«El rugby, históricamente, se diferenció de los fenómenos masivos y populares»

Juan Branz es investigador del CONICET/UNSAM, Doctor en Comunicación y autor del libro "Machos de Verdad. Masculinidades, deporte y clase en Argentina". A un año del crimen de Fernando Báez Sosa, Branz habló con El Grito del Sur sobre los códigos del rugby, la mediación de prácticas violentas y la implicancia de la clase social en este deporte.

Hace exactamente un año, el 18 de enero del 2020 a la madrugada, Fernando Báez Sosa murió de un paro cardíaco fruto de un grave traumatismo de cráneo, luego de que un grupo de rugbiers lo golpeara hasta matarlo a la salida del boliche Le Brique en Villa Gesell. Fernando tenía 18 años y vivía con su familia en un edificio de Recoleta donde su padre era encargado, había terminado el CBC de Derecho y estaba de vacaciones en la Costa Atlántica junto con sus amigos. Los responsables -por ahora hay ocho imputados por “homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas” y dos jóvenes más que fueron investigados pero sobreseídos por falta de pruebas- pertenecían al club de Náutico Arsenal Zárate. Eran rugbiers de clase media-alta y Maximiliano Thomsen, uno de los acusados más comprometidos en la causa -y quien gritó «¡Dale cagón! ¡Levantate y peleá!» a Báez mientras agonizaba en el piso-, es hijo de la secretaria de Obras Públicas del municipio. Durante el enfrentamiento, el accionar de los jugadores escaló a tal nivel de violencia que, aún estando inconsciente y en el piso, continuaron pateando a Fernando hasta asesinarlo. Luego se dirigieron a un local de comidas rápidas donde se tomaron una selfie grupal levantando los pulgares.

El caso de Fernando se viralizó rápidamente en las pantallas de TV y las redes sociales conmoviendo al país y poniendo sobre la mesa un debate que los feminismos venían arrastrando desde hace tiempo: ¿Qué sucede con las masculinidades y cómo se relaciona esto con el deporte? Varios meses después, el tema volvió a entrar en escena cuando se conoció un archivo de tweets misóginos, racistas y clasistas de parte de los entonces jugadores de “Los Pumitas”.

Juan Branz es investigador del CONICET/UNSAM, Doctor en Comunicación y autor del libro «Machos de Verdad. Masculinidades, deporte y clase en Argentina». A partir de su trabajo de campo en equipos de rugby de la Ciudad de La Plata, el investigador analiza los mecanismos mediante los cuales se expresa el poder en base al dominio de los cuerpos ajenos. “¿Cómo se organiza la masculinidad en el rugby? ¿Qué hay que hacer para ser reconocido como un hombre legítimo dentro del rugby?” (…) ”¿En qué se basa la masculinidad dominante en sociedades urbanas contemporáneas organizadas en torno al sistema capitalista? ¿En qué influye la posición social, económica y cultural en la producción y reproducción de esa masculinidad dominante? y finalmente, ¿dominantes para quiénes, entre quiénes y para qué?”, se pregunta Branz en su libro donde, además, distingue el comportamiento grupal (en manada) de la interacción entre pares, una dinámica que habilita mayor intimidad pero se suele evitar, al estar asociada a la homosexualidad. En el primer aniversario de la muerte de Báez Sosa, Juan Branz habló con El Grito del Sur sobre la sociología del rugby.

Ilustración: Ariel Olivares

Se cumple un año del crimen de Fernando Báez. ¿Por qué tuvo tanto impacto el caso?

Por un lado, por la forma de viralización: la multiplicación de las grabaciones de los dispositivos móviles permitió que, rápidamente, se convirtiera en un acontecimiento público y que se construyera noticia sobre ese episodio. También por la brutalidad y la crudeza de las imágenes (inmersas en el ámbito de lo público). Y finalmente, porque lo que más o menos se sabía de varones que jugaban al rugby y sus ritualidades nocturnas, dejó de serlo: fue visto y certificado. Me refiero a las formas de vincularse con un “otro”. La mediación de las prácticas violentas.

Además de ser una demostración de masculinidad, ¿qué rol tuvo la dinámica de grupo respecto a lo que pasa en los equipos de rugby?

La clase social vinculada a lo que denominamos masculinidad dominante es un componente central a la hora de pensar, en tendencia, cómo se modeló y se modela el rugby en Argentina. Fue y es pensado y practicado por varones de clases dominantes en nuestro país, aunque los propios actores sostengan que es un espacio democrático donde cualquiera puede ingresar y jugar. No, eso es un mito. Hay experiencias de clubes subalternos o prácticas con jóvenes con múltiples vulnerabilidades que son excepciones: en términos sociológicos no son tendencia. El rugby sigue siendo en Argentina un espacio de socialización y sociabilidad de varones de clases dominantes.

Hace poco se conocieron tweets machistas, clasistas y racistas de un grupo de jugadores de rugby sobre sus empleadas domésticas. ¿Cómo juega entonces el tema de la clase?

Como dije en la anterior respuesta: el clivaje de la clase social, de la experiencia vivida “en movimiento”, la percepción que el colectivo tiene sobre sí mismo, es fundamental para entender ese tipo de prácticas excluyentes, segregativas, discriminatorias. Porque la naturalización de ese tipo de prácticas está determinada y condicionada con una forma de ver, vivir, percibir y sentir el mundo. Y, a su vez, cómo veo a “los otros que no son como yo”.

También aparece la homofobia. ¿Conocés algún jugador que haya dicho abiertamente que es homosexual? ¿Qué peso cobra en el rugby la necesidad de demostrar la heterosexualidad?

Vittorio Rosti declaró hace muy poco que es homosexual. Lo sintió -en sus palabras- como una forma de libertad y de salir de lugares de exclusión. Entre ellos, dicho por él, el rugby. Asfixiante y excluyente para quien se sale de la heteronorma. La experiencia de Ciervos Pampas es, por demás, maravillosa: es el primer equipo de rugby diverso en Latinoamérica. Una experiencia lúdico/política que incomoda y propone otra lógica por fuera del binarismo y la heteronormatividad. En definitiva: libre de violencias sexo-genéricas. Porque, sabemos, la heterosexualidad es EL elemento que se pone en juego en el deporte en general, y en el rugby en particular (con sus lógicas propias de un campo modelado por las clases dominantes).

Fuiste jugador de fútbol, hay una idea de que el fútbol es popular y el rugby más machista y elitista. ¿Creés que eso es real?

Sin dudas. El rugby, históricamente, se diferenció de toda experiencia emparentada a fenómenos masivos y populares. Hay documentos, fuentes, evidencias.

A un año del crimen hay ocho imputados, pero no comenzó el juicio. Si bien sabemos que mucho tiene que ver con el funcionamiento judicial en sí, ¿creés que puede llegar a haber algo de la impunidad machista que se ponga en juego en el proceso judicial?

No lo sabemos. Sí sabemos, por el tratamiento de la mayoría de los femicidios, que la perspectiva de género del Poder Judicial (en tendencia) es conservadora, machista, misógina. Veremos qué sucede en este proceso.

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios