«No sólo les jóvenes se relajaron, sino gran parte de la sociedad»

Los festejos de fin de año, la llegada del verano y la temporada turística, las deck-party en Pinamar, las fiestas clandestinas que tuvieron lugar tanto en countries como en yates. Un combo explosivo que multiplicó los contagios y puso a los, las y les jóvenes en el foco de la escena. Opina Juan Carlos Escobar, director de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud de la Nación.

En las últimas semanas hemos visto cómo ha ido en un marcado ascenso el número de contagios en todo el país. Las celebraciones de fin de año, las vacaciones, pero también las últimas grandes concentraciones y movilizaciones callejeras -en especial las jornadas del 10 y el 29 de diciembre, mientras se discutía el proyecto de IVE en el Congreso- han sido parte del diagnóstico que acentuó la flexibilización de las medidas de cuidado que ya habían mostrado cierto sesgo aperturista desde el momento en que fue decretado el distanciamiento social, preventivo y obligatorio (DISPO). Sin embargo, un detalle no menor es que a partir de este fenómeno tanto funcionaries como medios de comunicación han puesto la mirada sobre el accionar de la juventud argentina y el presidente Alberto Fernández dio a conocer un nuevo DNU que establece una restricción horaria nocturna con el fin de reducir los encuentros de personas y así evitar que se continúen propagando los contagios.

Juan Carlos Escobar, director de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud de la Nación, médico pediatra e integrante del Instituto de Masculinidades y Cambio Social, dialogó con El Grito del Sur sobre el tema: las acciones tomadas desde el Estado apuntadas a les jóvenes, una radiografía de la situación actual y una invitación a pensar el cuidado de les pibis junto con les pibis.

Juan Carlos Escobar, director de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud de la Nación.

Antes de empezar, Escobar propone detenernos primero en dos conceptualizaciones «ya que, en general, uno de los mayores riesgos a la hora de hablar de adolescencias y juventudes es el de la simplificación, como si se tratara de un fenómeno uniforme y universal». La Organización Mundial de la Salud (OMS), por ejemplo, refiere que la adolescencia es el período comprendido entre los 10 y los 19 años, y ubica a la juventud entre los 15 y los 24; otros organismos, además, extienden este último período hasta los 29 años. Sin embargo, asegura que no es posible construir categorías sólo a partir de una delimitación etaria, por lo que plantea entrecruzarlo con otros factores como el lugar en donde vive, el género, la pertenencia étnico-racial, el estrato socio-económico, su estructura familiar y social, si trabaja o estudia, si tiene hijes, entre otros elementos. «No es lo mismo une adolescente de 15 años que vive en la puna jujeña, en la Patagonia, en el conurbano o en Recoleta. Esta diversidad es la que debemos tener en cuenta al hablar en realidad de cualquier grupo poblacional», sostiene.

No resulta novedoso hablar de lo excepcional que ha sido la pandemia y sus efectos en la sociedad, de todas formas -afirma el funcionario- las encuestas realizadas dan cuenta que tanto niñes como adolescentes han sufrido un mayor impacto sobre todo a nivel de su salud mental y emocional. «Entonces tiene cierta lógica que luego de 9 meses de aislamiento, en donde se vio alterada nuestra cotidianidad, y con la llegada del verano y las fiestas, en consonancia con las medidas de DISPO, haya habido cierto relajamiento en las prácticas de cuidado», dice Escobar. «Ahora, no son sólo les jóvenes quienes lo hicieron, sino gran parte de la sociedad», aclara y resalta: «Lo que es importante entender es que se flexibilizaron algunas medidas que posibilitaron un “cierto respiro” para nuestra socialización, como permisos para circular y aprovechar la temporada, así como reactivar un sector laboral como el de bares y restaurantes; pero las medidas de cuidado general siguen vigentes: uso de barbijo casero, evitar espacios cerrados y distanciamiento de dos metros, lavado de manos, detectar síntomas precoces y aislarse en ese caso».

El titular de la Dirección de Adolescencias y Juventudes insiste en que el relajamiento con las medidas de cuidado ha sido un síntoma generalizado en la sociedad, aunque reconoce que en distintos grados. También incorpora una característica fundamental en jóvenes y adolescentes que es la socialización entre pares. «En ninguna otra etapa de la vida esto es tan significativo, pues constituye parte de la conformación subjetiva e identitaria. La salida del núcleo familiar para interactuar en otros escenarios, proceso conocido como exogamia, se da a esta edad», explica. «Sin embargo, durante gran parte del ASPO hubo un amplio acatamiento por parte de adolescentes y jóvenes -destaca-. Seguramente tuvo que ver con cierta contención familiar, con el rol de les docentes que bancaron fuertemente la virtualidad, con las medidas adoptadas por el Gobierno nacional; pero también con una toma de decisión relacionada al cuidado por parte de les pibes», sigue.

Campaña Universitaries y Científiques Solidaries.

Durante buena parte de la pandemia, la juventud fue protagonista de la entrega de bolsones y la asistencia en comedores y merenderos de todo el país; sin embargo, a partir del crecimiento de los contagios en las últimas semanas se ha empezado a construir una imagen de les jóvenes fuertemente relacionada a la irresponsabilidad y la despreocupación frente al riesgo de contagio. «No lo pensaría en términos dicotómicos: adolescentes y jóvenes solidaries vs. despreocupades, irresponsables o egoístas. Muchas veces pueden ser las caras de la misma moneda, según el contexto, el momento; al igual que pasa con les adultes», propone Escobar para empezar a abordar el análisis sobre el comportamiento de adolescentes y jóvenes argentines. «Muchísimes pibes realizan acciones solidarias, de voluntariado y militancia en espacios políticos, religiosos, comunitarios, con mayor o menor organización; pero en general esas acciones no son noticia para, al menos, los medios hegemónicos. Lo que sí aparece en escena, y esto fue así históricamente, son adolescentes y jóvenes como generadores de conflicto, lo que no hace más que estigmatizarles», critica. Luego sentencia: «Por otro lado, también proclamamos que les jóvenes son el futuro de la sociedad; y en esencia ninguna de las dos miradas es cierta. El futuro se construye hoy, y en eso estamos involucrados todos, todas y todes».

Ahora bien, refiriéndose específicamente a quienes relajaron las medidas de cuidado, sobre todo en las fiestas y en los lugares de veraneo como la playa, el integrante del Instituto de Masculinidades y Cambio Social nos invita a observarlo desde una perspectiva de género y socioeconómica: «Son los varones quienes menos cuidado tienen y tuvieron durante la pandemia en el uso del barbijo y en las medidas en general; y por otro lado, en una sociedad en donde la tolerancia a la frustración es mínima, y constantemente se promueve la gratificación y el goce inmediato, la accesibilidad que da el dinero genera también algunos ‘permisos’, y cierta impunidad. Por supuesto, tampoco generalizo».

Finalmente, en relación a este tema, remarca la importancia de pensar dónde están les adultes, léase madres, padres, personal de seguridad, dueños y dueñas de los locales, entre otres, frente a situaciones de aparente descontrol de les pibis.

Un Estado presente con políticas para les jóvenes

Una vez iniciada la cuarentena, desde la Dirección de Adolescencias y Juventudes de la cartera de Salud que conduce el ministro Ginés González García elaboraron una serie de Lineamientos para la atención de adolescentes y jóvenes durante el curso de la pandemia, el cual fue actualizado en diciembre pasado con la ayuda de la Organización Panamericana de Salud (OPS) pensando sobre todo en cómo podían encontrarse les jóvenes y adolescentes luego de 9 meses de aislamiento. Allí se aconsejaba inicialmente suspender los controles periódicos de salud para no sobrecargar a los equipos, pero sosteniendo como esenciales los servicios de salud sexual y (no) reproductiva (provisión de métodos anticonceptivos, consejería, acceso a ILE); así como la atención de urgencias como intentos de suicidio, abuso sexual, o situaciones de violencia; lo mismo que sostener los controles y tratamientos de adolescentes y jóvenes con patologías crónicas.

La dirección se mantuvo en diálogo permanente con organizaciones juveniles para escuchar tanto sus necesidades como propuestas relacionadas a la salud en este contexto. Como fruto de ello, el Ministro de Salud de la Nación firmó el 21 de septiembre una resolución que dio nacimiento al ConSAJu (Consejo de Salud Adolescente y Juvenil), una herramienta que esperan sea clave para la gestión participativa en materia sanitaria. Asimismo, se encargaron de coordinar con el INJuve y la plataforma Hablemos de Todo para la elaboración de una serie de productos comunicacionales con el objetivo, sobre todo, de reforzar que el aislamiento es físico, pero no emocional, así como medidas de cuidado para la salud mental y sexual, entre otras. Por otro lado, fueron adaptadas a la virtualidad las Asesorías en Salud Integral, un dispositivo de articulación entre los centros de salud y las escuelas secundarias que ofrece un espacio confidencial y privado dentro de las escuelas para recepcionar la demanda adolescente, brindar asesoramiento en salud integral y generar una referencia a los centros de salud, en caso de necesitarla.

Pero, ¿por qué resulta tan importante incorporar a les pibis en el diseño de políticas públicas focalizadas en jóvenes y adolescentes? La pandemia requirió de la mayor flexibilidad y creatividad posible en el armado y la definición de políticas destinadas a los distintos sectores de la sociedad y, en ese sentido, no hay nadie mejor que les pibis para pensar las medidas adecuadas en relación a su cuidado. Porque -incluso incorporándoles a las discusiones- elles también se enfrentan al desafío de pensar una estrategia comunicacional que le hable a las adolescencias y las juventudes sin caer en lugares comunes ni en posiciones paternalistas o moralistas. Los últimos tres spots que publicó el Gobierno nacional desde la cuenta de la Casa Rosada seguramente sean los materiales audiovisuales más acertados en materia comunicacional si hablamos de contenidos que interpelan directamente a les jóvenes. A través del humor y de situaciones comunes que le podrían pasar a cualquiera, buscan crear un mensaje de conciencia que sostenga la política de cuidados que primó mayoritariamente durante al menos ocho meses.

Consultado por el tema, Juan Carlos Escobar responde: «Desde lo macro, precisamente la participación adolescente y juvenil es clave, para pensar junto a elles cuáles son las mejores medidas para el cuidado suyo y de otres. Es fundamental generar políticas, no solo de salud, sino también de educación, de trabajo, de seguridad, que puedan tomar la voz de les pibes y construir juntes estrategias de promoción y prevención. Por supuesto que no es fácil y el desafío es que dicha participación sea realmente genuina y no solo declamativa». «Por otro lado, el rol de las familias, la escuela y la comunidad es muy importante. Adolescentes y jóvenes necesitan de acompañamiento, contención, pero también de límites. Esto requiere de un posicionamiento del mundo adulto, que creo, se fue desdibujando ya hace tiempo. Les adultes, nos guste o no, somos un espejo para les pibes; y esto no podemos perderlo de vista. Es necesario generar canales de comunicación donde puedan circular la palabra y las emociones, expresarse sin vergüenza, miedos y temores, brindar información clara y precisa para acompañar la toma de decisiones, acompañarles sin tabúes ni represiones», suma.

Y para finalizar, el director de Adolescencias y Juventudes se refiere al término de «responsabilidad» y propone «no pensarla solo desde un posicionamiento adultocéntrico ni moralista, sino desde un lugar en el que se puede construir responsabilidad si entiendo que tomando determinadas medidas me estoy cuidado y cuidando a quienes están conmigo».

 

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Christopher Loyola

Estudiante de Edición (FFyL-UBA), Presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL).