«La brecha de los cuidados es la contracara de la brecha salarial»

En un año donde las tareas de cuidado cumplieron un rol fundamental, se comenzó a trabajar en el anteproyecto de ley para crear un Sistema Integral de Cuidados con Perspectiva de Género. El Grito del Sur habló con Lucía Cirmi Obón, directora nacional de Políticas de Cuidados, sobre los lineamientos de la ley, el teletrabajo y la feminización de la pobreza.

Ni bien se creó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, quedó en claro que la agenda de cuidados iba a ser una parte fundamental de sus políticas. En el transcurso de estos meses, pandemia mediante, el recorrido de la cartera no hizo más que reafirmar esta premisa y profundizar las acciones al respecto. El trabajo que comenzó en febrero con la creación de la Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado, siguió con la implementación de una serie de políticas de cuidados durante el COVID-19 y se extendió a través de la campaña Cuidar Igualdad, tuvo sus frutos el mes pasado, cuando la comisión redactora comenzó a trabajar en el anteproyecto de ley para crear un Sistema Integral de Cuidados con Perspectiva de Género, una medida que busca a dar respuesta a algunos de los reclamos históricos de los feminismos.

La importancia de esta ley no solo radica en que representaría un compromiso del Estado, sino que terminaría de identificar a las políticas de cuidados como parte de una agenda social que excede, aunque no escinde, las cuestiones de género. Lucía Cirmi Obón, directora nacional de Políticas de Cuidados del Ministerio, lo sabe y por eso reafirma la necesidad de pensar medidas integrales que generen cambios estructurales: de infraestructura, redistribución y reeducación cultural. En diálogo con El Grito del Sur, la economista habló de los lineamientos de la ley, el teletrabajo y la feminización de la pobreza.

¿Cuál es el fin de la ley de Cuidados?

La ley busca reconocer el cuidado como una necesidad, un trabajo y un derecho, lo que implica desarrollar distintas políticas públicas de tiempo, de recursos, infraestructura, servicios domiciliarios y los elementos necesarios para apoyar los distintos grados de autonomía que necesita cada población. La ley tiene que servir para que el Estado se comprometa a trabajar en esto a largo plazo, que tenga que rendir cuentas, aplicar recursos y armar una estructura para que se sostenga en el tiempo. También hay que agregar la dimensión cultural para educar de otra manera.

¿Por qué es necesario que exista un marco para todas estas políticas? 

El cambio de paradigma debe contemplar varios factores, hay que plantear una diversidad de políticas públicas que brinden servicios para que la responsabilidad no recaiga en las familias y particularmente en las mujeres, lesbianas, travestis y trans. Que el trabajo de cuidados sea mal o no remunerado contribuye a sostener un sistema económico desigual y por eso hay que cambiarlo. Hay que redistribuir recursos, tiempos e infraestructura de manera integral porque, si solo nos centramos en el reconocimiento, se puede reforzar el estereotipo de que estamos destinadas a cuidar y, si nos enfocamos en la redistribución de recursos, hay que pensar en políticas de justicia social para todas las personas que están cuidando. Crear un sistema de cuidados tiene que ver con dar una diversidad de opciones que aseguren el reconocimiento, la redistribución y la jerarquización de los trabajos de cuidado dentro y fuera de los hogares.

¿Cómo se va a trabajar en el anteproyecto? 

Pensamos este proyecto como un proceso participativo. Para eso se busca que la comisión redactora escuche a todos los sectores sociales a través de distintas instancias consultivas. También se va a integrar lo que se estuvo discutiendo en los diferentes parlamentos territoriales del cuidado que forman parte de la campaña Cuidar en Igualdad, donde funcionarias nacionales, provinciales y municipales se reúnen con diferentes organizaciones sociales y civiles para generar un panorama de cómo se cuida hoy y cómo se quiere cuidar a futuro.

La comisión redactora cuenta con integrantes de diferentes áreas, sectores sociales y recorridos, desde militantes feministas hasta abogadas, una especialista en primera infancia, una gerontóloga. ¿Por qué se decidió que sea así? 

Empezamos el año creando una Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado -conformada por 14 organismos (13 más el Ministerio) que velan por la interseccionalidad y la articulación- porque, si bien Argentina ya tiene políticas de cuidado, al estar compartimentadas no terminan de lograr la igualdad de género. La Mesa Interministerial tiene un rol activo en la creación del anteproyecto y se reunió con la comisión redactora para definir los lineamientos. Creemos que tiene que haber diversidad en todo el proceso porque para ésta es una agenda de justicia social, no solo de género. Las que más sufren la desigualdad en las políticas del cuidado y las que más quedan expuestas a la ausencia de infraestructura son las mujeres pobres porque no pueden recurrir a servicios pagos, como sucede en otros casos. La brecha de los cuidados es la contracara de la brecha salarial, esa es la feminización de la pobreza con la que queremos terminar.

Alrededor del mundo se está hablando de la renta universal y también en algún momento se planteó la posibilidad de que exista un sueldo para las amas de casa. ¿Esto va a estar contemplado en la ley de Cuidados?  

Nosotras queremos que haya una batería de opciones porque con una sola respuesta no vamos a conseguir ese equilibrio que necesitamos. Sabemos que hay que hacer políticas de justicia económica sobre el tema y en eso las moratorias previsionales son un gran antecedente, aunque también vimos el rechazo social que hubo por esta misma idea de que quienes cuidan no aportan. La posibilidad de dar ese debate se va a ir construyendo, pronto tenemos una reunión con los sindicatos y vamos a escuchar lo que tienen para decir, es importante que cada uno de los actores implicados hable por sí mismo. El resultado será parte del proceso colectivo.

Una de las consecuencias de la distribución desigual de las tareas del cuidado tiene que ver con el uso del tiempo. ¿Cómo se va a medir esto?

Este año se aprobó una ley para que en el 2021 se realice una Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado y que deje de ser solo un módulo de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Esto nos va a permitir tener más información y contar con un mayor grado de detalle. Los datos que se obtengan se van a reflejar en el Mapa Federal de Cuidados (NdR: que se realiza con el apoyo de la CEPAL), donde se van a marcar los lugares que brindan cuidado y también los que demandan mayor infraestructura pública. En ese sentido, el mapa va a tener un costado de uso de política pública y otro más visible para la sociedad que tiene que ver con extender y difundir la información. Las medidas que se puedan tomar respecto al uso del tiempo van a ser determinantes para terminar con la desigualdad.

La cuarentena acrecentó las tareas de cuidados no remuneradas y muchas mujeres debieron conciliarlas con el teletrabajo; de hecho, el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad participó del debate de la ley de Teletrabajo. ¿Por qué es importante que haya perspectiva de género en este tema?

Si, nosotras participamos en la discusión de la ley de teletrabajo y planteamos justamente eso. Hay una idea muy romántica de que uno adapta mejor las tareas del cuidado a lo laboral cuando está en la casa, pero si consideramos que son dos trabajos se entiende que no es tan fácil realizarlos en paralelo. Nos parece que es un gran avance que en la ley haya quedado un artículo que aborda el tema y no sólo como responsabilidad de las mujeres, sino que contempla todas las responsabilidades de cuidado. En ese sentido también resaltamos que es necesario velar por la corresponsabilidad de estas tareas para que no sean las mujeres las únicas que puedan pedir licencias o permisos para cuidar. Desde la Mesa Interministerial también pensamos distintas políticas de cuidado en el contexto de COVID que sirvieron para dejar en claro que el cuidado no es sólo una cuestión de género. En un contexto donde la economía del cuidado fue la única que no estuvo frenada, creemos que ésta puede ser la salida feminista a la crisis.

 

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