Venga esa Sputnik

Les trabajadores de la salud, junto a otros esenciales, son la absoluta prioridad a la hora de la aplicación de las primeras cientos de miles de dosis que ya bajaron de los aviones provenientes de Moscú. El Grito del Sur conversó con algunos de ellos para saber si tuvieron efectos adversos o no y sobre cómo sigue su vida y su trabajo tras la vacunación.

El 24 de diciembre de 2020 aterrizó el vuelo de Aerolíneas Argentinas proveniente de Moscú con el primer cargamento de Sputnik V, la vacuna contra el coronavirus elaborada por el Instituto Gamaleya de Rusia. Casi un mes después, trabajadores de la salud -tanto pública como privada- de distintos puntos del país ya han recibido (voluntariamente) la primera dosis de la vacuna y algunos de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires compartieron su experiencia con El Grito del Sur.

“Hay un número mayoritario de trabajadores de la salud que quieren ser vacunados, es la única manera de concurrir al trabajo con mayor tranquilidad”, dijo a este medio Rodolfo Arrechea, coordinador nacional de Salud de ATE, quien agregó que, al estar más expuestos al virus, “hubo mucho contagio en el personal y muchos compañeros fallecidos”.

La vacuna Sputnik V está basada en vectores adenovirales humanos (rAd26 y rAd5) y se aplica en dos dosis con un intervalo de 21 días. En la primera inyección se aplica el adenovirus rAd26 y en la segunda el rAd5, para reforzar la respuesta inmune.

Los frascos de Sputnik V son multidosis y, por esta razón, quienes deciden vacunarse deben esperar a que se forme un grupo de cinco personas en el vacunatorio para así, una vez descongelado el fármaco, aplicar la inyección. Después, se espera entre 20 minutos y media hora para corroborar que la vacuna no provoque una reacción alérgica (shock anafiláctico) en la persona.

Arrechea explicó que en la Ciudad “el hospital es el que estructura la vacunación”. “Los números de cuántas dosis van para cada hospital los maneja el Ministerio (de Salud) y el criterio lo manejan los directores (de los centros de salud) -afirmó el dirigente-. En hospitales de agudos, como el Rivadavia o el Durand, se priorizó a los trabajadores que están en las guardias, en terapias intensivas, servicio de radiología y unidades coronarias. Pero ya se está vacunando toda la población hospitalaria”.

Luis Campos, enfermero, delegado de junta interna de ATE en el Hospital Garrahan

Luis se vacunó el 4 de enero. “Yo trabajo en la parte de hisopados, tanto al personal como a padres de pacientes pre-quirúrgicos. Estuve en el área Covid, vamos rotando con compañeros y estamos en contacto con el virus continuamente. Fuimos los primeros en vacunarnos”, contó a El Grito del Sur.

Cuando fueron al vacunatorio, a Luis y a sus compañeros les mostraron el frasco con el fármaco, los dividieron en cinco boxes distintos y quince minutos después fueron vacunándolos uno a uno. “Simple, sencillo -describió-. Después esperamos media hora para ver si teníamos algún efecto adverso, que por suerte no pasó”.

Según Luis, había cierto escepticismo por parte de algunos compañeros respecto a la vacuna por “el desprestigio que tuvo en los medios”. “Que alguien que trabaja en salud desconfíe de una vacuna, para esta o para cualquier enfermedad, es muy contradictorio. Muchos querían ver qué pasaba después de la primera dosis y recién accedieron a vacunarse porque vieron que a nosotros no nos pasó nada”, afirmó.

Para Luis, la vacunación es importante no solo a nivel individual, “sino también para nuestras familias, nuestros compañeros y la sociedad”. “Necesitamos que entre el 70 y el 80 por ciento de toda la población se vacune para que en unos años esto (el SARS CoV2) sea algo tan normal como una gripe común, igual que pasó con la H1N1”, sostuvo.

«X», enfermera en el servicio de pediatría del Hospital Durand

“En salud, lo mejor es prevenir. Todas las vacunas están evaluadas y probadas, hay organismos internacionales que las avalan y autorizan, así que más vale buscar información y no dejarse llevar por rumores”, recomendó X, enfermera del Durand que prefirió resguardar su nombre.

Por el área en la que trabaja, aunque X puso su nombre en una lista confeccionada por los directivos del hospital, no iba a ser de las primeras en recibir la Sputnik V. Pero como “algunos no quisieron vacunarse”, incluso le adelantaron el turno. “Yo tenía turno para vacunarme esta semana, pero como una persona no se presentó y yo estaba cerca, me dijeron de vacunarme ese día y dije que sí”, contó.

Al momento de la inyección, X no se sintió mal, apenas notó el pinchazo de la aguja. Pero la madrugada siguiente empezó a sentir la garganta cerrada y seca, mareos y dolor de cabeza y de las articulaciones. “Estuve casi una semana con dolor de cabeza. Al día siguiente de vacunarme fui a trabajar, me maree varias veces y tomé paracetamol. Me dijeron que me tendría que haber tomado las 48 horas de descanso que me correspondían después de la vacuna”, lamentó.

“Cuando llegaron las vacunas nos dimos cuenta de que no había ninguna forma de organización, compañeras de otros hospitales decían lo mismo. Así que espero que en las siguientes etapas de vacunación sea más organizada y equitativa”, concluyó.

Analía, psicóloga en la Unidad Sanitaria en Lanús Este

Analía vive en Capital Federal, pero uno de sus trabajos es en la provincia de Buenos Aires. Durante toda la cuarentena hizo trabajo presencial y formó parte del operativo Detectar. “Yo me inscribí en un formulario que armó la provincia. Me había llegado por una compañera el 24 de diciembre (el mismo día que llegaron las vacunas) y me inscribí», dijo. Después le llegó la misma información, pero desde el centro de salud.

“Me llamaron por teléfono el 30 de diciembre para que fuera al hospital en el que trabajo para vacunarme. La verdad es que no podía creer que fuera tan rápido, estaba super emocionada. Fui la primera de mi centro de salud que se vacunó”, afirmó. La noche anterior a vacunarse, le costó dormir del entusiasmo que tenía.

“Donde yo trabajo, la llegada de la vacuna era un momento soñado. Nos sacamos fotos, la enfermera que me atendió me conocía, estábamos muy contentas de habernos encontrado ahí”, recordó. Después de la inyección no tuvo efectos adversos y apenas le quedó dolor en el brazo.

Para quienes todavía desconfían de vacunarse, Analía sugirió que “busquen información en canales oficiales y confiables porque hay muchas noticias falsas dando vueltas”. “Tienen que pensar que vacuna nos va a posibilitar volver a tener una vida un poco más similar a la que teníamos. Para mí, es esto que repiten muchos: es el principio del fin de la pandemia”, aseguró.

A Analía le preocupa que no ve que la vacunación en la Ciudad avance al mismo ritmo que en la provincia. “Muchas personas que tienen distintos roles en el sistema de salud se han vacunado y entiendo que en Ciudad no es tan así. Me preocupa, no entiendo cómo lo van a manejar y hay poca información”, opinó.

A diferencia del Gobierno porteño, el Ejecutivo bonaerense y su Ministerio de Salud lanzaron “Buenos Aires Vacunate”, el plan de vacunación gratuito, público y optativo para quienes vivan o trabajen en la provincia y quieran darse la vacuna contra el coronavirus.

Los interesados tienen que completar un formulario online y, a medida avanzan las etapas del plan, recibirán la vacuna. Quienes ya se vacunaron, deben cargar un número de identificación en una aplicación que les marca cuándo deben darse la segunda dosis y brinda más información respecto a la vacuna.

Karina, trabajadora en un centro privado de diagnóstico por imágenes en CABA

“Yo cargué todos mis datos en la página, te preguntan si sos personal de salud, qué edad tenés, si tenés una patología de base o no. Es muy clara”, opinó Karina, que vive en provincia y trabaja en un centro de salud porteño.

Karina recibió la primera dosis el 15 de enero. “Me sentí muy contenta al saber que nos íbamos a vacunar y que la población tiene chances de acceder a una vacuna para prevenir una enfermedad que deja miles de muertos en todo el mundo”, relató en diálogo con El Grito del Sur.

Karina se vacunó en el Hospital Perón. “Yo me vacuné a las 10 de la mañana. A la tarde de ese día tuve 39 de fiebre y me duró hasta el sábado. Ahora no tengo olfato. Pero nos dieron una charla previa, te dan un folleto con información, nos avisaron que podíamos tomar paracetamol. Me lo tomé con calma”. aseguró. También se bajó la aplicación “Buenos Aires vacunate”.

“Todas las vacunas sirvieron para erradicar enfermedades y la humanidad llegue a donde está hoy. No pasa nada (al darse la vacuna), más dudas debería generar una enfermedad desconocida”, señaló.

Valeria y José, médicos residentes de medicina general

Valeria y Juan son pareja y se vacunaron el 9 y el 7 de enero, respectivamente. Ella trabaja en el Hospital Narciso López, él en el Centro de Salud Villa Porá y los dos coinciden en la Unidad Sanitaria 1 de Mayo en el municipio de Lanús.

“El proceso fue muy rápido, me inscribí por Internet y a la semana me llegó la respuesta de que me podía vacunar -dijo José-. Venía leyendo información de las vacunas que se estaban dando, estudios sobre la Sputnik V. Que tuviera el aval de la ANMAT me dio mucha seguridad, es un instituto con renombre y que trabaja muy bien”.

Después de vacunarse, Juan sintió dolor en el cuerpo y cansancio, pero solo un día. “Tomé paracetamol y listo”, aseguró. Valeria, por su parte, contó que los efectos son “similares a los de cualquier vacuna”, como puede ser el dolor en el brazo.

“Al saber que podía vacunarme sentí una alegría enorme porque pasamos por un contexto muy difícil. Me convenció (para darme la vacuna) toda la información que leí y la esperanza, pensar que podemos estar más tranquilos y tranquilas con nuestras familias”, celebró Valeria.

De todas formas, ambos médicos advirtieron que, aunque se reciba la vacuna, no se deben dejar de lado las medidas de prevención implementadas durante la pandemia: lavado de manos, distanciamiento social y uso del barbijo. “Es importante porque, sin querer, lo podemos transmitir (el coronavirus) a otras personas, a la gente que queremos”, afirmó José.

Alan, trabajador social en el Hospital Eva Perón de San Martín

“Al principio tenía dudas, miedos, más que nada por lo que se comenta en los medios de comunicación. En otros servicios pasaba lo mismo. Pero yo sabía que me quería vacunar, pensando que la vacunación es un derecho y que al trabajar con mucha población vulnerable es muy irresponsable de nuestra parte no vacunarnos. Por eso con todo el equipo decidimos que nos íbamos a vacunar”, contó a este medio.

Alan tenía turno para el lunes 18 de enero a las 13 horas. Después de vacunarse, le dieron una tarjeta como comprobante donde también está marcada la fecha en la que recibirá la segunda dosis. “Sentí felicidad, alegría por haberme vacunado”, dijo.

Arrechea, al comparar el ritmo de vacunación entre ambas jurisdicciones, sostuvo que es urgente que el Gobierno de la Ciudad inaugure “un registro, una oficina para que la gente, no solo el personal de la salud, pueda acceder con mayor agilidad” y que “se anoten para vacunarse después”.

“El Gobierno porteño no conformó una mesa con los actores de la ciudad pública y privada, incluidos los gremios, para contar el plan de vacunación y sus etapas -dijo a El Grito del Sur Pablo Spataro, secretario general de la CTA Autónoma Capital-. Vemos con preocupación que no sabemos cómo va a llegar esto a todos los trabajadores esenciales, tanto a los que reconoce el decreto como a los que no”.

Spataro recordó la inmensa labor llevada adelante por los trabajadores del sector comunitario durante toda la pandemia, en especial los primeros meses del aislamiento social, al frente de comedores y merenderos. “Muchos han perdido la vida. Ramona (Medina de la Villa 31) fue la primera, pero no la única. También están los promotores y promotoras de la salud que hicieron relevamientos en las barriadas y acercó a los vecinos al operativo Detectar -afirmó el sindicalista-. Vamos a tener una reunión con (el ministro de Salud, Fernán) Quiroz para plantearle todo esto. Necesitamos que no se los ignore y se los priorice”.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.