mire: Perú tiene elecciones presidenciales en 5 meses y la vacancia puede habilitar la modificación de las fechas de elecciones e incluso permitir la reelección de congresistas. Sin embargo, el flamante presidente Merino ya salió a calmar las aguas y aseguró que se respetará el calendario electoral.
Se fue Vizcarra, un presidente que asumió primero como vice, que ganó gracias al antifujimorismo y que continuó con las políticas económicas neoliberales que instaló «el Chino» en el Perú. A nivel geopolítico deja como legado al Grupo de Lima, una articulación regional que tenía como objetivo tumbar al gobierno de Venezuela. En la historia política peruana deja un corto interregno y se despide sin dar mayores batallas. Mientras tanto, las calles volvieron a tomar protagonismo y el ejemplo de Chile y Bolivia late de cerca en la frontera sur peruana.
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