A la búsqueda de otro milagro del santo popular

En enero de 2020, cerca de 300 mil fieles fueron a honrar al Gauchito Gil. Este año, debido a la pandemia, las autoridades de Mercedes -provincia de Corrientes- suspendieron el festejo presencial y promovieron una misa virtual. ¿Cuál es la historia del santo que adorna los costados de las rutas argentinas?

Las restricciones sanitarias impuestas a partir de la pandemia impactaron en todos los aspectos de la vida. En el ámbito religioso, durante 2020 se vieron afectadas numerosas ceremonias de todos los credos y también las vinculadas a los santos populares: las autoridades de Mercedes, Corrientes, suspendieron la fiesta que celebra al Gauchito Gil para evitar la aglomeración de personas y la propagación del coronavirus. En su lugar, hay una misa virtual y un show de fuegos artificiales. ¿Cuál es la historia del santo que adorna los costados de las rutas argentinas y que mueve miles de personas hasta su santuario?

Cuenta la leyenda que Antonio Mamerto Gil Núñez nació cerca de 1847 en Pay Ubre (actual Mercedes). Durante la Guerra del Paraguay, Gil fue convocado al Ejército y, al negarse a combatir contra un país hermano, desertó junto a otros dos compañeros. La madrugada de un 8 de enero, un oficial encontró a Gil y lo colgó cabeza abajo de un árbol.

Antes de ser asesinado, el gaucho le dice a su verdugo que, si le da sepultura, va a curar a su hijo enfermo. Cuando vuelve a su casa, el oficial encuentra que su hijo tiene graves problemas de salud y decide sepultar a Gil y poner una gran cruz de madera. El niño se curó, marcando el primer milagro que le atribuyen al santo popular.

Sin embargo, no hay ningún papel que certifique su existencia. “La mejor respuesta que tuve respecto a este tema es del pensador Carlos Lacour, de Mercedes, que dice que el gauchito Gil no existió, sino que existe. Y existe porque, como todos los santos, y los santos populares más aún, es una construcción”, dijo a El Grito del Sur la periodista y escritora Gabriela Saidón, autora de “Santos ruteros: de la Difunta Correa al Gauchito Gil”.

La imagen del gauchito que adorna altares y estampitas es, justamente, una construcción. “Muchos años después un escultor le da cara y cuerpo, que se va modificando. Las boleadoras, el pañuelo rojo, chiripá, no se condicen con lo que era el gaucho correntino. La imagen es de un gaucho con características pampeanas”, explicó Saidón.

En el campo donde supuestamente enterraron a Gil, lo primero que se construye es la cruz frente a donde hoy está el santuario. “Por muchos años, la gente del lugar empieza a adorar a esa cruz, a dejarle ofrendas y a hacer pedidos. La imagen no era del gaucho, sino de la Cruz Gil -afirmó la escritora-. El Gauchito Gil es representante del santoral popular correntino y después argentino. Se hizo más famoso con el traslado por las rutas”.

Fotos: gentileza Hugo Cáceres

Antes de que las veras de los caminos se llenaran de altares con cintas rojas, la santa más popular de las rutas era la Difunta Correa. Saidón señaló que a partir de la década del ‘70, la adoración a la Difunta sale de San Juan y que lo mismo sucede, un tiempo después, con el gauchito.

“Los altares (de la Difunta y el Gauchito) son puestos primero por los arrieros y, más tarde, por los camioneros. Son santos ruteros porque los conductores les piden no tener accidentes en un país donde el índice de muertes por siniestros viales sigue siendo alto -subrayó la autora de “Santos ruteros”-. Se va estructurando el culto a partir de esos vehículos y los choferes como medios de comunicación de esa fe pagana”.

Al Gauchito Gil, los devotos pueden pedirle cualquier cosa, pero principalmente los pedidos se relacionan con problemas de salud ya que el primer milagro del santo popular fue curar al hijo de su asesino. “Esto lo que visibiliza es la antigua crisis que tienen las instituciones médicas para con los pobres: el gauchito te cura lo que el médico no”.

Santuario virtual

En enero de 2020, cerca de 300 mil fieles fueron a honrar al Gauchito Gil. A diferencia de otras demostraciones de fe, esta procesión multitudinaria se caracteriza por la algarabía, el chamamé y los sapucay.

Pero debido a la pandemia, las autoridades de Mercedes suspendieron el festejo presencial. La localidad correntina atraviesa un rebrote de coronavirus y superó los 200 casos activos. Minutos antes del 8 de enero comenzó una transmisión por Facebook y YouTube desde el santuario, con fuegos artificiales programados para la medianoche y una misa a las seis de la tarde.

El gauchito no es nuevo en el mundo virtual. Hace años tiene su propia página web, www.gauchitogil.net, donde devotos de todos los puntos del mapa pueden compartir sus testimonios o hacer promesas, pedidos y agradecimientos, aunque en el sitio se recomienda que todas estas instancias sean presenciales en cualquiera de los santuarios.

“Vos podés pedir por Internet, pero si el santo te cumple, tenés que ir a dejarle algo, a devolverle, porque sino el santo es castigador. Con ese temor que se genera te mantiene atado, mantiene vivo el culto o tu compromiso con la iglesia”, explicó Saidón.

Fotos: gentileza Hugo Cáceres
El gaucho y la Iglesia

Aunque el Gauchito Gil es la figura principal del santoral popular local y su fama excede el territorio argentino, Saidón opinó que es difícil que la Iglesia católica lo reconozca como santo. “Al igual que pasó con la Difunta Correa, se hicieron gestiones, pero no creo que suceda porque el gaucho no era virtuoso, sino marginal, se supone que fumaba e incluso robaba, pero para darles a los pobres, como un Robin Hood”, señaló.

Hasta ahora, los únicos santos populares reconocidos por la Iglesia católica son Ceferino Namuncurá, beatificado por el papa Benedicto XVI en 2007, y el cura gaucho José Gabriel Brochero, canonizado en 2016 en una ceremonia encabezada por el Papa Francisco.

Aún así, las iglesias locales cobijan al gaucho y bendicen la imagen que sacan en la procesión de los 8 de enero. “Las iglesias, los gobiernos locales, las instituciones contra las que también pelean las religiones populares, se apropian de la imagen del gaucho. Por eso frente al altar de Mercedes pusieron una iglesia”, agregó Saidón.

Con o sin pandemia, este 8 de enero los devotos encenderán velas rojas en honor a Antonio Gil y dejarán en altares privados o alguno de los miles de santuarios las ofrendas predilectas del santo popular: cigarrillos y un buen vaso de vino.

 

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.