Una invitación a romper el tabú del suicidio

Recientemente publicado por Ediciones CICCUS, el libro "Hablemos del suicidio. Investigación periodística. Casos relevados en el Gran La Plata 2017-2019" echa luz a un tema tan difícil como esquivo. Los autores Marcela Ojea y Fernando Tocho opinan sobre una problemática que afecta gravemente a los sectores vulnerables.

«Hablemos del suicidio», el libro de Marcela Ojea y Fernando Tocho, nos introduce en un asunto de salud pública y confirma que no son casos aislados. La sensibilidad que provoca el tema ofusca su tratamiento, y se lo toma como una cuestión personal, de la vida privada, en el que los medios de comunicación no participan sino a través de la espectacularización. El suicidio afecta a todas las edades, clases y géneros. Sin embargo, su impacto no es igual en todos los casos: según la OMS, casi el 80% de los suicidios a nivel mundial se producen en países de bajos y medios recursos, y es la segunda causa principal de defunción entre jóvenes de 15 a 29 años, después de los accidentes de tránsito. La discriminación y la marginalidad, entre otros tipos de violencias, afectan gravemente a sectores vulnerables, en donde las tasas de suicidio son elevadas.

El enfoque propuesto en este libro, una investigación periodística centrada en el análisis de casos relevados en el Gran La Plata entre 2017 y 2019, nos muestra al suicidio como una consecuencia, un efecto de causas que no son meramente personales, sino que los daños producidos por la depresión y la angustia, agudizada por contextos de crisis, son de interés público. El suicidio es un fenómeno social que debe ser abordado responsablemente, con prevención y seriedad, pero también como un hecho político que afecta al derecho a la salud y al bienestar.

¿Cómo empezamos a reconocer el tema si no es debidamente tratado e incluso silenciado? ¿Es posible disminuir la tasa de suicidios? En este diálogo con sus autores, nos hacemos algunas preguntas claves que ayudan a tratar el tema.

¿Qué factores consideran ustedes que más influyen en que el suicidio sea un tema tabú?

El suicidio es tabú en Argentina y en el mundo. Es considerado un tema personal o de puertas adentro como alguna vez lo fue la violencia de género. El entorno de las personas con conductas suicidas siente vergüenza o culpa por no haber advertido a tiempo que un ser querido estaba necesitando ayuda. Actualmente nos es muy difícil identificar las señales que dan los suicidas, eso es porque no tenemos herramientas o no estamos capacitados para hacerlo. Se necesitan campañas de prevención y personal idóneo para trabajar con este problema de fondo. Espacios para que las personas que la están pasando mal puedan ir a consultar o consigan un acompañamiento. Más allá de los expertos en salud mental, que son fundamentales, desde nuestro lugar podemos ayudar abriendo el diálogo. Las personas con conductas suicidas están sufriendo mucho internamente, no tienen con quién compartir esa angustia, sienten que nadie los puede comprender y, al no poder encontrar otro punto de vista o una alternativa a ese padecimiento, toman decisiones irreversibles. Por eso elegimos el título del libro, es una invitación a romper el tabú y hablar sin miedo del suicidio, porque de esa manera podemos prevenirlos.

¿Se pueden comunicar casos de suicidio en medios de prensa? ¿Qué recomendaciones deben (debemos) tener en cuenta los medios y periodistas y cuáles son los principales errores en su cobertura?

Nosotros estamos convencidos que no sólo se puede, sino que además se debe hablar de suicidios en los medios de comunicación, eso sí, con responsabilidad. Notamos que en su gran mayoría los medios de comunicación no saben cómo abordar hechos de estas características. El primer gran error es tratarlos como un policial. El suicidio es un problema de salud pública. No se deben mostrar imágenes, no se debe ahondar sobre el método utilizado, no hay que espectacularizar el hecho, y sobre todo no hay que dar explicaciones simplistas o reduccionistas. Los suicidios son multicausales y muchas veces lo que se llega a conocer es el detonante, pero no todo lo que está de fondo. Por otro lado, lo que sí deberíamos hacer es proporcionar información sobre líneas de ayuda y recursos comunitarios, por ejemplo está la línea 135 que pertenece al Centro de Asistencia al Suicida (CAS). Además, se deben presentar estadísticas cuidadosa y correctamente. Las tasas de suicidios se informan por lo general cada 100 mil habitantes. Transmitir mensajes sobre la frecuente asociación entre la depresión y el comportamiento suicida, siendo la depresión una condición tratable y los suicidios prevenibles hasta en un 80%.

En Argentina existe una Ley Nacional de Prevención de Suicidios, sancionada en 2015. ¿Qué contempla esta ley y en qué estado se encuentra su aplicación y reglamentación?

A diferencia de varios países del mundo, en Argentina contamos con una ley de prevención del suicidio: la 27.130. Varias provincias de nuestro país han adherido a dicha ley, Buenos Aires lo hizo en el 2017. Tanto la ley provincial como la nacional aún no han sido reglamentadas. Se necesita una decisión política para que empiece a aplicarse. Hemos hablado con varios dirigentes políticos provinciales y todos coinciden en que es necesaria, lamentablemente hoy todo el presupuesto es para el COVID-19 y quedan de lado otras cuestiones importantes en materia de salud pública.

¿Cuáles son los principales factores de riesgo y qué tipo de asistencia necesitan tanto personas que hayan tenido intentos, así como las familias de las víctimas?

Algunos factores son la depresión, ansiedad y otros trastornos mentales, adicciones, dolores cotidianos o una enfermedad crónica, haber tenido intentos de suicidios previos o antecedentes familiares de suicidio, sufrir abuso físico o sexual y maltrato familiar, haber sido liberado recientemente de algún espacio de encierro y no tener recursos para salir adelante, entre otros. Tanto las personas que han tenido una tentativa de suicidio o se producen autolesiones, como su entorno más íntimo, necesitan un acompañamiento de psicólogos y/o psiquiatras, y trabajadores sociales. Eso hoy en nuestro país no se hace, por eso sería tan importante que la ley nacional se reglamente porque tiene en cuenta todas estas cuestiones.

¿Qué recomendaciones dan profesionales de la salud y qué protocolos existen en el mundo como referencia para su abordaje?

Según la serie de consultas que hicimos con distintos profesionales, pudimos notar que hay algunas indicaciones a tener en cuenta para hablar y comunicarse con personas deprimidas. Sabemos que es un problema de salud mental y emocional; es por eso que, cuando estamos frente una persona que nos está contando sus problemas debemos prestarle atención, mirarla a los ojos, no interrumpirla y hacer de su discurso una prioridad, para que esa persona se sienta escuchada y para poder brindar contención y entender de verdad sus problemas. No debemos caer en distracciones como mirar el teléfono o minimizar sus problemas. Lo más recomendable es orientarlo hacia las líneas de asistencia, que si bien son pocas, pueden ayudar a aquellas personas que necesiten un tratamiento y reorientarlas en su vida.

Existe un mito en el imaginario social de que las personas suicidas seguirán siéndolo. ¿Por qué es un mito y qué otras falsas premisas circulan comúnmente sobre el tema?

Se trata de un mito en el imaginario colectivo, porque, sin lugar a dudas, sigue siendo un tema tabú. Es una forma de no prestarle atención al asunto y sacárselo de encima. Otra de las falsas premisas es la que circula bajo la idea de que la persona que avisa no cometerá el acto suicida. Esto no es cierto, ya que hay un sinfín de señales y avisos que debemos aprender a leer como sociedad civil para entender la gravedad de este asunto. Avisos en redes sociales, cambios drásticos de conducta o detección de adicciones, son algunos de los puntos de interés que sirven para identificar a la persona que cometerá el acto suicida.

Uno de los datos estadísticos que arrojan en el libro dice que hay un caso de suicidio adolescente por día en la provincia de Buenos Aires. ¿Cómo podemos abordar el problema entre les jóvenes?

Es necesario abordar este tema con profesionales creando capacitación y planes de estudio para hablar del tema de manera responsable. Pero no sólo en los ámbitos escolares para instruir a los más jóvenes y capacitarlos, sino también en ambientes de trabajo, tales como empresas o dependencias del Estado. La problemática debe ser abordada de manera integral por profesionales de la educación, de la salud, de la comunicación y de la seguridad. El suicidio nos atraviesa como seres individuales y sociales.

 

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