La lengua es nuestra

Luego de anunciar la incorporación del pronombre "elle" a su Observatorio, la Real Academia Española dio marcha atrás rápidamente. Una institución que rechaza los cambios en la lengua "en defensa del español" se enfrenta a quienes luchan por el reconocimiento del lenguaje no binario.

La semana pasada, la Real Academia Española (RAE) anunció la incorporación del pronombre “elle” a su Observatorio, una nueva herramienta que funciona en paralelo al prestigioso diccionario de la institución. Lo que parecía ser un paso a favor del reconocimiento del lenguaje inclusivo/no binario duró poco: en solo cuatro días la RAE sacó “elle” y adujo que lo hizo “debido a la confusión que ha generado”.

El rechazo de sectores conservadores al lenguaje no sexista porque “no se entiende” se basa (supuestamente) en la preservación de la lengua española. “No es que esa gente no nos entiende ni que hablamos mal. Las mismas personas que critican el lenguaje no binario son las que escriben sin poner una sola coma -dice a El Grito del Sur Victoria Scotto, estudiante de filología y becaria del Conicet-. Siempre hay pugnas para conservar la estructura previa en el lenguaje cuando emerge algo nuevo y es siempre una disputa de poder”.

Según la investigadora en filología, quienes desestiman el lenguaje no binario “en defensa del español” e insultan a quienes lo utilizan “es la expresión del poder de exclusión”. “Uno sabe que hay palabras que no puede usar en un determinado contexto y que hablar ‘mal’ es causa de que te callen”, afirma. Scotto y sus colegas estudian la lengua desde una perspectiva glotopolítica: entienden la lengua como “un artificio político” construido socialmente y un territorio que está permanentemente en disputa. Lo personal es político, la lengua también.

La lengua, compañera del Imperio

La RAE fue fundada en 1713 por iniciativa del marqués de Villena, Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga, quien fue también su primer director. La institución está inspirada en la Academia Francesa, encargada de regular el francés y creada en 1634 por el famoso Cardenal Richellieu. “Es la época de la República de las Letras, que es cuando se crea una red de intelectuales en Europa para resolver los problemas de la humanidad. ¿En qué idioma hablan? Ahí el francés se erige por sobre otras lenguas por el sustento político y literario que tenía”, explica Scotto.

Pero antes de la fundación de la RAE, se habían dado en España otros procesos que impactaron en su política, su cultura y, en consecuencia, el idioma. En 1492, bajo el reinado de los reyes católicos Isabel y Fernando, Cristóbal Colón llegó a América y la corona española conquistó Granada, culminando el proceso de lo que llamaron “la Reconquista”: el exterminio de los reinos musulmanes, que luego devendría en la expulsión de los moros de la península ibérica.

“Ahí empieza un barrido de la cultura árabe y se intenta instalar el español como lengua, pero no solo en el territorio de España, sino también en las colonias. Lo que hicieron fue asentar la hispanidad sin rechazar lo otro, sino afirmando lo propio”, destaca Scotto.

En el caso de la conquista de América, antes de que zarparan las carabelas de Colón, el escritor y pensador Antonio de Nebrija fue a ver a la reina Isabel. “Nebrija lleva su gramática para pedirle a la reina que la lleven en los barcos. Hasta ese momento, el español no tenía gramática -relata la investigadora en filología-. Y cuando Isabel pregunta por qué es importante llevarla, Nebrija le contesta: ‘Porque la lengua siempre ha sido compañera del Imperio’”.

“Limpia, fija y da esplendor”

Lo que a primera vista parece el eslogan publicitario de un producto de limpieza, es en realidad el lema de la RAE: “Limpia, fija y da esplendor”. En el sitio web de la institución, se aclara que la frase fue elegida en “una votación secreta” en 1715.

“Es una institución que no se actualiza, prácticamente, desde su fundación. El reglamento es casi el mismo y mantienen todavía la estructura de tener un integrante por cada letra que tiene el alfabeto -con la excepción de v, w, x, y, z, Ñ, W, Y-  e históricamente tuvo 465 académicos varones y 11 mujeres. La primera fue Carmen Conde Abellán, admitida en 1979, la segunda, Elena Quiroga, en 1984 y la tercera, Ana María Matute, en 1998. Es decir, en todo el siglo XX solo tuvieron tres integrantes mujeres”, señala Scotto.

Sus integrantes varones, además, han rechazado pública y de forma vehemente tanto al feminismo como al lenguaje no sexista. Sin ir más lejos, Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, dijo en su momento que “tenemos una lengua hermosa y precisa» y que no se justifica «estropearla con el lenguaje inclusivo».

Otro integrante de la RAE y detractor del uso de la “e” y el “todes” es el escritor Arturo Pérez-Reverte, quien hace unos años en su cuenta de Twitter explicó: “Feminazi = talibana ultrarradical del feminismo, habitualmente dogmática, fanática y subvencionada por un gobierno o autonomía”.

“¿Pero qué es la RAE? ¿Una institución que nos dice cómo hay que hablar? Según ellos, no. Es una institución que describe al español, que explica cómo es y, si bien tienen herramientas y manuales de estilo, insisten en que lo que hacen es mostrar la versión más clara del español. Lo llamativo es que esto contradice el lema de la RAE: ‘Limpia, fija y da esplendor’”, puntualiza Scotto.

Elle, un pronombre que “genera confusión”

A fines de octubre de este año, la RAE estrenó su nuevo sitio web y su Observatorio de Palabras, un espacio que “ofrece información sobre palabras (o acepciones de palabras) y expresiones que no aparecen en el diccionario, pero que han generado dudas: neologismos recientes, extranjerismos, tecnicismos, regionalismos, etc. Esta información es provisional”. La página también aclara que la aparición de un término en el Observatorio “no implica que la RAE acepte su uso”.

Una de las palabras que apareció fue el pronombre “elle”, al cual definían como “un recurso creado y promovido en determinados ámbitos para aludir a quienes puedan no sentirse identificados con ninguno de los dos géneros tradicionalmente existentes. Su uso no está generalizado ni asentado».

Cuatro días después, sacaron la palabra y subieron un comunicado -que borraron rápidamente en Twitter-  que explicaba que fue “debido a la confusión” que generó la inclusión de “elle”. “Cuando se difunda ampliamente el funcionamiento y cometido de esta sección, se volverá a valorar», informó la RAE.

Scotto opina que la institución incluyó “un pronombre importantísimo como es elle” y no una expresión más difundida como “todes” para “no reconocer el uso real” que tiene el lenguaje no binarie. “Hay palabras que, para la RAE, no tienen que ingresar ni ser reconocidas. Ese reconocimiento tiene peso político y poner una palabra en el diccionario es alentar su uso, mientras que no incluirla desalienta el uso”, afirma.

El Observatorio sacó “elle”, pero mantiene el término “feminazi”, al que define como “acrónimo usado con intención despectiva con el sentido de ‘feminista radicalizada’”. “Es algo que no existe -manifiesta la becaria del Conicet-. Hasta que no haya feministas con campos de concentración, no se puede decir que existan las ‘feminazis’. Es justo la palabra que usa Pérez-Reverte, así que su inclusión no es casual”.

Las palabras se incluyen en el diccionario de la RAE según el criterio de los académicos que la forman. Las personas pueden sugerir la incorporación de un término mediante un formulario -la Unidad Interactiva del Diccionario (Unidrae)-, aunque la página suele estar caída y, si se logra mandar la solicitud, la institución responde que “le rogamos que envíe su comunicación a través de la cuenta @RAEinforma en Twitter”.

Según Scotto, la RAE rechaza los cambios en la lengua “reivindicando su glorioso pasado”. “Pero nuestros antepasados decían ‘fecho’ en lugar de ‘hecho’. Hay que reconocer que el lenguaje se transforma y que el español es una lengua viva. La resistencia al cambio es un tema de perder poder”, apunta.

“El desafío de les hablantes que luchamos por el reconocimiento del lenguaje no binario no es que la RAE nos acepte. Tenemos que reconocer que la lengua es nuestra, no de unos tipos sentados en Madrid y mucho menos de la corona española, es nuestra -afirma-. Si les molesta (el lenguaje no binario) es porque hace ruido, porque hay una transformación y por eso tenemos el compromiso de seguir usándolo”.

 

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR:

Feminismos made in USA

Compartí

Comentarios

Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.