Latin Mood: cómo se planta el voto latino de cara a las elecciones presidenciales en EE.UU.

De los 330 millones de habitantes de Estados Unidos, más de 60 millones son latinos. A sólo un día de la votación, tres migrantes latinoamericanas en el país del Norte hablan de la polarización política al interior de los estados, de las injusticias en la votación y de la necesidad de ponerle un freno a Donald Trump.

«No». Eso dicen instantáneamente las tres mujeres latinas que dialogaron con El Grito del Sur de solo pensar en que Donald Trump tiene la posibilidad de ser reelecto. Este martes 3 de noviembre se celebrarán las elecciones presidenciales en Estados Unidos que enfrentan a Trump, por el Partido Republicano, y a Joe Biden, ex vicepresidente de Barack Obama, por el Partido Demócrata. En lo que muchos estadounidenses llaman “la elección más importante de nuestra historia”, ya se superaron los índices de participación de comicios anteriores y 32 millones de las personas inscritas para votar son latinos, quienes conforman la primera minoría en el país del norte.

“Hay que tener en cuenta que la comunidad latina no es homogénea”, señala a este medio María Eva Dorigo, argentina que vive en Nueva Jersey. Investigadora en ciencias sociales y columnista en Agenda Sur, María Eva emigró con su marido en 1996, se hizo ciudadana norteamericana en el 2000 y milita en el Partido Demócrata.

De los más de 331 millones de habitantes de Estados Unidos, se estima que cerca del 19 por ciento -más de 60 millones de personas- son latinos. “La comunidad latina es distinta en cada estado -remarca María Eva-. Están, por ejemplo, los puertorriqueños que llegaron después de (el huracán) María, que van a votar por Biden. Y en Florida tenés la población de cubanos y venezolanos exiliados que van a votar a Trump y no mueven su voto”.

La importancia de (llamarse) Florida

Florida es uno de los estados con mayor cantidad de población latina en el país y, además, de los que más electores (un total de 29) aporta al Colegio Electoral. Es por eso que se especula que la votación en Florida puede definir quién será el próximo presidente. Por ahora, las encuestas muestran un resultado apretado: 48 por ciento para Biden y 46 para Trump.

“Acá en Florida la mayoría es republicana. Tenemos a muchas personas de Cuba y Venezuela, que llegaron de países comunistas, socialistas, entonces su impresión es que, si gana Biden, va a ser socialista. Trump se valió de esa mala percepción -acusa Adriana Suárez-. Pienso que cuando Biden y (su candidata a vice, Kamala) Harris dicen que quieren implementar un sistema de salud igual para todos, ellos escuchan ‘igualdad’ y dicen ‘ah, no, primero dicen igualdad y después vamos a hacer todos fila en una tienda’. Yo digo, ¡¿qué les pasa?!”.

Adriana es comunicadora social, periodista, colombiana y vive en Miami desde el año 2011 con, como dice ella, “la bendición de haber llegado con la residencia y no estar indocumentada”. “Voté por primera vez hace cuatro años cuando me hice ciudadana. Voté por presidente y el resto (de la boleta lo completé) a pinochazo, que es cuando escoges lo primero que se te ocurre”, cuenta a este medio.

Esta vez, Adriana votó de forma más concienzuda y afirma que ella misma llevó el sobre con su voto al centro electoral. “Yo digo abiertamente que no me gusta Trump”, asegura. Entre los temas que más le preocupan están el cambio climático -que el presidente dice que “no existe”-, el sistema de salud público -el llamado Obamacare que se desfinanció en los últimos cuatro años- y el trato hacia las mujeres -a quien Trump propuso, entre otras cosas, to grab them by the pussy-. “Voto por eso, por lo que veo que la gente acá necesita mejorar”, sostiene.

Florida es uno de los llamados swing states o “estados pendulares”. “Hay estados que siempre votan mayoría azul (demócratas), como California y Nueva York y otros estados de las costas donde hay centros urbanos grandes -explica María Eva-. Pero Florida tiene una cantidad de electores que te puede cambiar el resultado de la votación y, si salen a votar las poblaciones negra y puertorriqueña, puede ganar Biden”. Ambos candidatos presidenciales eligieron Florida como uno de los destinos para el cierre de campaña.

Ese estado ya ha definido el resultado de otra elección con un cierre ajustado. En los comicios del 2000, Al Gore y George W. Bush obtuvieron el 49 por ciento de los votos de Florida. Al darse este “empate”, dos recuentos de votos duraron un mes y, conflicto con la Corte Suprema de Florida y denuncias de fraude mediante, finalmente dieron por ganador a Bush.

Otros cierres ajustados: en 2012, Barack Obama ganó en Florida con solo 0,9 por ciento de diferencia frente a Mitt Romney y, en 2008, con 2,8 por ciento frente a John McCain.

Votame, votate: cómo se elige presidente en Estados Unidos

Las elecciones en Estados Unidos no se ganan por voto popular directo. El partido que gana en cada estado aporta una determinada cantidad de electores al Colegio Electoral y son esos electores (un total de 270) los encargados de elegir al presidente. De esta manera, en las elecciones de 2016 Hillary Clinton (Partido Demócrata) obtuvo la mayor cantidad de votos, pero Trump -al haber ganado en estados con mayor cantidad de electores- fue electo presidente.

“Que las elecciones no sean por voto popular no es democrático”, asegura María Eva, al mismo tiempo que sostiene que la manera de votar -y más en pandemia- es complicada. Debido al coronavirus, los estadounidenses han podido votar de forma adelantada, aunque cada estado (y condado) tiene siempre sus reglas particulares.

Carolina Ayala es colombiana y vive en Seattle, en el estado de Washington, hace 20 años. “Acá siempre hemos votado por correo. Es algo muy común en los estados demócratas -dice a El Grito del Sur-. Tú puedes poner tu ballot en el mailbox, llevarla en persona al correo o ponerla en una de las cajas oficiales que van directo al centro de conteo”.

En Washington, un estado azul, es necesario estar registrado en un partido para votar y Carolina se registró como demócrata. “La mayoría no quiere a Trump y está votando hasta con emoción. ¡Yo no veía la hora de que llegara mi ballot! La llené ese mismo día y fui a dejarla en una de las cajas oficiales. Era el segundo día (de la votación) y nunca me había pasado de ver la caja llena, había cientos de personas haciendo fila para dejar su voto. Fue increíble”, recuerda.

Sin embargo, el sistema de votación presenta dificultades. “La supresión del voto no es algo nuevo, pero ahora se exacerbó”, afirma María Eva. “Te hacen muy complicado votar porque quieren que la cagues, que tu voto no sea válido”, agrega.

Para votar por correo, las personas (que deben estar registradas para votar ya que el sufragio no es obligatorio) reciben en sus casas “un sobre con un millón de papeles”. “Tenés las instrucciones de dónde están los buzones para dejar tu voto, las explicaciones de las preguntas y de cómo completar todo. Después tenés la boleta para los candidatos y los plebiscitos. Llenás todo como si fuera un múltiple choice solo con birome azul o negra, si usás otro color, la cagaste. Doblás la boleta, la metés en un sobre, firmás y metés todo en otro sobre que tiene una ventanita donde se tiene que ver el código de barra que hay en el primer sobre. Quienes votan por primera vez, pueden equivocarse muy fácilmente”, apunta María Eva.

La votación por correo no es nueva: esta forma de sufragar ha sido utilizada principalmente por los agentes de las fuerzas armadas apostadas en el exterior. Trump, por su parte, intentó desalentar la votación adelantada y atacó al Servicio Postal. “Trump pretende que la gente vote el día de la elección de forma electrónica (en los estados donde está habilitado). La estadística está en todos los noticieros: la mayoría de los que votan por anticipado son demócratas y los que van el día de la votación, republicanos”, explica María Eva.

Los demócratas creen que, al cargarse primero los resultados electrónicos, el mapa de los estados comenzará a verse rojo y Trump utilizará sus redes sociales para proclamarse vencedor. “Los resultados no van a estar el 3 de noviembre. En Nueva Jersey, por ejemplo, se van a contar votos hasta 7 días después. Es un proceso más largo y Trump (que ya dijo que no reconocerá la derrota) podría judicializar las elecciones. Por eso la estrategia de los demócratas es salir a votar en masa. Si la diferencia es grande, no se va a poder judicializar”, argumenta la investigadora argentina.

Soñadores y deportaciones: las políticas migratorias

“No estuve contenta con el desempeño de Obama en el punto de la migración. El país necesita una reforma completa, pero durante la época de Obama la cantidad de deportaciones fue altísima, aunque hizo reformas migratorias para quienes se lo merecían”, opina Carolina, haciendo referencia a los Dreamers.

Dreamers es un término con el que se conoce a aquellas personas que inmigraron a Estados Unidos siendo niños. Al estar en el país de forma ilegal, no tenían documentación y se dificultaba el acceso a la educación y la salud, entre otras cosas, además de la amenaza constante de la deportación.

En 2012, Obama implementó la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, según su sigla en inglés) para otorgar papeles a esos jóvenes, aunque no legaliza completamente la situación migratoria ni garantiza la obtención de la ciudadanía. En 2017, el gobierno de Trump suspendió DACA.

Respecto a las deportaciones, el gobierno de Obama tuvo una política más agresiva y el año con mayor cantidad de deportaciones fue 2013 con 435,498 personas expulsadas de los Estados Unidos. El peor año de Trump fue 2019 con 267,258 personas deportadas.

“Yo estoy de acuerdo con que deporten a la gente que hace cosas que perjudican a este país -opina Adriana-. Pero hay personas que trabajan de sol a sol y merecen tener su situación arreglada. Me da impotencia porque con Trump se hizo más evidente el maltrato, la forma inhumana de deportar”. Los centros de detención para familias y la separación de niños de sus padres, sin embargo, se iniciaron durante la presidencia de Obama.

“Trump legitimó el racismo, la discriminación -agrega Carolina-. Cuando dice que ‘todos los mexicanos son violentos’ hay gente que piensa ‘ay, por fin alguien que está de acuerdo con nosotros’. Antes lo pensaban y solo se lo decían a sus amigos”.

Para muchos demócratas, las esperanzas en ponerle un freno a las políticas agresivas contra los migrantes están puestas en el Congreso (aunque ahora la mayoría es republicana) y en la candidata a vice: Kamala Harris es hija de inmigrantes y fue una de las senadoras que impulsó la Ley Dream para asistir a jóvenes indocumentados.

El mal menor

Biden no es el candidato que las entrevistadas hubieran preferido. “No es ideal -lamenta Carolina-. Me frustra un poco que tenemos que escoger entre dos candidatos hombres, mayores de 70 años, blancos. Se me hace que Kamala representa más la diversidad, es joven, una persona con buenas ideas. Es un buen balance para Biden”.

María Eva, por su parte, opina que “si gana Trump, va a haber mucha violencia política, se va todo al carajo”. Las manifestaciones después del asesinato de George Floyd han ido en aumento y el presidente no solo las ha condenado, sino que manifestó su apoyo a grupos supremacistas blancos como los Proud Boys. “Es terrible, en sus rallies habrá algún negro o un latino, pero está lleno de blancos de la Asociación Nacional del Rifle que te matan si les tocás la segunda enmienda”, describe.

Carolina también está preocupada por la violencia de los seguidores de Trump, que “tienen armas de guerra”. “Me preocupa mucho lo que pueda pasar, lo que esas milicias puedan hacer y es muy posible que se desate una guerra civil”, dice. Aunque al principio creía que Trump iba a ser reelecto, “he visto tantas señas, el voto de la gente joven, la cantidad de personas que votaron temprano, las estadísticas que dicen que se va a romper el récord de participación en la votación…Quiero creer que Biden va a ganar”.

 

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR:

Escándalo en una universidad pública por la dolarización de aranceles para extranjeros

Compartí

Comentarios

Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.