«La agroecología es feminista porque discute la mercantilización de la tierra»

En un nuevo Paro Internacional Feminista, la Secretaría de Género de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) realizó un verdurazo en la Plaza de los Dos Congresos para visibilizar las problemáticas del sector y exigir que se las incluya en la discusión por las políticas alimentarias.

El primer 8M con aborto legal fue también un 8M en medio de una pandemia que marcó a fuego la humanidad y dejó en claro que nadie se salva solo. En un momento donde el sistema laboral debió readaptarse al trabajo remoto, mujeres, lesbianas, travestis y trans vieron redobladas sus tareas de cuidado y dificultada la posibilidad de conseguir ingresos. Esto, lejos de debilitarlas, reforzó las redes de contención y supervivencia que ya habían trazado y afianzó los lazos de colaboración mutua.

Mientras un virus zoonótico dejaba en claro que las consecuencias de la explotación indiscriminada de los recursos naturales eran inminentes, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) redobló su producción, repartió miles de kilos de verduras en poblaciones vulneradas y se dedicó a concientizar sobre la importancia de la alimentación saludable y el intercambio directo entre productores y consumidores.

Actualmente la UTT abarca a 250 familias produciendo 300 hectáreas de manera agroecológica; sin embargo, desde la Secretaría de Género de la organización denuncian que las mujeres campesinas siguen estando ausentes para el Estado y no son dueñas de las tierras que ellas mismas trabajan. Es por eso que, en el 110 aniversario del Día de la Mujer Trabajadora y el 6to Paro Internacional Feminista, realizaron un verdurazo en la Plaza de los Dos Congresos repartiendo 450 kilos de verdura agroecológica. “Hoy nosotras, las trabajadoras del alimento, venimos acá para visibilizar nuestra situación. Somos las que encaramos el proceso de la agroecología, producimos el alimento, pero no somos dueñas de la tierra en la que trabajamos. El 90% no tenemos tierras propias, alquilamos y ni siquiera somos titulares del contrato de arrendamiento. Queremos resaltar la importancia de que las mujeres participen en toda política agroalimentaria, eso quiere decir que estemos presentes a la hora de generar cualquier tipo de política pública y negociación en torno al acceso a los alimentos”, aseguró a El Grito del Sur Rosalía Pellegrini, secretaria de género de la UTT.

Fotos: Rocío Escobar

“Somos las que producimos, las que traemos el alimento y no hay justicia para nosotras. Necesitamos una vivienda digna. Los patrones nos echan cuando ellos quieren y nos tenemos que ir con todo lo que tenemos. Queremos que sepan de dónde viene lo que comen, de nuestras manos. Estamos acá por nuestros derechos y por todas las compañeras que se han perdido”, manifestó a este medio Liliana Zuria, integrante de la organización.

La Secretaría de Género de la UTT se formó en 2018 al calor de la ola verde. Desde allí se desarrollan una serie de medidas específicas para trabajar las problemáticas del sector, que muchas veces no coinciden con lo sucedido en las áreas urbanas. “Realizamos acompañamientos en violencia de género, trabajamos con los compañeros, tenemos una red de más de 200 Promotoras Rurales en todo el país. En el campo el Estado no está presente, la Comisaría de Género no está, no hay centros de atención a la víctima y nosotras mismas desarrollamos las estrategias para salvarnos. Sin embargo entendemos que eso es un trabajo, es cuidado y tiene que ser reconocido por el Estado”, planteó Pellegrini.  “Allá en el campo las mujeres piensan que tienen que vivir golpeadas y viven golpeadas, no buscan ayuda porque nadie les dijo que podían hacerlo. Por eso nos formamos como promotoras y nos ayudamos entre nosotras. Yo gracias a mis compañeras aprendí a organizarme”, reforzó Liliana.

Además del acompañamiento, la autonomía económica es un pilar fundamental para poder salir del círculo de violencia en el ámbito rural. En ese sentido, junto con el primer refugio para mujeres campesinas víctimas de violencias, inaugurado en 2020, desde la Secretaría promueven una línea de apoyo para emprendimientos de mujeres. “Para que realmente salgamos del círculo de la violencia necesitamos cuestiones materiales resueltas: el techo, la vivienda, el trabajo. Muchas veces una mujer sigue con su pareja agresora porque no le queda otra y en el campo eso es mucho más difícil porque están más aisladas. Después de mucho tiempo de llevarnos a las compañeras a nuestras casas, decidimos abrir el primer refugio para mujeres rurales en La Plata, que también está ligado a los emprendimientos. Mientras las compañeras están transitoriamente en el refugio pueden ir teniendo un ingreso con los emprendimientos de plantas medicinales”, explicó Rosalía. “Trabajamos para fortalecernos, nos hizo falta todo este proceso colectivo para entender que nosotras somos importantes”, agregó.

Fotos: Rocío Escobar

Si bien la cuarentena reforzó la violencia de género en todos los ámbitos, las distancias y la dificultad para movilizarse, la mayoría no cuentan con vehículos propios o registros, lo cual dificultó aún más la situación para las campesinas. Sin embargo, la UTT apostó a la organización: repartieron toneladas de comida en barrios, merenderos y comedores de todo el país y crearon la Red de Comedores por la Alimentación Soberana que en dos meses llegó a nuclear 105 organizaciones populares y distribuir 130.000 kilos de alimentos. Además confeccionaron el “Recetario para Comedores Populares”, donde el rol de las mujeres fue fundamental.

En el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans de 2019 en La Plata, la Secretaría de Género de la UTT realizó su primer verdurazo. Dos años después, frente al Congreso, con el mecanismo ya aceitado, decenas de manifestantes acercaron bolsas, mochilas o sus propias manos para recibir tomates, lechugas, remolachas y zapallitos agroecológicos de parte de sus mismas productoras. Cuando los cajones de madera quedaron vacíos, las mujeres campesinas festejaron cantando a los gritos ‘se siente, se siente, la UTT presente’ porque saben que sin pedir permiso se ganaron su lugar propio en el feminismo. “Para nosotras la reivindicación del rol de las mujeres en la sociedad está totalmente ligado al trabajo y el cuidado de la tierra. La agroecología es feminista porque pone en discusión la relación con la naturaleza y el problema de la mercantilización, de la posesión, de la dominación. Cuando desde el feminismo planteamos una relación de igualdad y reciprocidad lo mismo pasa con la tierra, van de la mano”, finalizó Pellegrini.

Fotos: Rocío Escobar

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