Voces a favor y en contra de la vuelta a la presencialidad en CABA

En medio de la polémica desatada entre el Gobierno de la Ciudad y los sindicatos docentes por el retorno a las clases presenciales dispuestas para el 17 de febrero, madres y padres opinan sobre esta medida.

Tras el anuncio del jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta y la ministra de Educación Soledad Acuña sobre la vuelta a la presencialidad a partir del 17 de febrero, los sindicatos docentes salieron rápidamente a expresar su rechazo. Desde UTE y ADEMYS, los dos gremios mayoritarios de la Ciudad de Buenos Aires, ya confirmaron que -de no modificarse la situación epidemiológica- no se presentarán a dar clases. También las familias se posicionaron al respecto. El Grito del Sur conversó con madres y padres a favor y en contra del regreso a las clases presenciales para conocer en detalle cuál es su situación, qué miedos y qué (in)seguridades tienen las familias para enviar a sus hijos e hijas a la escuela.

Paola Billordo tiene tres hijes: el mayor finalizó el año pasado el colegio secundario, la menor pasó a salita de 4 y su otra hija comenzará a cursar el 17 de febrero su 5º año del secundario en una escuela técnica. Aunque reconoce que «todos los cuidados que se tomen son siempre poco» ya que «estás peleando contra algo que no ves», está de acuerdo con el regreso de la presencialidad. «A pesar de los cuidados que tenemos que tener por el COVID, los chicos necesitan tener ese contacto con sus docentes y sobre todo con sus pares», sostiene. «Desde que escuché el anuncio también escuché un montón de opciones, pero la verdad es que todavía no saben bien cómo van a llevar adelante esta medida», agrega.

Lorena de Pascuale tiene una hija que este año empieza la secundaria en la escuela «Nuestra Señora de la Paz» y ella, en cambio, está en desacuerdo con el anuncio de las autoridades porteñas: «Me parece una decisión política apresurada y sin medir los riesgos». «Todavía los casos de contagio, si bien están en tendencia a la baja, siguen altos. Además no están claros los protocolos», cuestiona. De Pascuale agrega: «Que me digan ¨la burbuja es el aula¨ es irrisorio. En el colegio de mi nena son 42 en cada salón. Y cuando me dicen que los maestros podrán intercambiar de aulas, donde obviamente se rompe la burbuja, más todavía». «Podrían sentarse con algún experto y presentar un proyecto serio. Así claramente no es viable», sentencia.

En la conferencia de prensa de esta semana, el Jefe de Gobierno y la Ministra de Educación porteña anunciaron la reorganización de los espacios y actividades escolares para mantener un retorno «cuidado» a la presencialidad. También pondrán a disposición centros exclusivos de testeos para que los y las docentes concurran cada 15 días a hisoparse y, a través de la Secretaría de Transporte, adaptarán el transporte público y la movilidad. Incluso informaron que están trabajando en la posibilidad de ofrecer créditos para la compra de bicicletas, lo cual permita viajar de manera más segura a la escuela y descongestionar el transporte público.

Por el momento, los únicos gremios que han salido al cruce del Gobierno porteño fueron la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y la Asociación de Enseñanza Media y Superior (ADEMYS). «Los gremios docentes parecen ser más conscientes de la situación epidemiológica que el propio Gobierno de la Ciudad y su ministra de Educación, que claramente no reparan en la salud, no solo de los docentes, ni de los chicos, sino tampoco de los contactos entre los mismos y sus familiares», opina de Pascuale.

Lydia Gramajo es madre de un joven que este año termina el secundario y cree que la vuelta a la presencialidad es atinada «siempre y cuando se respeten los protocolos», aunque admite no estar segura de que estén garantizadas las condiciones sanitarias y epidemiológicas para el regreso a clases presenciales. «Es todo muy confuso, se dicen cosas pero después cuesta llevarlas a la práctica», dice. Respecto de los dichos de la ministra Acuña, que dejó en claro que le descontará cada día de «paro» a los y las docentes que no se presenten en las escuelas, Gramajo calificó esto como un «disparate» y defendió a la docencia ratificando que «están en todo su derecho de cuidar su salud y la de su familia».

El Grito del Sur habló también con Familias por un Retorno Seguro a las Escuelas, un colectivo autoconvocado de estudiantes, docentes, madres y padres que tuvo su primera reunión esta misma semana, apenas tres días antes de los anuncios del Ejecutivo porteño. «No presentaron un plan serio, ni consensuado. Sólo un documento de cuatro páginas y un Power Point que desconoce por completo la realidad compleja y diversa de las escuelas públicas y privadas en CABA, y que subestima y estigmatiza a familias, docentes y alumnos», cuestionaron. Aunque en el último tiempo se ha visto, principalmente en las redes sociales, una mayor adhesión a la política larretista de abrir las escuelas para reanudar con el dictado presencial de las clases, desde Familias por un Retorno Seguro a las escuelas confían en que «sigue habiendo un rechazo mayoritario de toda la comunidad educativa, especialmente de las familias» e insisten en que no están garantizadas las condiciones para que docentes y estudiantes vuelvan a las instituciones escolares.

«Con un promedio de mil contagios diarios en enero, pleno verano, y una enorme circulación viral comunitaria en todo el país, entendemos que es muy riesgoso proponer un retorno presencial obligatorio a las escuelas, y más aún sin haber tomado siquiera medidas mínimas de cuidado a la comunidad educativa», plantean. Al mismo tiempo señalan: «El constante desfinanciamiento y ataque a la educación pública que se ha llevado a cabo desde el Gobierno de la Ciudad en los últimos 14 años redundó en un abandono de las escuelas públicas: aulas container; aulas sin ventanas, ventiladores ni calefacción, con espacio insuficiente para los alumnos; baños insuficientes o mal mantenidos; falta incluso, en varios casos, de agua potable; establecimientos sin patios abiertos ni techados, entre otros. Recordemos, además, que la gestión de Acuña presentó el presupuesto más bajo de la historia para 2021 en infraestructura, y que desviaron 370 millones de pesos del Plan Sarmiento a escuelas privadas».

Por último, el colectivo de Familias por un Retorno Seguro a las Escuelas se refirió a las medidas de cuidado contempladas en el protocolo elaborado por los ministerios de Educación y Salud porteños: «Nos parecen insuficientes, contradictorias, mal planteadas e irrealizables. Muestran un desconocimiento profundo del funcionamiento del sistema educativo, de su heterogeneidad, de la diferencia de trabajo entre los niveles y de los niños».

En ese marco exigen el otorgamiento de una partida extraordinaria para la atención de mejoras edilicias urgentes; condiciones de higiene y seguridad en todas las escuelas; contratación de mayor número de personal de limpieza y entrega de elementos de limpieza -como mínimo por un mes- en cada escuela, supervisado por una comisión integrada por familias, estudiantes, docentes, cooperadoras y equipos directivos; entrega de dispositivos y garantía de conectividad gratuita para todos los niveles y modalidades del sistema educativo; que las familias sin vacante puedan al menos acceder a propuestas pedagógicas virtuales; creación de cargos docentes de emergencia para la conformación de parejas pedagógicas que garanticen la modalidad mixta virtual y presencial; creación de comisiones compuestas por docentes, estudiantes, familias, cooperadoras y equipos directivos para decidir las condiciones de reapertura de cada escuela, entre otras cosas.

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Christopher Loyola

Estudiante de Edición (FFyL-UBA), Presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL).