La economía popular parió a su primera cooperativa de calzado

El Polo Productivo de Calzado, ubicado en el barrio porteño de Lugano, es fruto de la experiencia de los costureros y las costureras que integran el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Hablamos con uno de los cooperativistas para conocer cómo se gestó el proyecto y cuáles son sus objetivos.

El pasado 13 de febrero se inauguró en el barrio de Lugano la primera Cooperativa de Calzado de la Economía Popular (COOPECAL) con el objetivo de producir en condiciones dignas y garantizar la estabilidad laboral en el sector. Se trata de unos 30 trabajadores y trabajadoras que buscan romper la lógica de precarización y hacinamiento como forma de avanzar en la conquista de derechos. El Polo Productivo de Calzado es fruto de la experiencia de los costureros y las costureras que integran el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y trabajan desde hace varios años en los polos textiles.

«Somos un sector muy precarizado, por lo que nuestra conformación como cooperativa responde a la necesidad de ofrecer mano de obra calificada y hacer valer nuestros derechos como trabajadores. Queremos también que la gente esté conforme con nuestro trabajo, que conozcan nuestro sistema y qué ofrecemos. Por suerte el Polo Productivo es una realidad y estamos muy entusiasmados», explicó en diálogo con El Grito del Sur Osmar Cardozo, delegado de la flamante cooperativa y miembro del MTE.

Una de las principales problemáticas del sector ha sido la falta de un espacio físico de trabajo que reúna las condiciones adecuadas, lo cual obligó anteriormente a las zapateras y los zapateros a trabajar desde sus casas. De allí surgió el lema «La Casa para Habitar, el Polo para Trabajar», que operó como principal bandera de lucha. «Trabajar desde casa era realmente difícil, pero ahora en el Polo tenemos todas las comodidades y esto nos cambia la vida en forma positiva», sostuvo Cardozo. Cabe destacar que durante el aislamiento producido por la pandemia se vieron obligados a realizar las costuras de los calzados desde sus hogares, lidiando con la falta de lugar y en muchos casos con hijos pequeños.

Este antes y después que representa el amplio galpón ubicado en Lugano -bien al sur de la Ciudad de Buenos Aires- llegó en un contexto sanitario excepcional que les obliga a trabajar con todos los protocolos necesarios. «La mayoría de los que estamos acá nos conocemos hace mucho, hemos pasado por distintos talleres y tenemos anécdotas vividas. Por eso nos alegra estar organizados en una cooperativa y darle trabajo a la gente. Es algo increíble», agregó el delegado de Coopecal.

Si bien la pandemia afectó en buena medida el flujo de trabajo que tenían previamente, el cambio de gobierno y la llegada de Alberto Fernández en diciembre de 2019 significó un fuerte alivio para el sector. Cabe destacar que la apertura de importaciones, la pérdida de poder adquisitivo y la caída del consumo durante la gestión Macri generaron la pérdida de unos diez mil empleos entre 2015 y 2019 en este sector. Osmar Cardozo opinó al respecto: «El calzado argentino es considerado el mejor de Sudamérica, pero el hecho de que se trajeran a la Argentina productos de otros países nos afectó un montón».

A pesar de que vienen remando desde abajo y muchas veces contra la corriente, las expectativas que tienen como cooperativa son muy altas y crece su entusiasmo por haber sumado una fábrica al entramado productivo. «Una vez que se enteraron de la conformación del Polo, muchos fabricantes se contactaron con nosotros. La iniciativa está teniendo mucha repercusión y están conformes con nuestro trabajo. Ahora apostamos a que sigan apareciendo nuevos fabricantes y se sumen más compañeros y compañeras a la cooperativa», concluyó el integrante del MTE.

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